Vistas de página en total

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Eguiguren, su mujer y los caníbales de Felipe G


    
     Le dijo ahora Felipe G a Millás, junto a lo de que pudo volar a la cúpula etarra y que no lo hizo, y que no sabía él si se arrepentía, que calculaba él también que ser hijo suyo debía ser “una putada sangrienta” (¡) . Dijo luego Millás que estaba él convencidísimo de que había hecho Mister Equis lo correcto, que sería lo contrario “como comerse a los caníbales”. Y a la misma vez el presidente de los socialistas vascos, Eguiguren, con firme sentencia en su currículum como maltratador de su esposa –que se dice pronto el morrazo que se precisa para mantener con tan honorífico título probado a las espaldas como presidente a una persona así, para timbre y gloria supremas del superfeminista gobierno zetapeico, al tiempo que se le monta crudelísima inquisición al bobo alcalde vallisoletano por lo de los morritos pajinianos- ufánase, como el cuervo de la fábula, nada menos que de “haber comido bastantes veces juntos” ,mano a mano con Josu Ternera,  cuya sanguinaria mano es responsable de alguno de los más atroces y multitudinarios asesinatos etarras. Vamos, que Eguiguen compartía mesa y mantel con los caníbales esos. ¡Con los que ordenaron despedazar sin compasión a sus propios camaradas de la fé socialista, como Fernando Buesa, por sólo citar a uno!
    
     En la desmesura de la bárbara pintura del cuadro resultante a los ojos de cualquier observador imparcial se quintaesencia el drama de nuestra nación. Qué cerebros tan alambicados y trastornados a la vez los de los mandamases del socialismo español. Quisieran presentarse y parecernos atormentadísimos personajes de Sófocles, de Shakespeare, o de Coppola, siendo en realidad muy pobres hombres más bien dignos de lástima, de no ser por el muchísimo Poder que sobre vidas y haciendas de todos a su capricho acaparan. Ocultan bajo toneladas de palabras ampulosas su compulsiva necesidad de ocupar siempre el escenario entero, cuanto más embarrado mejor, copando en su abanico siniestro todos los roles y planos de la situación, cortocircuitándole de raíz a la sociedad con sus calculadas esquizofrenias todo sosegado debate público posible.
    
     Y si Mister Equis dice que el general Galindo, condenado por ordenar extrañas manicuras a Lasa y Zabala, era “un gran tipo”, no se queda a la zaga Eguiguren ponderando su proximidad al psicópata etarra: “me entendía bien (con él) porque sabía exactamente como era… somos de la misma edad, tiene hijos, enseguida conectas con ciertas reflexiones”.
    
     Cómo ha entonces de extrañarnos que Zp, hijo político del Viento que a su paso arrasó Felipe G, gracioso patrocinador él mismo de Otegui como Hombre de Paz, severísimo admonitor de todo el mundo él también al señalarnos con flamígero índice que no nos pasáramos, que es que De Juana “está en el Proceso”, y de recordarnos que tenía él un abuelito y tal, cómo extrañarnos, digo, que a la vista de los soberbios cogotes de los dos prendas que a él con todo le anulan, pille unos leotardos y se ponga, como leopardo renco, a hacer como que corre por las calles de Seúl.
      
    

5 comentarios:

Aitor Mento dijo...

Eguiguren, su mujer, y otras cosas de meter.

( Me lo ha puesto a huevo, don José Antonio )

candela dijo...

Con ETA ya está todo pactado, de ahí la impunidad de estos personajes. El maltratador se lleva de perlas con los de su calaña..Y más si el colega de cafelitos es un infiltrado de los servicios secretos (en la nómina de Rubalcaba).

Un saludo.

Maribeluca dijo...

Es bochornoso, siempre que están ellos se pasan por el arco de triunfo el Estado de Derecho en un sentido u otro, pero luego lo importante son los morros de la Pajín..

José Antonio del Pozo dijo...

Aitor: no se quejará, eh, que le dejé la cosa a punto. Gracias
Candela: una historia de los cafelitos podría escribirse. Otro.
Maribeluca:sí, se dan mucho arte ellos para dirigir la agenda de lo que se habla y de cómo se habla. Gracias

César dijo...

Ya sabe usted el aprecio que le tengo, Sr Del Pozo. Su fina prosa destila el justo veneno, envuelto en fino celofán, que los hijos de su madre se merecen.

Aunque por algunos comentarios podría decirse que los de ETA se dejan cazar porque lo han pactado.