Sopló una ráfaga fría
Una alondra se despistó
Rodó la tarde aciaga
Cuando el toro lo atropelló
¡Ay!
Hundió el asta en el ojo
Destripó con saña el mentón
Se regó de sangre el albero
Ya el mirar causaba terror
Que daban con entreverlos
Los destrozos en esa cara
Miedo, llanto y pavor.
De los tendidos manaba el espanto
A todos salpicaba el dolor.
Oh, noble rostro del diestro
Aquel óvalo agraciado
Simetría de pómulos altos
De cuajo el puñal del cuerno
En un tris la desbarató
En revoltijo de piltrafa
En colgajo sanguinolento
Una ristra de órganos rotos
Seccionados, chorreantes
Oh, funesto surtidor,
En horrible cuadro cubista
Con sangre de hombre pintado
Aquella nobleza trocó.
¡No veo, No veo, No veo!
Gritó el diestro en volandas
Y el latido en los corazones
Por todo el coso se congeló.
Doctores salvaron su vida
Milagro no pudieron obrar
Quebrantado y contrahecho
Tan malparado en su hilván
La alegría por verlo vivo
No ahorraba el penar.
Mas entonces contra todo
Hasta el cuello en la adversidad
Haciendo honor a su casta
Eligió no claudicar
Sin alarde, sin aplauso
Con hilo de voz desflecada
Para sus adentros sobre todo
Juró volver a torear.
Y cinco meses más tarde
Después de muy duro bregar
De vencer al dolor y a las heridas
De al mismo miedo sortear
Para maravilla del respetable
Para triunfo de su voluntad
De su ilusión, de su vida
Del arte que mejor se le da
Vestido de nuevas luces
En la plaza volvió a lidiar
Para quien así sabe verlo
No otra es su verdad
Al fiero animal inmenso
Y en pases
la belleza derramar.
La medida de su arrojo
La grandeza de su afán
La leyenda renovada
El mito hecho verdad
Es la arcilla de toreros
De suprema cualidad
Verlo en la plaza de nuevo
Recobrados el vuelo y el compás
Solo, frente al toro de la Vida
A todos nos agranda más.
Juan José Padilla, por nombre
Su pundonor, su dignidad
Su bravura, su coraje
A la Historia pasan ya.
Si no supe tu heroica gesta
Con mejores notas cantar
Otro trovador más famoso
Sin duda pronto lo hará
Ante tí, Maestro, me descubro
Y a tu torería me rindo ya.
Gustos aparte (me refiero a los antitaurinos), todo un ejemplo de superación. Ovación y vuelta al ruedo para él.
ResponderEliminarDesde luego yo me rindo también ante una figura así!!! un beso y buen finde Jose Antonio
ResponderEliminarLa fuerza de voluntad de este maestro es inmensa, ha conseguido en poco tiempo lo que nadie imaginábamos.
ResponderEliminarGran torero, se merece muchas tardes como la de Olivenza.
Saludos.
Bella poesía sin duda, más no comparto tu afán.
ResponderEliminarPues no puedo llamar arte, al hecho de torear. Si no ansia de dinero y de popularidad.
Y mucho menos "maestro". Maestro es el que da enseñanza y pinchar a un ser vivo no es nada para enseñar.
No soy anti-taurino, no estoy a favor ni en contra de ná.
Y como Prescindo de Todo me podrás encontrar.
Un saludo José Luis
Bravo, artista. Espero que puedas disfrutar de muchos triunfos, aunque sólo los puedas ver por el rabillo de un ojo... Buen poema de José Antonio, otro artista y otro maestro, cuya muleta y espada son la pluma y la palabra.
ResponderEliminarServidor se apunta: me descubro y me rindo. Y me uno al homenaje.
ResponderEliminarUn abrazo
qué maravilla lo que has escrito...Tengo de mi padre el Tesoro del Parnaso Español, y tu poema merecería estar allí. Salud!
ResponderEliminarNo me gustan los toros.
ResponderEliminarNi los toreros.
Nada de nada.
Pero sí me gusta cómo escribes.
Todo de todo.
Un beso con capote ( o dos).
Siempre hemos dicho que los toreros están hechos de una pasta especial, pero lo de Padilla es algo espectacular, que solo en unos meses
ResponderEliminarse haya puesto delante de un toro, después de la gravisima cornada. Solo con un coraje y superación sin limites ha podido superar el trauma. Felicidades a Juan Jose Padilla por su éxito en Olivenza y ti J.Antonio por tu poema.
Saludos blogueros