Nos decían de ella que era la terrorista más sanguinaria de ETA.
Casi ná, que diría el de los ochos apellidos vascos. Idoia López Riaño fue condenada a 2.111 años de cárcel por su directa participación en 23 asesinatos. Cumple prisión en
Nanclares de Oca, y ahora en Zaballa, Álava. Y si de oca a oca, tirando porque la
toca, en tiempos avanzó la Tigresa
hasta la casilla de la masacre de la plaza de la República Dominicana en Madrid
(y comióse allí la vida de 12 guardias civiles más decenas de heridos) ahora,
de puente a puente, pues la lleva a ella la corriente… quiere sacarse el carnet de conducir. ¡Premio: su deseo se ha
hecho realidad! Se lo han concedido.
Si los permisos de circulación caducan a los diez años y cuenta la Tigresa, como corresponde a sus
criminales depredaciones, con muchos más años de condena a la vista, para qué diantres
querrá el carnet, y por qué le otorgarán ese privilegio -que conlleva lógicas
salidas de prisión- se pregunta el sentido común, por no hablar de lo que se
pregunta la elemental justicia. Ah, misterios del reglamento penitenciario, ese
baúl de las sorpresas que siempre favorece a los bolinagas y que jamás
recuerda los derechos de las víctimas y de sus deudos, que imaginemos lo que
habrán pensado al leer la nueva de la
Tigresa.
Se esfuerza el juez Marlasca en
el auto del que es ponente en la Audiencia Nacional, que es quien concede el
permiso, en señalar sobre la Tigresa
que de ella “consta la realización continuada en el tiempo de múltiples
actividades formativas, notas meritorias y perfecto andamiaje en su
comportamiento penitenciario, sin sanciones dignas de significación”. Vamos,
que la Tigresa mueve bien su ficha,
que les parece que es ahora una disidente de la ETA, viene a sugerírsenos.
¿Se arrepiente de verdad la
Tigresa de sus asesinatos? ¿Se ha vuelto vegetariana la Tigresa? No estaría de más en
ese caso que, como en Paseando a Miss Daisy, en una de
esas salidas a las que las prácticas con el coche obligan, el mismo juez Marlasca con visera y todo, como Morgan Freeman allí, condujera a la Tigresa hasta los cementerios dónde
reposan las víctimas de sus depredaciones, y ante sus familiares de rodillas se
arrastrara pidiéndoles sincero perdón, sintiendo a la vez todo el inmundo asco
de sí misma que su criminalidad merece. Y luego ya, podría pedir sacarse el
carnet ése, y tal y tal, amonal, vale.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Hace unos diez años la Tigresa fue reagrupada en una cárcel de levante con el fin de que se pudiese aparear y procrear con otro etarra allí residente. En aquel momento llegó a haber en aquella cárcel cuatro parejas de etarras, tres de ellas con churumbeles. Pero la cosa no funcionó. El etarra en cuestión no dio la talla y la Tigresa, inmediatamente después de la suspensión de los contactos, inició otros clandestinos con un "preso común" de idelogía dudosa, a juzgar por las esvásticas tatuadas que lucía en su cuerpo.
ResponderEliminarCosas de las "prisiones de exterminio", como gustan llamarlas los familiares y simpatizantes.
Asco de país que hemos hecho.
Diría que hoy comienza el día de la infamia... pero faltaría a la verdad... porque días de infamia llevamos marlaskacientos. Algunos, mal pensados, creemos que esto no es sino un pasito palante maría, y que si no hay mucho ruido mediático u noble pueblo español traga, otro día se dará otro pasito... la cosa terminaría con la excarcelación de los asesinos etarras para conseguir la paaaaaazzzzz, aunque sea la de los cementerios. misael
ResponderEliminarPD. Se conoce que la llamada "alarma social" va adaptándose a los gustos de quienes la establecen.
Un puro cachondeo.
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