sábado, 5 de octubre de 2013

Una poesía, un recordatorio



Nos envuelve ya la noche estival
el sortilegio de embrujo denso
que su estela consigo trae.

Casi una invitación a la locura
este rotundo plenilunio
las estrellas como al pairo en lo más alto
azuleando de belleza la negrura
en el preliminar septembrino
con requiebros de otoño en el aire tibio.

Si abro los ojos entonces no
pero si los cierro…
aparece tu rostro delicado, ¡SÍ!
Tecleo mi alfabeto a ciegas…
¡y sólo me sale tu nombre!

Pasearíamos en paz y de la mano
bajo la trama opalescente de las estrellas
sólo es eso.

Caminaríamos hasta el claro del parque
municipal y escaso por el día
selvático y noctívago ahora
jungla suave en la que adentrarnos tranquilos,
sólo es eso.

Nos azotaría la pleamar de la noche
un poco el rostro
aunque sobre todo se ocuparía
en la comisura de tus labios sabios.

Le pediríamos parecer a las farolas cholas
atacaríamos muy bajito
canciones que creíamos olvidadas.
Iríamos cogidos de la mano,
ya no hace tanto calor,
sólo es eso.

¿Sabes? Hay flores de colores
que aún exhaustas del estío
atesoraron en lo hondo de la corola
una brizna, una miaja, una pizca
de su aroma dulce para nosotros.
Le silbaríamos jubilosos al viento,
sólo es eso.

Y ya en el claro
en la cruz de luz de su redondel
como un niño granuja
con el dedo te señalaría
el clamor en esplendor
de la luna superllena.

Bajo ese alud de blancura,
así tú suspendida,
por sorpresa de fresa
oh, mía ricura,
de besos la cara te abarrotaría.

Era sólo eso.



   El siete de septiembre fue, sí. Tres años y un mes de blog. Más de novecientos textos míos ya. A la manera en que yo los hago. Todo ese trabajo. Ahí están. ¿Y? Me siento como si hubiera escrito entera la Enciclopedia Británica… en vano, la verdad. En octubre del año pasado, sin contactos, harto del silencio y del desprecio editoriales, me autoedité LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS. Añadí además en el frente lateral del blog: “Si lo que lees aquí juzgas que debe ser agradecido, para animar también a que siga siendo posible, pídeme este libro, pues con el mismo además te entrego un trozo vivo de mí”.
   
   Bueno, los resultados del emplazamiento han sido pero que muy discretos. No hablo de vender mil ejemplares. Ni la mitad. Ni la mitad de la mitad. Ni la mitad de la mitad de la mitad siquiera. Ni a eso he llegado. Aún no he conseguido recuperar del todo los dineros que arriesgué. Es el caso que no dejo de recibir encendidos elogios. Muchos, muchísimos. Y qué palabras tan bonitas.
   
   El caso es también que el número de visitas diarias al blog es para mí más que considerable. 731 seguidores en el blog, 3590 en Twitter. No sé. La estricta realidad es que desde luego muchas personas observan, pero no valoran lo que hago. ¿Es mucho pedir a quien con regularidad todo el año lee tu blog que te solicite el libro? Mi libro además vale mucho más que quince euros, estoy seguro.
   
   Es desalentador. Es amargo. Es descorazonador. Es lo que hay. El chasco te obliga a reflexionar. A pensar esta desolación. Y, la verdad, lector, no tengo ni idea de lo que voy a hacer.

   
   Por supuesto permanece y permanecerá siempre indeleble en lo más hondo de mi ser la gratitud inmensa a cada uno de ese puñado de valientes que, sin conocerme de nada, han apreciado e impulsado mi escritura pidiéndome el libro. Si cierro los ojos, creo que podría decir el nombre de cada uno de ellos. Alguno se ha molestado incluso –y pongo aquí sólo unas cuantas, pues otras, maldición, las extravié, agradeciéndoselo por igual a todos- en escribirme cosas tan preciosas como éstas:

Encarni:
   “Jose, llevo el Bobo con Ínfulas por la mitad, y me tiene entusiasmada. A veces no sé si reírme o llorar… me encanta!”
Gaby:
    “Ya terminé tu libro, Jose. Lo leí dos veces al final. Me encantó. No dejes de escribir. Aunque, pobre prota, joer, qué vida.”
   Toñy:
        “Leyendo la realidad de un libro por 2ª vez para evadirme de la ficción de la realidad. (las Historias de un bobo con ínfulas)”.
   Mati:
         “Jose Antonio, estoy volviendo a leer tu libro. Cada vez le descubro cosas nuevas. Me sienta bien… Gracias”.


2 comentarios:

  1. ¿Su libro?

    No se hizo la miel para la boca del asno.

    Predicar en el desierto.

    Sembrar en barbecho.

    Yo me conformaría con su capacidad de escribir y me dejaría la cosa crematística.

    Aquí un seguro comprador de su próximo libro.

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  2. Sería maravilloso que alguien me dijera esto:

    " Tecleo mi alfabeto a ciegas…
    ¡y sólo me sale tu nombre!"

    Nuestro nombre en boca del amado puede tener miles de registros, y todos hacen vibrar nuestro corazón.

    Un afectuoso saludo.

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