Una lástima fue el que con tanta sorpresa, que era pasmo, que era extrañeza, que no sé bien ya lo que era, no pudiera yo disfrutar de las viandas como las mismas merecían. ¡Casi me atraganto con una cococha cuando, hablando de esto y de aquello, reveló allí Juan Luis que es que ahora era él, desde hacía seis años… ¡liberado sindical de la Unión General de Trabajadores! Tócate los gabilondos pero que a fondo, o sea. ¡En qué había venido a dar el más ingenuo y noble anarquista de nuestra mejor juventud! Aprovechó entonces para contarnos una maldad de la Pajín, de cómo le habían contado que había ella escalado la piñata del Poder, que mejor será no reproducir aquí, y que a risotadas feroces festejamos.
“Joder, qué curioso, Juan Luis, cómo la vida, según la forma en que nos va saliendo al paso, nos pone a veces y nos lleva a situaciones que ni por lo más remoto podíamos imaginar, supongo que así es la cosa”, le apunté, cuando me repuse del electroshock, creyendo de verdad lo que le decía. Le tenía al lado en la mesa. “Ya lo creo”, asintió él mirándome, y por un instante el brío indomable de su juventud le reverdeció los ojos tras los cristales de las gafas, desmintiendo la incipiente gravidez de su abdomen. Me dije, sin duda pensando en la imagen que de mi amigo yo atesoraba, entonces no pueden ser tan malotes como dicen los liberados sindicales.
¿Y los demás? Pues resúltase que de los otros cinco camaradas facultativos, sólo uno, Soto, ejercía de periodista. Le había ido además muy bien: entró por oposición en Radio Nacional, en deportes, y coincidiendo con la estancia de la Derecha en el Poder, había ascendido a un muy alto cargo de designación allí. Luego, harto del horario que exige el escalafón, nos contó que había dejado el puesto. Trabajaba ahora en un programa de la Dos y tenía un horario cojonudo, nos dijo. Quizás por ser el único en el ejercicio de la profesión en que todos éramos licenciados, pronto las miradas en la mesa fueron desplazándose desde Juan Luis hacia Soto y con las miradas también la soterrada envidia y el informal liderazgo a la hora de pontificar en la mesa. Al menos Soto sí que había llegado.
Los otros cuatro coincidían –eso ya no me sorprendió tanto- en ocupación: funcionarios por oposición de la CAM. Es decir: un empleo vitalicio, bien pagado, con buenos horarios, derechos laborales, vacaciones y tiempo libre, en fin, la Utopía socialdemócrata hecha en ellos realidad. Por supuesto, buenas personas y gente en la que a ciegas se puede confiar. Me contaron que tenían dos horas al día en el trabajo que podían ellos decidir cuando cumplimentar, si al principio o al final de la jornada. Hablamos de los hijos –pocos-, de los coches, en líneas muy generales de la vida que cada uno llevábamos. Dijo Soto que él vivía en Majadahonda, en una zona de adosados y que su mujer no trabajaba.Como quiera que la conversación un poco decaía, como quiera que al fin y al cabo algo de periodistas resonaba por algún lado en los allí presentes y los comicios estaban entonces próximos, hacia los postres dimos en hablar… sí, de Política, esa noble y ardua reflexión sobre la menos dañina manera de organizar la sociedad y sus individuos, que tantas emociones entre la sangre caliente de los españoles siempre levanta.
Tomó Juan Luis la manija de la charla. “Yo ya lo he puesto hoy en el grupo del feisbuk: al Señor de los Hilillos… que le vayan dando mucho por el culillo.” Le secundamos todos la chunga. Otros tres declararon al punto que naturalmente pensaban ellos como siempre votar a Izquierda Unida, que era, en sus muy escuetos términos, “quien más miraba por la gente de abajo, está claro”. Soto, el de la Dos, remató el balón risueño: “siempre lo he sido desde luego, pero yo, cada día es que soy más rojo, tío”. Como la economía, como la Crisis, como la llama de la Amistad, las risas contagiosas entonces se globalizaron.
En ese momento, con cabeza gacha, otro de ellos confesó: “yo soy militante desde hace veinte años del Partido Popular...Uff, se escuchó allí el brinco de aquellos nobles corazones...CONTINUARÁ
aclaraciones menuísticas: todas esas viandas que cito eran para probar, o sea, un bocadito de cada pa cada camarada, plato plato sólo el solomillito discretito, ostias, en los vinos no me fijé, falta de costumbre, claro.
ResponderEliminarGRACIAS una vez más a todos y a cada uno de los que me siguen en esta pesadita peripecia, resisten conmigo y me dejan su opinión, que es aliento del bueno. GRACIAS
Seguro que el militante de base es el que menos medró, me apuesto... bueno ya lo veré
ResponderEliminarUn abrazo
Tus colegas tal cual relatas, son las joyas de la corona, vamos...
ResponderEliminarCon el tiempo...los años nos cambian a pesar nuetro jaja
ResponderEliminarel anarquista sindicalista, Pajín y demás amigos, tienen carreras dilatadas e inesperadas.
es una lectura muy agradable.
un abrazo
Es curioso lo que hace el tiempo compañero jeje
ResponderEliminarUn saludo
Todo este "parque zoológico" con mínimas variaciones lo he visto desfilar por mi vida social, laboral. Pero también tengo amigos que su integridad y coherencia los dejó en mitad de la tabla o en puestos de descenso (me incluyo). Son a los que veo más a diario, con los que me siento bien. Muy buena crónica sobre "los hábiles sátrapas" José Antonio. Un saludo
ResponderEliminarMe temo que la velada termine mal a tenor de la idiosincrasia nacional.
ResponderEliminarHacía tiempo que visitaba su blog.
Un placer.
Saludos.
Ahí va un poco de ese aliento.
ResponderEliminarY los que ya estamos entraditos en años y hemos pasado de buen pedazo la barrera de los cincuenta, lo que hemos visto, vivido y lo que nos queda por ver "si la guitarra no se rompe". Saludos José Antonio.
ResponderEliminarEs curioso cómo el paso del tiempo va rebelando en cada cual las incertidumbres, los fracasos, los deseos imcumplidos o las metas alcanzadas. Yo por mi parte ya hace años que deje las amistades aparcadas para no tener que comparar entre lo que pudo ser y loq ue finalmente fue.
ResponderEliminarUn saludazo.
no me imagino como termina.....pero no tiene muy buena pinta,jajaja
ResponderEliminarMe ha gustado mucho José Antonio. Siento mucha curiosidad por leer el desenlace. Auqnue estoy de acuerdo con los comentaristas anteriores: esto va a acabar fatal :)
ResponderEliminarSaludos blogueros y feliz año!
Me dan ganas cantar, "Como han pasado los años, laaaassss vuetassssss que da la vidaaaaaa"""
ResponderEliminarSaludos