Al escribir el episodio radiofónico de ayer, la memoria y la asociación
de ideas me llevaron en volandas al cine, claro. Recordé una escena breve pero
muy intensa de un drama judicial cuyo título se me perdió. No sé tampoco si la
protagonizaba Paul Newman o Michael Douglas, que me parece más bien
que era este último. No era una escena grandiosa, de esas que coronan el
colofón o el clímax emocional de una película, en la que especialmente se
recreara el director con el encuadre y la planificación de la misma. Al
contrario, era más bien una sencilla secuencia preliminar de las que van introduciendo al espectador en el meollo de
la película. Sin embargo, la extraña reverberación que desprendieron aquellos
pocos planos que sólo vi esa vez impresionó con fuerza mi cerebro y quizás por
eso se grabaron indelebles en mi memoria.
Se cruzaban por casualidad sobre los encerados pasillos del Palacio de
Justicia los pasos de la familia de un asesinado y los del hábil abogado
defensor del acusado de ese crimen, al que acababa de conseguirle la absolución
del jurado. No sabemos si el absuelto es o no culpable. Sí sabemos que el
abogado golpea raudo y radiante a trancos las losetas, feliz por su reciente
triunfo profesional. Sabemos también que la familia del asesinado, los padres,
la novia y dos hermanos quizás, abatidos, cabizbajos, apenas arrastran los pies
sobre el suelo. Como digo, por azar a la vuelta de un pasillo, se encuentran
uno y otros. Se enfrentan, claro, los rostros respectivos, el del desaliento
sumo contra el del éxito.
El abogado defensor, profesional de la
Palabra al cabo, encuentra con reflejos pronta salida al embrollo: “Sé perfectamente cómo se sienten…”,
les dice, añadiendo gestos apaciguadores con la cara y con las manos sin llegar
a tocarles. La habilidad suprema del director estriba entonces en dejar en el
aire flotando esas palabras y pasar a encuadrar directamente los rostros de los
humildes familiares de la víctima. No pueden articular palabra. Pero se
transmite y se contagia a la perfección, no la ira, todo lo contrario, la completa postración de esos deudos, su
irrebatible desolación, el tajo irrellenable en sus vidas, trituradas por esa
ausencia y por el dolor, el callado clamor de lo que a ellos les ha sido
arrebatado para siempre.
Lo hemos percibido y lo hemos compadecido en ese instante nosotros… y
también el abogado defensor, que cierra y abre una vez los ojos, que baja la
cabeza ante esas gentes, con los suficientes arrestos morales dentro de sí para
comprenderlo y reconocerlo, para caerse de su caballo ganador y volverles a mirar: “No... la verdad es que no tengo ni idea de
cómo se sienten. Perdónenme”. De esa compasión, de esa iluminación, de ese
entendimiento también, brota una nueva persona. “No tengo ni idea de cómo se sienten”.
Post/post: gracias a Winnie0 -lo oiste también,qué bueno-, a Vicente Jiménez, a Juante -coincidiste también, qué curioso-, a Norma, a Cesar, a La abuela frescotona, a Mónica, a Hiperión, a NVBallesteros, a Ariel, por completar con la brillantez de sus aportaciones este blog, por bloggear ayer a mi lado, GRACIAS.
Como nos sirve el cine de ejemplo para situaciones reales que de dan en la vida . Importantísimo el séptimo arte
ResponderEliminarMagnífico ejemplo. Es fundamental ser humildes por compasión y sin ella, pero sobre todo por compasión. Mucha gente que alardea de empatizar con el sufrimiento ajeno de todo tipo, en realidad vive para consumir morbo y, ya de paso, cinismo por un tubo. Eso es una terrible mediocridad, de la que hoy abunda. Pero no hay nada más bonito, honesto y noble que reconocer que no llegamos a entender las razones y los sentimientos que no nos afectan directamente. Por eso los políticos viven en su limbo. Gordillo, el diputado Collarte y todos, en general, hasta para poner bordillos carriles bici, o quitar paguillas extras, nunca piensan en el daño moral que nos pueden hacer, no saben "cómo nos sentimos".
ResponderEliminarUn abrazo, amigo José Antonio.
Imagino que sólo se pueden entender algunas cosas si te suceden a ti.
ResponderEliminarPero siempre me ha sorprendido que ningún familiar pierda la chaveta y se líe a leches o tan siquiera a despotricar.
Claro que viendo el palo que le dieron a Fernando García (caso Alcásser) cualquiera se atreve, un multazo porque dijo que los forenses eran unos ineptos...pues parece que no son los únicos.
me tienes intentando recordar la peli que a mi también me suena....Le daré vueltas Un beso
ResponderEliminarGracias por tupost, nos hace reflexionar sobre la triste realidad que nos toca vivir en todo el planeta. Besos.
ResponderEliminarEso solo lo saben ellos y nadie más y por añadidura diría que tampoco les importa como se sienten.
ResponderEliminar"Es mi trabajo""Alguien lo tiene que hacer""Si no lo hago yo otro lo hará" etc.
Saluditos.
Gracias amigo por tu comentario en mi blog, veo que tienes un blog interesante, te seguiré, saludos.
ResponderEliminarGracias por tu reflexión. Totalmente de acuerdo. Saludos
ResponderEliminarYo te digo una cosa y no es la primera vez que lo digo.
ResponderEliminarYo lo digo y lo mantengo, si a mi me pasara algo de los casos como el de Alcacer, el de Marta del Castilo y tantos y tantos casos que los asesinos son defendidos por un abogado hábil y es claro que estos son los verdaderos asesinos, yo con todo lo que me pueda acarrear después no descansaría hasta supuestamente tomarme la justicia por mi mano, "ojo por ojo y diente por diente"
Yo no perdono, ni olvido y si que supuestamente me vengaría seguro, el asesino no viviría ni en mi ciudad ni en mi Pais por la cuanta que le tendría.
Todo supuestamente claro.
Un abrazo
este gobierno que tenemos parece muy complaciente con asesinos y demàs purrela que emponzoñan nuestto solar patrio que les vote bolinaga saludos y gracias Jose
ResponderEliminarFor Your Information ( FYI)
ResponderEliminarSe trata de la película dirigida por Peter Hyams en 1983 “ The Star Chamber" ( Los jueces de la ley).
Protagonizada efectivamente por Michael Douglas rodeado de secundarios magníficos que destacan mucho más que él en sus papeles , especialmente Hal Holbrook.
El guión de Roderick Taylor y Peter Hyams es impecable, el dinamismo de los diálogos es su mejor baza porque la acción es predecible. Los planteamientos éticos de esta película son muy interesantes. En ese sentido, te deja pensando seriamente tal como haces tú en la entrada del blog.
La fotografía de Richard Hannah es técnicamente perfecta.
Si puedes, vuelve a verla.
Buenas estampas hospitalarias...y buen día.
A
Bravo, A. Gracias. Buen día
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