Esperar que los del Sálvame y similares se ocupen en poner en valor la actuación de esa persona, Ángel, que sin pensárselo dos veces arriesgó su vida para salvar la de otra, arrojada entre los raíles del Metro, ciertamente es a estas alturas de la película una impertinencia. Qué cosas se le ocurren aquí al satélite, más de uno se pensará. Ya los telediarios lo dieron, se me podría además rebatir. Dieron el video de marras, sí, aunque más como recurso de suspense para sobresaltarnos epidérmicamente durante un instante, y que no pulsáramos aún al mando a distancia, que como serena ponderación del trascendental capital humano que ese valeroso gesto atesora –rayo de sol en el invierno de nuestro descontento- para el entramado básico de la sociedad actual, en constante proceso de desintegración.
Así se “fabrican” ahora, por otra parte, los telediarios, como una retahíla de Impactos Tv que nos zarandeen los sentidos durante cincuenta y nueve segundos, que son los que al parecer resiste la concentración del espectador moderno sobre algo, antes de darle al mando en ávida busca de otra imagen sensacionalista, en loca carrera que nos distraiga sólo un instante del lógico sopor subsiguiente a tan constante agitación. Lo que aquí se demanda sobre todo es una reflexión de los profesionales que elaboran la información y el entretenimiento sobre la nociva mercancía que a diario enjaretan a las fauces de los ciudadanos a través de las pantallas, es decir, a través del más importante medio de comunicación, representación y socialización de los valores –a menudo de los vicios- con que cuenta la sociedad.
Ese elevado ejemplo moral de Ángel no pasaría tan desapercibido, y dejaría su huella y la exigencia de su referencia en la orientación actitudinal de todos, si se resaltara y se encareciera como en sí merece, máxime en una sociedad bombardeada día y noche por radiantes modelos de irresponsabilidad social.
Otro tanto podríamos decir de la hegemónica producción cultural. ¿Cuántas películas, cuántos relatos, cuántas canciones alrededor de la heroicidad de Ángel, o de gestos similares al suyo, que impregnaran la colectiva conciencia, que fueran así algo más que gotas en un océano de ruido y furia malsanas, se compondrán? Seducidos por la sedicente atracción del Mal, que es al parecer muchísimo más divertido que el Bien –y divertirse, sin saber muy bién cómo y de qué, parece ser el mandamiento central del mundo presente- los “creadores” suelen desde hace decenios –también porque colocan en el mercado mucho mejor esa mercancía- deleitarse en la morbosa plasmación de antisociales psicópatas, adobados por los “creadores” con un encanto transgresor irresistible, ante el que ellos mismos se derriten primero, y más tarde su legión de admiradores. En muchos talleres de relatos la primera lección no escrita al aspirante a escritor viene a ser: si te sale un “cabrón”, un auténtico “cabrón”, cojonudo, por nada lo sueltes.
Es paradigmática a este respecto la diabólica fascinación que Hanibal Lecter –y su desquiciada, y no por casualidad, caníbal “ética”- a todos –incluida Clarice, la heroína detective del relato- nos producía, brillo maléfico y magnético ante el que la insulsez repeinada y pazguata del policía bueno disolvíase en la misma insignificancia que espera al inaudito arrojo salvador que en la Puerta del Ángel madrileña pudo verse. Hasta el punto de que el autor de la película reservaba al criminal Lecter incluso, para que nada se rindiera a su transgresor atractivo, nada menos que la autoría de la frase misma del enamoramiento sumo –que en la boca de un elemento como él debía un poco rechinar, ¡como si fuera el caníbal el único posible portador de la llama decisiva del amor!-: “el mundo, Clarice, es mucho más interesante con usted dentro”. Quizás tampoco por azar la cosa –por lo demás, formalmente brillantísima a mi juicio- llamábase “El silencio de los corderos”. El nuestro, quizás.
Por eso mismo ahora, no curados, sino sumergidos ya la mayoría en todos los espantos imaginables, el reclamar a los del Sálvame su brillantosa atención al Héroe quizás resulte lo más trangresor hoy, una estupidez, vamos.
Es admirable su afán por mantener vivo en nuestra frágil memoria a un héroe de carne y hueso. Del que tan faltos estamos, encerrados como usted bien dice en la jaula de rayos catódicos, o lo que quiera que sea ahora, que los tiempos cambian. E imagino a ese empresario, que le ha leído a usted y al que ha convencido para hacer la gran película de su vida. De la de Angel. Imagino ese casting para dar vida en la pantalla al angel salvador; alto, moreno, atractivo, sexualmente irresistible y quizás rodeado de amigos que le adoran y le respetan. Una madre a la que trata con exquisita ternura y una novia de medidas perfectas, sonrisa dentrífica y comprensiva. Si me apura, incluso bien hablada y lectora empedernida. Belén Esteban, vamos. Y entonces voy y pienso: Joder, no me extraña, un tipo así ha de ser un héroe. Yo nunca podría haber actuado de esa manera.
ResponderEliminarY usted se preguntará: a donde quiere ir a parar este pelmazo. Pues se lo diré. Espero que su ejemplo, el de Angel, sirva al menos para que una persona haya aprendido que alguien hace, aún a riesgo de algo, lo que tiene que hacer, sin pensar en los problemas que le acarrearía el saberse denunciado en el caso de que por un mal manejo, al sacarlo de la vía se hubiese roto un hueso.
Déjelo así, escritor, que no me lo toquen...
Uy que canción más fea... no me gusta nada. El post interesante, pero pocos ángeles van quedando, aunque alguno de vez en cuando nos sorprende.
ResponderEliminarSaludos, José Antonio.
Buen artículo Jose Antonio.
ResponderEliminarEs cierto, vende más el Mal que el Bien, pero esto viene de antiguo. Ya decía Hitchcock que cuanto mejor es el malo, mejor es la película, nos atrae la maldad, el por qué unos pueden hacerlo y otros no, por qué si te cargas a millones (Napoleón) eres un héroe y si matas a una pobre vieja eres un vulgar asesino (Raskólnikov).
Los padres del Mal son la soberbia y el orgullo, "puedo hacer lo que quiera a quien quiera cuando quiera". Un psicópata siente placer cuando SABE que la víctima está en sus manos, que no tiene ninguna escapatoria, él es Dios.
Hannibal no está mal, pero a mí uno de los que más me ha impactado, cinematográficamente hablando, es el de "Belle de jour", el tipo que se folla a la Deneuve. Impresionante.
Saludos tron.
Jose,estoy últimamente muy mal de tiempo y no puedo escribir en el blog.Seguro que también influye mi incapacidad para la sintesis y la concrección,herramientas ambas muy útiles para poder expresarse en tiempos del cólera y en tiempos de crispación.
ResponderEliminarPero puedes suponer que entro todos los dias para leer tus posts y los comentarios que,estoy,por lo general,de acuerdo.
No le des más vueltas a los personajillos de SALVAME.No tienen arreglo.Ni ellos ni el público al que se dirigen.Es cierto,es cierto,cuesta aceptar tanta mediocridad aderezada de tan mala hostia,pero...esto es lo que hay.Es frustrante ver y oir tantos espejos deformantes en una sociedad civil devaluada constantemente en lo educacional y en lo cultural.Y sin asomo de neutralizar,siquiera en parte,una pequeña porción de degradación moral.
Bueno,lo que si quiero agradecerte es la cantidad de referencias cinéfilas y musicales que acompañan tus posts.RICAS Y FAMOSAS,FORREST GUMP,LA DOLCE VITA,SOLARIS,2001,BLADE RUNNER...y EL CIELO SOBRE BERLIN Y EL SILENCIO DE LOS CORDEROS.Enlazándo todo con hoy,he de decirte que ambas me parecen magnificas.Wender hace una apuesta muy suya,absolutamente creativa y distinta.Todo su cine es así.Admirable su última FLORES ROTAS.Qué manera de plasmar con la inestimable ayuda de Bill Murray,la perplejidad que nos produce la vida continuamente.Y el dolor.Y la pérdida.Impotencia absoluta.En el caso del cielo y Berlín(qué bien puede ser Madrid),reconforta ver a esos tocayos mios en la ficción.Y en la realidad,qué decir de ese ángel del Metro...un alivio sorprendente.
El SILENCIO DE LOS CORDEROS es,sencillamente,impresionante.Desde la secuencia inicial de los titulos de crédito.Y tienes razón,Jose,estamos demasiado acostumbrados a demasiado silencio.Tan sólo nos despierta un poco el ¿balido?,¿el grito? del que intuye desesperado que vá al matadero.Pero apenas nada,al poco, retorna el silencio,la calma del todo ficticia y brevemente temporal.
Sí el mundo es mejor con unos pocos.Qué decir de Jodie-Clarice-Foster-Sterling....
Pero,en la larguisima secuencia final,el monstruo,el mal, pasean despreocupadamente.Solapados,al margen de esa aparente normalidad que transita en cualquier calle,en cualquier lugar.
-KUFISTO,de acuerdo con Buñuel,pero...¡hala Madrid! a pesar de todo.
SALUDOS
Oye,Jose,la fiera de mi niña-¡no sé cómo!-se ha atribuido impunemente mi post.¡¡SE VÁ A ENTERAR! Increible,con sus putos conocimientos de tecnologia punta e informática me ha suplantado la identidad,mi NICK. Lo digo para qu
ResponderEliminare conste en acta,ante notario y a la espera de que hable con mis abogados...
SOY ROY,SOY ROY,SOY ROY,SOY ROY.¡SERÁ POSIBLE!
CHARO es una impostora redomada....pero la quiero,qué se le vá a hacer.Por esta vez,pase.
SALUDOS(mios,los genuinos).
-Cesar:pues yo sí creo que se podría hacer una buena película alrededor de él, pero no como usted la pinta, claro. Habría que hacerla, y que no importara tanto que fuera un éxito y que ganara no sé que gran Premio, hacerla...
ResponderEliminar-Titania: saludos. Bueno, se le quita el audio y fuera. Gracias por "interesante".
-Kufisto:gracias. Yo en eso no estoy con Hitckock.¿Por qué ha de atraernos la maldad? ¿La de Hitler? ¿La de De Juana más que Irene Villa? Saludos, colegui.
-Charo/Roy o Roy/Charo, que se os ve muy montados, y gusta veros así: muchas gracias a ambos.Gracias por cada día asomarte a ver lo que ese día me pica o me enardece o me aburre. Gracias de verdad porque me llena de ilusión leertelo.En general lo que pongo es porque me gusta y lo considero relacionado con el lío del montepío. ¿Flores rotas no es de Jarmusch? Me gustó mucho. Un abrazo para los dos. Gracias por escribirme
roy dijo.... llevas razón, vaya lapsus, es Jarmusch. Celebro que te gustara.
ResponderEliminarSabes que te seguimos.
El silencio de los corderos es un clasico del cine.. una peli que tiene todo lo justo y necesario, que no deja ni un renglon librado al azar.. excelente!! muy buen post!
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