Terminé de leer el otro día una novela abracadabrante: “Acceso no autorizado”, de Belén Gopegui. La publica una muy prestigiosa editorial multinacional,
no en vano es su autora una de las escritoras más reconocidas por la Crítica
tiempo ha. Es una ficción política en claves pretendidamente muy realistas cuyo
personaje principal es la ex-vicepresidenta De la Vega durante los meses que antecedieron a su caída en
desgracia en el gobierno de Zapatero.
La introspección y la “proyección” idílicas que sobre De la Vega lleva a cabo Gopegui
nos la presentan en la novela como una Pasionaria
posmoderna que, en compañía de cuatro anónimos y heroicos hackers,
pretende, antes de ser cesada, provocar un revolucionario golpe en el mundo de
las finanzas que vuelque nuestro país por la bienaventurada senda del
Comunismo.
¿Lo mejor de la novela? Para mí, los ramalazos líricos que muy de cuando
en cuando salpican la escritura de Gopegui.
¿Lo más flojo? Su endeble trama argumental, que la hace en mi opinión de problemática
verosimilitud. ¿Lo más interesante? Esta especie de cibernética Ibarruri encarnada en De la Vega que la autora, a la manera de Flaubert con la Bovary,
hasta el colmo interioriza y eleva con vigor a muy sorprendentes altares.
Novela abracadabrante digo, porque al levantar el lector la vista y
cotejar la distancia entre la realidad que sobre De la Vega la escritora propone y la que efectivamente llevó y
lleva ésta a cabo, comodísimamente apalancada en el noble Consejo de Estado,
quédase en efecto a cuadros.
Es “Acceso no autorizado” una
novela “de tesis”, un preclaro exiemplo, diríamos, de “realismo comunista”, que la Autora, conocida defensora de la
dictadura cubana y de las causas de la Izquierda más radical, no trata de
ocultar: abundan esas formulaciones tan caras al imaginario izquierdista, entre
apocalípticas y mesiánicas a la vez, cifradas alrededor de una dialéctica a
muerte entre el noble Pueblo y el
malvado Anti-pueblo, formado el
Primero por la inmensa mayoría ciudadana y el Segundo por un puñado de obispos,
banqueros y jerifaltes del PP
dispuestos siempre a pisotear el cuello y la dignidad de los hombres y las
mujeres trabajadores y trabajadoras.
Veámoslo: “hay verdades que se producen en el tiempo: si alguien
levantara una plataforma, un puente, el impulso te permitirá llegar allí… el
deseo de que el propio paso por la vida no arrastrara rendición ni lágrimas…
también lo insignificante se organiza y deja de serlo. Al fin y al cabo ser
comunista es eso, organizar la insignificancia… un instinto de dignidad,
nuestro partido creyó alguna vez en él… el mundo se viene abajo… he pasado
muchos años tratando de averiguar cómo pensáis los ricos, para llegar a la
pobre conclusión de que los ricos no pensáis. No os hace falta… Ellos, los
enemigos, han construido durante años bancos, fortunas, edificios, tribunales,
relaciones, armas, leyes, tendidos de cables. Una información divulgada a
tiempo con la tecnología adecuada puede destruir alguna de esas relaciones,
quizá alguna de esas fortunas… Cuando no hay lucha, ¿hay vida? Otros
contestarían que sí, pero tú te rebelarías”. Pasajes de este corte una y otra vez pueblan la
novela.
Ahora que, los diálogos y tesituras que Gopegui imagina entre Zapatero y De la Vega son de toma pan y moja ... eso, lector, mójalos mañana aquí conmigo, que no quiero más ya abusar de tí por hoy.
Post/post: gracias a Metamorfosis, a Lobo Solitario, a disdier, a Tini, a Trecce, a Juante, a WinnieO, a Tío Chinto de Couzadorio, a Maribeluca, a jescriban, a Belkys Pulido por dejarme su reflexión, el impagable aliento de su buena compañía ayer a mi lado, bloggeando. GRACIAS
Intentaré hacerme con la novela.... lo de De la Vega es para tesis doctoral de un siquiatra.
ResponderEliminarQuién la ha visto y quién la ve, con este nuevo cambio de imagen.
ResponderEliminarNo he leído nada de esta escritora, pero he leído que es bastante radical y que sus libros no dejan indiferente a nadie. Éste menos todavía.
un abrazo.
¡y yo que sigo alucinando con el cambio "fisico" de De la Vega!!! bss
ResponderEliminarNo conocía a la escritora, José Antonio... y las referencias que me das no han despertado mi curiosidad.
ResponderEliminarMal asunto.
Pero sí que me queda un resquemor imaginándome a la Vice revestida de Trinity.
Un saludo, maestro.
Y queace un chicocomo tuuu, leyendo un libro como eseeeee, hombreeee fatalll.
ResponderEliminarEspero que lo hayas bajado de gratis, o no tienes perdón de dios por darle de comer a una progre!
Saludos!
Pues a mí todo lo que trate sobre La Vogue, no me provoca interés ninguno.
ResponderEliminarImaginación calenturienta la de la autora del libro.
ResponderEliminarCon esa pintilla parece un personaje de Doctor Zhivago.
ResponderEliminarSaluditos.
Desde luego que no moveré ni un centímetro de mi pie para ir a comprarlo. Con mi dinero no se llena el bolsillo una estúpida radical como la Gopegui. Seguro que tu tampoco lo has hecho. Saludos
ResponderEliminarNo entiendo a que se debe su éxito. Gopegui como escritora, no me aporta nada, me carga por adoctrinante.
ResponderEliminarSds