Acababan de arrollar contra el asfalto la moto que conducía Cristina Cifuentes. Su estado era
grave. Era muy sencillo imaginarse el golpetazo que sufriría ese cuerpo, lo
magullada, lo dolorida, lo quebrantada que ella, como cualquiera en esas,
estaría entonces. La angustia que en esos instantes críticos rodearía también a
sus íntimos y amigos. Pues justo entonces, ese edén de sensibilidad, humanismo
y cultura que en Máximo Pradera se
agolpan, vio la ineluctable necesidad de promulgar su glorioso tuit:
“La vida de Cristina Cifuentes no corre peligro. Ojalá muchos
madrileños pudieran decir lo mismo”.
Es, como puede leerse, para esos tan delicados momentos, el mensaje de
una hermosa persona, por dentro y por fuera, desde luego, de esas a las que no
les cabe el corazón en el pecho. Es
capaz Pradera, con frialdad pasmosa, de aprovechar el accidente, neutralizarlo en primera instancia, y
establecer luego un paralelismo nauseabundo que induce a culpabilizar a Cifuentes de no se sabe cuántas
muertes, es decir, a sugerir una suerte de “justicia social” en el grave e
inmediato accidente de Cristina. El mensaje de un humanista, ya te digo.
No sólo eso. Reunió más tarde Pradera
el valor de acudir a una de las teles que él llama de “la Caverna” –tan cavernarias que encima con asiduidad le
contratan- para, genio y pradera, “sostenella y no enmendalla”. Más aún: afirmó
allí “humanamente comprender” el
vendaval de odio que a través de Tuiter la izquierda Ultra a raíz del accidente
desató, deseando a grito pelado la muerte de Cifuentes, como ya deseó a voces la aceleración mortal del cáncer que padeció Esperanza Aguirre.
Que los cafres sean cafres es lo suyo. Que los cafres se afirmen además
en su cafrería tiene mucho que ver con que prominentes líderes sociales les
“comprendan”. Qué esperar luego de sus propios hooligans, deseosos de por sí de
ir más allá que su “crack”.
Es probable que Cifuentes y Pradera, personajes públicos ambos,
incluso coincidieran en algún debate en ese estudio o en algún otro acto
público. Cómo entender entonces en el mismo momento de un grave accidente
puñalada tan trapera, vale decir ya, puñalada tan pradera. Que encima la
propine persona tan SUPERINSTALADA y de tan elitista prosapia te deja a cuadros.
Puede que duela mucho más ese vil proceder que el espeluznante castañazo
de un cuerpo de mujer atropellada contra el asfalto. Cómo encajar tan
maleducado desprecio. Qué pensar ya de este Máximo Pradera, de esta lumbrera.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen de la obra en post del 27-1-2013 y 1-2-2013)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Este es otro de mis preferidos pijoprogres. Su padre fue un buen falangista: de casta le viene al perroflauta. Como a Toledo, Bardem o Panero el castroso costroso, también le va a este la política de Pol Pot. Ahora acuden en tropel a 13tv, la tele de la Conferencia Episcopal. Si tuvieran un mínimo decoro no irían a comer a la mano de esos obispos que tanto odian y critican. Claro que estos también tienen delito por llamarlos. Ayer, una tal Marisol se empeñó en que el comunismo es más inofensivo que el fascismo de derechas; como si el comunismo no fuera un brutal fascismo orwelliano de izquierdas y exponencial. El Pradera, en concreto, es un progre burgués de la peor estofa. De esos que hablan de la pobreza como entelequia y se quedan tan anchos.
ResponderEliminarEs provervial ver como los miembros del Nuevo Mester de Progresía defienden temas tan bñasicos como la libertad de expresión, opinión, sexo y credo, sóla y exclusivamente para aquellos que piensan como ellos.
ResponderEliminarEs curioso ver que aquellos que afirman lo horrible que fue para ellos la discriminación sufrida en la Dictadura, sean ahora aún más dictatoriales y expongan abiertamente su sectarismo y mal gusto..
Este señor, además suele practicar una estética (porque la ética no la conoce) de persona tolerante y de vuelta de todo pero aprovecha el dolor de las personas individuales para intentar hacer sangre a sus ideas (las de ellos claro) sin darse cuenta que solo consigue ponerse en evidencia y mostrar su verdadera catadura
le dejo un soneto que escribí hace unos días sobre el tema:
A las alimañas que desean la muerte a Cristina Cifuentes.
Es curioso que los que pretendían
ser ejemplo de moral y recta pauta,
los alegres amigos perroflautas
muestren ahora tremenda cobardía
Se escudan en la red donde son nautas
para enseñar su enrome felonía
y actuando como lobos en jauría
desean que la parca quede exhausta
asestando a la pobre delegada
terribles estertores asesinos
que la maten o le rompan varios dientes.
Y es que estos “tolerantes de la nada”
aplican el peor de los destinos
al que no les sigue la corriente