Cada vez que nos asomemos ahora al telediario ese de Telecinco y la veamos, boquiabiertos como el niño del anuncio del Metro al arribar a la Puerta del Sol, sólo nos quedará ya exclamar: Sara, está todo PERFECTO.
Que si Pajín profetizó un muy famoso planetario acontecimiento –Obama y Zp a los mandos de la nave del mundo- también a su modo la sin par Aido, Excelentísima Señora Ministra del Gobierno del Reino de España, aventó en su momento la trascendental novedad de que puede hoy en día una joven “ponerse tetas” (incluso siendo menor de edad) cuando a ella misma le peta. Dicho y hecho: quiere Sara C, poco más que una niña, a lo que se ve rozar más y más la divina pluscuamperfección, por más que la mayoría inmensa, creo yo, no hubiéramos reparado –no sé si Javir, muy perspicaz observador del género- en que necesitara ella refuerzo artificial alguno sobre las protuberancias mamarias que a ella Natura otorgó.
Es fácil, moviéndonos en estos terrenos pantanosos, el deslizarse por una pendiente errónea y que hablen en uno sobre todo la envidia o el despecho –acaso éste nunca mejor nombrado- por no poseer quien habla ni por asomo éxito ni belleza tales, máxime en el caso de una mujer, a la que parece siempre exigírsele y miroteársele lo suyo mucho más que a los hombres triunfantes en idéntica situación. Debe acostumbrarse sin embargo quien sobre sí reclama las miradas –lo que nos llevaría de nuevo, qué pesadez, a releer el cuento de al pasar la barca- a que no sean estas por fuerza únicamente de arrobo o de suspiración. Por supuesto que tiene Sara Carbonero todo el derecho del mundo a operarse de lo que a ella se le antoje, y que sólo cabe desearla cuantos triunfos y en todos los órdenes de su vida pueda ella alcanzar. Pero quizás quepa, sí, reflexionar un poco sobre lo que, en tanto que personaje público en la cima de la popularidad, sus gestos –no en vano puede quererse ser una Diosa- significan y revelan también acerca de nuestra sociedad.
Nada más natural el que, si los avances de la cirugía lo permiten, una mujer mayor o una joven anónima –o un hombre- poco agraciada deseen, si les es posible, enmendarle la "plana" a la Naturaleza y sus leyes, que nunca son ellas del todo sabias, contra lo que tanto se dice. Lo que en el caso de Sara C y sus impostadas protuberancias pectorales acaso un poco sorprenda es la obsesiva búsqueda de la total perfección en una jovencísima triunfadora por todos ya de por sí alabada y deseada –salvadas las distancias, viene a ser como ese multimillonario que presa de acaparadora neurosis sigue afanándose por apalancarse más y más millones, que incluso ahora, como ellos mismos se huelen que habla eso mal de su imagen, tratan de disimularlo con impresionantes donaciones a oenegés más unas cuantas fieras aseveraciones anticapitalistas que en buen lugar les dejen-. De la misma manera, siempre una mínima imperfección física será la marca inolvidable de una belleza particular y a la vez el salvoconducto último de una íntima y nunca intercambiable humanidad. Que la legión de top-models nos dejan ya –no sé si a Javir- casi indiferentes, pero Bárbara Streissand, ese patito feo, sigue a muchos encandilándonos.
Y luego están, visto el alcance y el revuelo multiplicador que la noticia de golpe adquiere, la enésima confirmación del estratégico valor que una espectacular apariencia física en nuestra sociedad adquiere y consagra, muy por encima de tantísimas otras cosas, que ya ni sabemos casi nombrarlas, y que por fuerza con su dura tiranía esa “ley” condena a la infelicidad perpetua a miles de personas –de la misma forma que nos resultan los grandes fortunones, por muy legales que sean, algo antipáticos frente a los miles de niños que mueren de hambre cada día, y no puede uno, por otra parte, operarse de todo- y también el desmedido atractivo que el hecho en sí, y el morbo informe que al mismo rodea, suscita como por ensalmo en los centros decisorios que en los mass-media deciden qué sea noticia o no.
Porque podría darse perfectamente el caso de que nuestra envidiada y exitosísima Sara C esté también desarrollando espectaculares progresos en el dominio del griego clásico o de la física cuántica –con lo que de valiosísimo ejemplo, socialmente y en si, para niños y niñas supondría- y que de ello los mass media –Reinado de la Mugre again- no quisieran hacerse eco, conformando así, con la excusa inventada de servir en bandeja sólo lo que la audiencia quiere, unos gustos públicos chabacanos y algo bárbaros, que son en realidad los de esos ejecutivos, alguna vez cultos.
No olvidemos que, desde luego que en muy revolucionaria pose, ya dijo la actual Ministra de Cultura todo lo mucho que ella admira a la impar Princesa del Pueblo, ¿vale? Pos eso.
El culto a la imagen versus el culto a la inteligencia, es lo que vende y es lo que imita la gente. Sara no necesitaba nada, quizá los implantes le den más popularidad, pero como tu me quedo con Bárbara Streissand.
ResponderEliminarEl talento y la personalidad son los que mejor ocultan las imperfecciones frente a la homogeneidad y la vacuidad que se nos vende.
Coincidimos en gustos musicales por lo que veo. Como actriz, tampoco tiene desperdicio.
Un saludo.
No sabía yo que a Dña Sara le hubiesen practicado dirugía alguna, pero le creo. Alcanzo a entender su queja, reprochándole a la guapa que reniegue de lo que muchas-y muchos-desearían tener. Que busque aquella perfección que la haga aborrecible por soberbia. He de reconocer que no tengo yo medida-muy a mi pesar- de las medidas de Dña Sara, ni las de antes ni las de ahora. Pero barrunto que algo tiene que ver el oficio de su novio, acostumbrado a manejarse con balones de reglamento. Aunque a veces, como ayer, no los cate.
ResponderEliminar¿Quién dijo que Barbra es imperfecta? Es humana, con toda la perfección de la diversidad de lo humano.
ResponderEliminarMe honro en compartir su fecha de cumpleaños y algunas de sus "imperfecciones", por desgracia no su talento.
Paso de Sara, no necesitaba ayuda, ya era bella antes, e inteligente. Esa "ayuda", en mi opinión, la ha perjudicado.
Saludos muy cordiales, José Antonio.
-Candela: estoy de acuerdo contigo, y está muy bien dicho. Coincidimos, sí. Un abrazo y gracias por venir de nuevo
ResponderEliminar-Cesar:sí, qué razón tienes con eso de los balones, que ser novio de Sara C tiene que ser... moi duro, pq quiere lo suyo sólo para la gran pantalla ¿o es la envidia again?
-elena: ¿cumples años cuando Barbra? anda, qué bien, ¿a tí te gusta también? En la peli "qué me pasa doctor", y en muchas más, está adorable. Es humana, es verdad, qué verdad eso. Cordiales saludos también para tí, elena, muy bienvenida esta vez, que espero no sea la última.