La otra mañana, todo meditabundo y errabundo a pesar de dirigirme hacia el trabajo, venía yo arrastrándome más que caminando sobre las aceras, tal era la gravedad que alcanzaban mis mentales inquisiciones. Joder, ni que llevara el peso entero del mundo contra mis vencidas espaldas. Debía parecer el muá, a los ojos del resto de ufanos viandantes, uno de esos adustos caballeros, sobrecargados de los hombros y como teñidos de una enfermiza palidez sobre el oscuro jubón, de los que en su día inmortalizara Doménico Theotocópulos. Theo-to-cópulos Doménico, qué nombre tan bonito y tan sensual, casi sus sílabas reverberan ellas solas en los labios sin quererlo, tan a tono además con la mañana calurosa y jubilosa, impropia a todas luces de las calendas que llevamos, y que más aún debía contrastar la pesadez de mi estampa cabizbaja. Era ya a esas horas el sol un buen tunante allá arriba, que caldeaba los cuerpos con imprevistas caricias subiditas de tono. Los gorriones se perseguían frenéticos de rama en rama con fornicatorias intenciones. Todo lo calenturaba ese pedazo de sol, todo, menos mi frígida silueta.
Y es que en los últimos días me habían colocado en el blog dos bien extraños comentarios a una poessía d´amore que había puesto yo… en las vísperas de San Valentín, tilín, tilín. ¡Great post!, clamaba al principio zesovela. ¡Nice and helpful piece!, encomiábame los míos versos mesunazi. Carambola, me decía yo a mi vez, entusiasmado también de inicio, hasta en la lengua de Shakespeare existen almas caritativas que de lo mío se apiadan. ¡Y tanto! Great, nice, helpful. Rebotaban por mi cabeza –y con qué sobredulzura de almíbar añadido- los elogios anglosajones como bolas premiadas en un remoto bingo. Con un par, José Antonio, –noté cómo mi ilusión crecía y crecía- así llama el Destino a la puerta del Hombre, las cosas del Intenné ansí son, quién te dice que detrás de zesovela, detrás de mesunazi acaso, no anda la británica Editora que le haga al fin justicia a mi arte, que es punto y aparte. Quizás Mr Follet le haya dicho por lo bajini a alguien: lee, lee a este hijo de la Gran… Bretaña y verás lo que es bueno.
Mas a lo que sus comentarios remitían era a… – aún temblando pulsé esos enlaces-… a una guapa médica, tan guapa al menos como ¡la mismísima Kate Middleton!, a la que muchísimo se le parecía, -ahí está, en los comments de mi poesía, mírala y dime si miento- que se me apareció entonces sobre el ordenata como una hada medicinal. Tenía la doctora Middleton –sorry, lady Mi, pero así la bauticé yo al instante-, que sin pestañear me miraba con sólo una discreta sonrisa, bata blanca y fonendo al cuello. Tenía sobre todo un par de prometedores ojos y dos muy saludables pómulos, como de manzana reineta en sazón. Tan rebosante aspecto arrumbó por lo suelos al momento la cometa de mi fantasía, claro. Pues lo que en realidad, tras una breve y técnica disertación, venía a ofrecerme la lozana doctora Middleton era… ¡viagra!, buena, bonita y barata viagra, azulada y lírica viagra, que al parecer de las zesovelas debía yo encargarle pero que ya mismo.
O sea, que había querido yo con mis versos perfilar y dilatar los temblorosos contornos más del enamoramiento que del puro deseo, y coincidían las zesovelas, tras penetrar en la clave última de los mismos, en recomendarme… la dichosa pastillita azul. De esta forma me leían como poeta ese par de foráneas. Pensarían las zesovelas: le hemos calao, a este pájaro lo hemos calao. Mucha palabrita pero es nuestra pastillita lo que en el fondo tú necesitas, puestos ya a sobetear el ripio, calculé que habrían ellas cavilado. Algo así como el inveterado “¿eres poeta? pues abróchate la bragueta”, adaptado a los modernos tiempos de la Mugre: ¿eres Poeta? pues cajita de Viagra a la Maleta. Leches, si al menos no me hubieran puesto por delante los turgentes great, nice y helpful de los prolegómenos, si tanto no me hubieran encelado con ellos, no habría sido tan dura la caída mía.
Era algo perfectamente absurdo: de sobra sé que ese día, como todo en esta tarantiniana vida, llegará, pero a día de entonces, tilín, tilín, San Valentín, y odio alardear de nada, no se daba el caso aún de que necesitara mi lírica lira de químicas sustancias para, modestamente eso sí, elevarse y por si solita fulgurar. Tampoco pasaría nada muy grave si así fuera. Hay cosas peores. ¿Quieren creer que, como en las más idiotas profecías que se autocumplen, sucedieron a las recomendaciones zesovelas unos muy amargos días en los que, lleno de un pánico desconocido, me miraba, me escrutaba, me espiaba… y no del todo me encontraba? Se me llenó el espíritu de dudas. Me decía, no si al final verás, tendré que escribirle a las zesovelas estas encareciéndoles su apoyo y… rogándoles que me receten un poco de lo suyo. Sólo por reencontrarme, quede claro.
Y con ánimo tan apesadumbrado gravitándome sobre la chola, como de nubarrones atiborrándose de creciente negrura, arrastraba yo mis pasos camino del trabajo en la ardiente mañana que el madrileño abril casi a traición nos brindaba. Al atravesar un paso de cebra un conductor malencarado me pitó con rabia. Se ve que no me correspondía pasar entonces y tuvo que frenar, yo que sé. Encima aquel macarra me mostró al pasar muy rígido sólo el dedo corazón de su mano derecha. Qué menda. Alcancé, tratando de disimular cuanto pude el engorro, la otra orilla.
Había allí, al pie del semáforo, una mujer morena, menudita y un poco rechoncha. Ya verás, me habrá visto esta tía los ridículos aspavientos que por culpa del claxonazo hube de proyectar, y aun se estará riendo de mí, me malicié. Pero no. Esbozó sin mirarme un amago de sonrisa compasiva. Me fijé entonces un poco más en ella. Llevaba una bolsa de mandarinas. No, no era tan atractiva como la lozana doctora Middleton a que me habían enviado las zesovelas viagrófilas. Era normalita, como tú y como yo, aunque todos los miembros de su cuerpo guardaban entre sí una adecuada proporción. Llevaba el pelo negro un poco largo. Tuvo además la indecible bondad mi samaritana particular de no hurgarme en la herida, es decir, de hacer como que nada de mi estrepitosa gesticulación reciente había ella visto.
De alguna misteriosa forma captó también al vuelo que alguna íntima herida más aún me mortificaba, pues con naturalidad dejó caer a mi lado, “uff, cómo calienta hoy el Greco”, concediéndome un invisible permiso para contestarle algo y proseguir después cada uno su camino, poca cosa en apariencia, un cabo con que aferrarme al mundo de los vivos en realidad. Cómo calienta el Greco, juro que eso dijo. Doménico Theo-to-cópulos, traduje al instante yo. “Es verdad…es… verdad”, le respondí un poco alelado, qué quieren. Se inclinó entonces ella a recoger la bolsa de mandarinas que había dejado un momento en el suelo y por entre los pliegues entreabiertos de su camisa azul mahón pude ver durante un instante electrizante el doble promontorio divino y agitado de sus senos, los indicios gloriosos de sus pechos yendo y viniendo, redonditos como dos mandarinotas exuberantes y vivas, que desde donde yo estaba se adivinaban golosas y muy bien colmadas.
Debió ponérseme el rostro más rojo que la misma luz incandescente de la figurita del semáforo que a los peatones nos prohibía el paso. Debió darse ella cuenta. Me miró algo seria, se giró de espaldas contra mí… y vino entonces lo mejor.
Sí, porque mientras esperábamos el verde que aflojara el nudo que el semáforo había entre nosotros dos formado, soltó de nuevo la bolsa de la mandarinas y con aérea destreza empezó a recogerse la mata de pelo negro y liso por encima de la cabeza, anudándolo en varios intentos, amasándolo en dos o tres formas distintas de trenza, buscándose con la otra mano una diadema o una goma que no aparecían, sosteniéndose simplemente el pelo negro allá arriba acopiado entre sus manos, los brazos desnudos y flamantes en triángulo hacia esa altura, sus flancos expuestos y libres, sólo para aliviarse un poco el calor que la traía sin duda sofocada, hasta fijárselo al fin con arte, como una piña que hubiérase dispuesto ella sobre la cabeza.
Parecía todo transcurrir al ritmo de una primorosa cámara lenta. Sin quererlo ella, dejó al descubierto para mí allí mismo el cielo de su cuello esbelto y terso, y la postrimería de su nuca, esa pelusilla preciosa de melocotón que las mujeres ahí poseen, a escasos centímetros míos esas hebras de cabello angelical en escarpado rizo sobre una piel tan exquisita. Le brillaban ya por el sudor, mínimas perlas en bucle sobre aquella nuca; algún júbilo remueve por dentro siempre el sudor, así es que no pude por menos que, afinando mucho los labios, soplarle y soplarle para mejor refrescar ese cuello, para en algo refrigerar ese cuerpo acalorado, como si, más que boca y dientes, un fuelle de aire tibio inagotable para ella tuviera yo allí. Con los ojos entornados movió ella, de forma quizás inconsciente, hacia uno y otro lado la cabeza, dejándose llevar durante un instante en la caricia intáctil, sin preguntarse por tanto todavía por el origen de su dicha inesperada, para que la brisa de mi soplo le alcanzara bien todos los recovecos de la nuca ardiente.
Se volvió al fin y me encaró. Puede que vaya a cruzarme la cara de un torniscón, pensé. Se sonrió en cambio, tan discreta, ahora sí, como la misma doctora Mí. Se agachó entonces, poniendo cuidado en estirarse bien la camisa para vedarme por completo la visión pecaminosa, y, eligiendo entre todas, me regaló una de las mandarinas de su bolsa. “Me encantan”, acerté a decirle. Saltó la luz verde. Y se alejó en dirección distinta a la que yo llevaba la mujer de las mandarinas. Aún veía yo su nuca cuando ella ya había desaparecido. Hum, me resbalaba el jugo de la mandarina barbilla abajo, pues la estaba comiendo con la fruición de un caníbal.
¿Y lo Otro? Entonces no ocurrió; nunca me hubiera perdonado grosería tan indefendible en un momento tan sobrenatural. Pero unas horas más tarde, sin causa alguna que lo provocara, por así decirlo… me reencontré. Tampoco era para tanto el tema, que es que soy más bobo que Abundio. Ah, y muchas felicidades, doctora Mí.
¡Nice and helpful piece!,yo lo digo de corazón José Antonio, no de bolsillo para vender pastillas...
ResponderEliminarPero tengo un problema: me parece que vas a perderme, que me despido de este blog.
¡TU TALENTO LITERARIO ME ROBA LA AUTOESTIMA, LADRÓN!
¡Qué maravillosa historia o tal vez es la forma de contarlo!
¡Yo no quiero una mandarina de un señor, yo quiero el secreto de tu pluma cuando te encuentre en un paso de cebra!
Si mañana te encuentras ayuno de inspiración, he sido yo con un conjuro, con una maldición celosa hasta la extenuación.
Encuentra pronto un editor que el mundo se está perdiendo lo que es un verdadero escritor.
Asun
Muy bien, José Antonio
ResponderEliminarQué experiencia más sensual y envolvente... y todo junto a un semáforo!
Recuérdame no dejar que soples en mi nuca!
Saludos blogueros.
Yo creo que la tía de la mandarina quería fornicarte. Te enseña las tetas, te da la mandarina, sin duda un símbolo de que quería darte el potorro...
ResponderEliminarAmigo mío: lo que tiene el Interest este es nada más que se trata de la segunda gallinita de los huevos de oro, tras el deshonroso primer puesto que ocupa la telefonía móvil, descubierta por aquellos yuppies de antaño. Aunque todo sea por el interés tan progre él de la rebaja de testosterona, necesaria para no combatir a los mandamases, como sería menester.
ResponderEliminarAhora bien. Yo lo veo muy claro. Sin ir más lejos, ayer mismo, esa sumisa proletaria del pesebre extremeño, llamada Pepa Bueno, no paraba de hacer hincapié -en medio de tantos saltitos de busta parlanta a que le obliga la puesta en escena del turiferario del Ente- con que "en el comando especial que ha ejecutado a Bin Laden no hay mujeres". A renglón seguido, la andrógina voz que daba pie al consiguiente "total", insistía en lo mismo: "Se trata de un comando donde no hay mujeres". El "seals" ese o como coño se llame.
"Claro -pensé yo- ni puñetera falta que hace que haya féminas en el seals de las narices o lo que sea". "¿Para qué -proseguí ensimismado yo también en montones de editoriales imaginadas de esas que -modestia aparte- dan mil millones de vueltas a cualquier cosa escrita, mejorando lo presente- si a ellas no les hace falta organizar ni comandos ni comandas. Míralas -era la hora del paseíto de las paisanas, de cada día: siete y media de la tarde- ellas tan completamente ajenas a la crisis, casi ajenas a Zetapé, ajenas a todo lo ajeno, jactándose -eso sí- del peligroso brote de psicalipsis de este año, aún peor que los anteriores y para el que tampoco existe remedio..."
Y un poco más adelante caí en la cuenta: "Debí poner en el bló de mi admirado José Antonio que, en realidad, lo que de verdad, de verdad de la buena (de la de la Pepa Bueno), fascina a los progres y a sus falsos imitadores es... ¡la poligamia simultánea del árabe!, que no la sucesiva, que eso ya es cosa judía". De ahí la aversión del progre al cristiano. Y de ahí que tirios y troyanos nos devanemos el sexo en mil y una cuitas y guerras inútiles, tanto cruentas como no. Mientras, ellas, sencillamente van a lo suyo: a partir el bacalao, como quien no quiere la cosa.
Un cordial saludo.
Pues si que es sensual este post hombre, el mío era muy borrico, demasiado explicito, aunque era justo lo que quería transmitir. Me ha gustado tu manera de contar como una mujer, esta “TÚ” doctora, te hace ver un mundo nuevo dentro de ese “viagra” tan sugerente, jejeje
ResponderEliminarCuando ella se agacha y la explicación de cómo le soplas, la descripción de esa pelusilla de melocotón y gotitas de sudor que se remolinean, me ha parecido lo mas erótico que he leído desde hace tiempo, así que apúntate un tanto y de los grandes.
Gracias por esta dosis de talento repartida gratuitamente por la red, y enhorabuena, eres un orador magnifico.
Besos tintados de erotismo querido, te dejo aquí un regalito, mi canción de hoy, por si te gusta.
http://youtu.be/LIQz6zZi7R0
La vida transcurre a camara lenta cuando contemplamos un espejismo, porque no lo dudes era un espejismo provocado por la viagra y el recuerdo de Ladi Mi
ResponderEliminarjaja Desde luego ¡te pasan unas cosas! Eso sí...todo con colores adornando un descriptivo post...ese azul , ese semaforo rojo verde....Esa imaginación tuya...jaja
ResponderEliminarUn beso
¡¡Guauuuu...!! Qué maravilla José Antonio. No me hubiera importado que la historia continuase, me has enganchado sin remedio. Una historia preciosa de principio a fin.
ResponderEliminarTampoco me ha importado posponer por un rato mi lectura vespertina, tu blog siempre me merece la pena.
Un beso.
Muy bueno José Antonio. No me excitaba ni me ponía tan cachondo con un relato, desde que vi: "El cartero siempre llama con el rabo". Saludos.
ResponderEliminarNo sé cómo he llegado a ti pero, te aseguro que no soy la Doctora Mid o Lady Mí, y no vengo a ofrecerte viagra ni nada parecido.
ResponderEliminarNo tengo adjetivos para calificar tu relato (todos se quedarían cortos), así que solo te diré que seguro, segurísimo, pronto llamará a tu puerta la británica Editora que le haga al fin justicia a mi arte... porque, a mi juicio, tienes mucho arte.
Saludos.
PD. Has hecho que me divierta una barbaridad con tu relato. Iba metiéndome en él, desde la primera frase, y lo visualizaba perfectamente... Oye, ¿de verdad le hubieras soplado la nuca a una mujer, en un semáforo, en una situación similar?... ¿Sí?... Jajaja...
Jajajaja me encanto tu relato de principio a fin,humor mañanero y buena muy buena pluma gastas escribiendo, quiero decir pluma de escritor y poeta jeje y el centro del meollo de tu escrito azul de poeta más aun jajaja.
ResponderEliminarGracias mil por tu huella bloguera, y por escribir así de una forma tan genial.
Un abrazo de MA para ti Jose Antonio.
¡¡esto es una primavera en exceso!!
ResponderEliminar¡Vaya subidón que te ha dado con la primavera!, supongo.
ResponderEliminarBuen humor y buenísima la forma de contarlo.
Fascinante, José Antonio.
Un abrazo.
¿Pero lo dudas? Sí, llevas el peso del mundo entero a tus espaldas. ¿Por qué sino vas a realizar este maravilloso blog?
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus pálabras de ánimo, José Antonio. También me hago seguidora tuya. Te lo mereces.
ResponderEliminarMe encanta tu forma de escribir, y te aseguro que, si no fuera así, no te lo diría.
Te repito: me has hecho pasar un rato tan agradable como hacía mucho tiempo no lo pasaba.
Un abrazo.
Hola José Antonio, lo primero decirte que te agradezco tu comentario en mi blog, lo que me ha permitido conocerte..
ResponderEliminarCon respecto a tu post te diré que me gusta pero sobre todo por que siempre, absolutamente siempre hay un momento donde nos encontramos con otro ser humano y sentimos dentro del corazón algo que nos indica que estamos vivos y que la vida merece la pena de ser vivida..
fueron segundos.. pero te impactaron y seguro que te animaron el día.
Un placer leerte y volveré
Escribes como nadie José Antonio. Qué Arte.
ResponderEliminarComo para pasarse una noche entera leyéndote.
Me gusta leerte. A veces no concuerdo. A veces. Pero siempre me apasiona.
En una ocasión me contó alguien a quien le habian contado que el amigo de un amigo suyo, más o menos le sucedió lo que aquí explico
ResponderEliminarEL GATILLAZO
¡A la velocidad de un rayo de luz!...
Sucedió todo en un instante
de aquella maldita noche no invitada.
Los aturdidos pétalos de las rosas,
fundieron sus sonoros latidos
con el oscuro oxido del yodo
de aquel inesperado momento.
Aún conservo, sin nostalgia,
el amargo sabor de aquellos líticos versos
que surgieron de los suburbios de mi mente.
Fueron grabados sobre el frío acero
de un sentimiento no explorado.
Un aturdido reloj,
cegado por los flashes de tristeza,
ahogó el tiempo,
sumergiéndolo en las profundas aguas
del mar de sus azules ojos.
Las hormigas voladoras
y los negros crisantemos
que emergieron de la sangrante herida,
por siempre cabalgarán a la grupa
de un deforme y escuálido Pegaso.
Terly
Y digo yo que estas cosas deben pasar por no tener como médico de cabecera (o a la cabecera de la cama) una doctora Kate Middleton para poder usarla a modo de Viagra.
Un fuerte abrazo, José Antonio y gracias mil por tu visita.
Si ya lo decía yo que los semáforos tienen intervalos muy largos y dan lugar a elucubrar jajajaja
ResponderEliminarUn beso y buen finde
Verdaderamente eres muy original....y muy imaginativoooooooo!!!!!!!
ResponderEliminarun abrazo
Me está muy bien empleado por ser yo tan indeciso. Hace tiempo que ando barruntando una entrada que narre las curiosas miradas que la rubia larguirucha que me cruzo hacia el trabajo me dirige. He de reconocer que ambos nos hemos ignorado en los primeros meses. El primer año, una mirada discreta en el reflejo del escaparate. Una leve y ocasional mirada de solayo en el segundo año. Y estamos en el tercero y seguimos en las mismas. Bien es cierto que para yo poder acariciar su cuello con mis soplidos, habría ella de ponerse en cuclillas. Y ya dejé dicho que no viene de la compra, sino que va al trabajo. Tomaré fuerzas de tu relato y en la próxima ocasión que con la rubia me cruce, le sonreiré abiertamente, aún a riesgo de parecer un imbécil desnortado, que sonríe a sus propios pensamientos.
ResponderEliminar¿Mordiste la mandarina pelada o sin pelar..?
Me has arrancado una gran sonrisa. Gracias. Magnifica. Insuperable tu entrada. Saludos
ResponderEliminarVaya, vaya. Pues sí que es toda una ilustración la entradita, ya me iba a empezar a acalorar yo también, pero no son esos los impulsos que me mueven a mí. De todos modos, me ha gustado mucho, porque en días tan veraniegos como estos, es cierto que apenas puede uno encontrar un retazo de sombra donde esconderse del sol tan atrevido que pulula por ahí arriba. Y cuando digo digo, digo Diego...
ResponderEliminarEl caso es que como César, yo también me he quedado pensando en la probabilidad de si aquel veinteañero con melenita morena, con el que me he cruzado desgraciada y dolorosamente tan solo un par de veces en la facultad, que me ha mirado durante más de 20 segundos -cosa que yo, ¿muy a mi pesar? y en contra de mi personalidad de tía dura he intentado evitar- he devuelto.
Sería mucha potra que el hombre de mi vida reflexionara así en su... ¿blog? sobre esas furtivas miradas.
Me conformo simplemente con que le haya recorrido un escalofrío y que quiera volver a mirarme. Ahora, la puñetera suerte será la encargada de decidir si debemos volver a encontrarnos. Espero que sí, porque sino... la mataré.
Si con estos relatos alguien necesita viagra es que está muy mal, o está viendo a mi suegra.
ResponderEliminar(Mas me da la impresión que si Ud. necesita viagra es por la insoportable presión que sufre por parte de sus lectoras, que le tienen ya exhausto)
Bien sabes, amigo Greco, que sigo tu rincón cibernético desde que comenzaste esta aventura bloguera y que disfruto mucho con ello. Mira que usas un lenguaje alto, pero a su vez lleno de hibridaciones con neologismos, juegos de palabas y joseantoniogismos; pero la magia de tu narrativa, no será la primera vez que lo diga, reside precisamente en eso, en escribir bien y que se entienda, ¡¡coño!!
ResponderEliminarToda esta parrafada para darte mi enhorabuena -de nuevo-, por otro post mágico, gracioso, intenso y enriquecedor.
Un abrazo muy fuerte y ojo con los pájaros fornicatorios, que con tanto Greco confunden las mandarinas con Hijos de la Gran... Bretaña. jajajajaja
Enorme que eres, amigo
Tu ironia y tu buena letra es admirable. Además tienes el don de enganchar desde el principio.
ResponderEliminarGracias por tu comentario en mi blog, muy generoso de tu parte.
Un abrazo
Mercedes
Bi-agradecido.
ResponderEliminarPor la entrada, y por la salida.
Cuando nos cuenta lo de cope y sus articulistas. Muy buena entrada...abraxos.
ResponderEliminarVaya..., cómo estamos con las calenturas primaverales...a ti te hacen falta pastillas, si, pero para la fiebre...
ResponderEliminarSaludos.
Despues de leer tu relato, una se pregunta ¿fue un sueño?, ¿fue realidad?, ¿fue un deseo? ¿tal vez un espejismo?, fuere lo que fuere, un "caluros" relato
ResponderEliminarUn abrazo
Pavas y pavos reales...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
De nuevo,con tu extraordinaria prosa que captura los instantes como pocos,me he reido un buen rato,Jose.Muy bien.
ResponderEliminarComo son las mujeres,eh?.Sus posturas,sus miradas,sus poses eróticas,sus recogidas de pelo a cámara lenta que llegan a ser un climax de dificil soportabilidad,sus aberturas que dejan entrever maravillosas turgencias,sus quedas vocecitas sugiriendo u ofreciendo algo,mandarinas por ejemplo.¡Ay,Dios!,¡cómo son!.Afortunadamente,convendrás,¿no?.
-Bueno,una vez dejada,por el momento,la indeleble huella que has conformado para el comportamiento masculino en los semáforos que me ha dejado-también- desasosegado,coincido contigo en la apreciablidad de la bella Kate.El rostro femenino,Ahhhh,.Cómo dijo Juan Valera,una mujer también es de quién la contempla.
-Me alegro mucho que citaras en tu anterior post a RICHARD FORD.Es uno de mis autores favoritos."El periodista deportivo","Acción de gracias",etc...
Me alegró que también compartas esa referencia literaria.
-Buen fín de semana.Saludos.Y gracias por desear prontitud en las reformas.
Esta chica gana mucho de cerca, y es mucho más guapa que el principe.
ResponderEliminarHola José Antonio, jajaja, una gran historia. Personalmente prefiero esas experiencias al reencuentro posterior ¡Qué sería de la vida sin ellas! Saludos José Antonio, y grandísima la narración.
ResponderEliminar¿A ti te pasan siempre cosas de estas al cruzar el semáforo? jaja!!!
ResponderEliminarMuy divertido y mejor contado, ha valido la pena emplear el ratito.
Besos.
He llegado aquí por un comentario sobre la película "Buried" en el que dabas el nombre de tu blog y te equivocabas, lo que me ha hecho gracia... y aquí estoy.
ResponderEliminarNo sólo es interesante lo que cuentas, es que lo cuentas bien. Enhorabuena.
-Asun:Nice you too. Gracias
ResponderEliminar-Herep: Gracias.¿No podré soplar tu nuca? Pues vaya
-Bucan: ¿eso quería ella? No creo
-Juante:eres un guason tú. Gracias
-Irene: muchas gracias por tus palabras de ánimo, por tu música, por tus besitos tintados, comendadora buena
-Jose Antonio: era un espejismo, eran dos entonces. Gracias, amigo
ResponderEliminar-WinnieO. ya sabes, amiga, las bobadas que a mí no me ocurran. Muchas gracias
-Elena: ¿no te hubiera importado que la historia continuara? ese es el mayor elogio; muchas gracias
-Rafa: El cartero siempre llama con el rabo? joer. Bueno, gracias
-Mar: muchas gracias por tus palabras tan atentas. Si te has divertido de lo lindo, si he conseguido que vieras con precisión la historia y la vivieras, ya me siento compensado. Un abrazo
-
-MA: gracias a tí por ser tan generosa conmigo
ResponderEliminar-Myriam:excesiva, sí
-Towanda: subidón primaveral, cierto, muchas gracias,me alegro que te gustara
-Macarena: muchísimas gracias, amiguita mía
-Mar: muchas gracias, te sigo. Gracias de verdad
-Estrella: gracias; tienes razón, me alegró el día. Vuelve.
ResponderEliminar-Tecla: ¿una noche entera leyéndome? Eso sería increíble. Ya sé que no siempre pensamos igual. No es lo más importante eso, creo, sino apreciar lo mejor que cada uno tenemos y disfrutarlo, y hacernos todos seguidores de todos, y estar así más juntitos. Gracias
-Terly: gracias por el Poema del Pegaso escuálido y del aturdido reloj, muy bonito, tienes razón hay doctoras que te lo curan todo
-40 añera: ¿sugieres que el semáforo estaba trucado? Ni idea. Un abrazote
-Mery: eso creo, demasiado imaginativooooo, gracias
-Cesar: escríbelo, ha de ser grande. Con cáscara y a mordiscones, claro.
ResponderEliminar-Mónica: ¿arranqué una gran sonrisa tuya? gracias por dejar su bonito rescoldo aquí. Vuelve
-Ana: gracias, gracias por tus palabras. No, mejor, por la salud de todos, que no te acalores tú. Mucha suerte, claro
-Aspirante: me alegro que te gustara. Un saludo
-Zorro: hola, tronk, gracias por tu lealtad, me alegro que disfrutes leyéndome, oye, aparte de los elogios inmerecidos, tienes un poder analítico sorprendente, me has dejado en bolas delante de mis cuatro lectores, quiero decir que me has pillado las claves mías a la perfección. Me animas así a seguir dándole a la escritura. Un abrazote, tronqui.
-Mercedes: gracias, tú si que eres generosa. Un abrazo
ResponderEliminar-Neo: es la primavera, ya sabes. Saludos
-Sinre: uff, cuando tenga inspiración para eso, me da pereza. Un saludo, amigo. Gracias
-Laurita: sí, yo creo que va a ser fiebre, del lunes por la mañana
-Maricruz: una mezcla de todo eso. Un besote
-Hiperión: reales pavos, sí señor Poeta. Un saludo
ResponderEliminar-roy: es verdad, atrapar esos instantes. ¿te has reido? eso mola,coincido contigo en tantas cosas. Gracias por las citas de Valera, por hacerme ver lo de Richard Ford. Un abrazo
-Savia: eso parece. Gracias. Vuelve, savia
-Ruiz: gracias, amigo, cierto, qué sería la vida sin, celebro que te gustara
-Candl: es verdad, siempre en semáforos, muy bien pillado. ¿Mereció el tiempo perdido en mi lectura? ¿fue así tiempo ganado? ideal, gracias
-Pilar: muchas gracias, sí, es que estoy un poco buried yo también. Vuelve, plis, hazte seguidora mía. Gracias
Descubro tu blog y me quedo viéndolo.
ResponderEliminarSaludos.
Muchísimas gracias por devolverme la visita, dejando tu bonita huella en mi blog, eres muy amable.
ResponderEliminarSaludos.
Lo que hace la loca mente creativa ante un semáforo y la espera: una mezcla bastante inédita, la lady esa, el viagra aquel y un gran Maestro inmortal. Quizás Toledo sea la solución; Ud. y la lady embelesada ante el maravilloso arte del Greco y el viagra estaría de más!.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por su visita!
Me encantó tu relato y ¿sabes? te imaginé con tu cara roja, como la luz del semáforo.jajajajajajhaja
ResponderEliminarTienes una narrativa, ágil y entretenida, de verdad, me gustó mucho y ahora si puedo opinar, además que es mucho mas entretenido que la política...
Besitos en el alma
Scarlet2807
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“ Pero unas horas más tarde, sin causa alguna que lo provocara, por así decirlo… me reencontré"
ResponderEliminarBueno, bueno, qué maestría! Esa imaginación portentosa, esa memoria tangible de la mandarina que, cual Bolero de Ravel , removería en lento crescendo los engranajes del impulso vital...
Con esas líneas citadas ( las tuyas,digo) te sale el primer relato de tu tercer libro.
( Y , así, hay en este post 50 comentarios)
Amén. Gracias!
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