viernes, 27 de diciembre de 2013

El día en el que Albert Rivera pareció Marlon Brando




   Está en la Historia del Cine aquella tremenda secuencia de La ley del silencio (Elia Kazan 1954) con la estremecedora paliza que recibe Marlon Brando, solo ante el peligro de los brutos hampones, tras enfrentarse al Tinglado mafioso que acapara pro domo sua las contrataciones portuarias. Le arrean golpetazos hasta en el carné de identidad, y acaso nunca mejor dicho esto, pues tras la tunda ya nunca será el mismo. En una televisión local, 8 tv, una parecida encerrona le prepararon el otro día al joven Rivera. Ha osado éste, con arrojo y convicción, poner en duda la maravilla propagandística que el Oasis nacionalista a diario de sí mismo proclama, así es que todo resuelto acudió a la celada. Uff, a fé que se la tenían guardada, pues, a la yugular, al hígado, a la frente, a los riñones… incluso a los bajos le tiraron fieros los garrotazos. 
     
   En la peli de Kazan un cura convence a Brando para que, mejor que buscar la justicia por cuenta propia, acuda al juzgado a denunciar la sistemática extorsión, es decir, para que canalice su justa acción por la vía institucional, y que pueda así servir en lo sucesivo a todos. En el debate del otro día, tres severos opinadores buscánbanle con tretas la femoral a Rivera, sólo que con el inmoderado moderador, en sacerdote de parte él,  eran ya cuatro los que allí derrotaban broncos contra el intrépido Rivera. Como quiera que, todos contra uno, también Albert alguna vez se revolviera, en el colmo y en el clímax del “debate”, en insólita y a la vez muy elocuente expresión al inmoderado moderador no se le ocurrió más que soltar allí que… “¿Pueden dejar de comportarse los dos como si estuvieran en una televisión española?”. ¡El Oasis reloaded!
     
   Andaba además Rivera en la emboscada mucho más sólo que Brando en lo de Kazan. Sin cura, como vemos, que siquiera por compasión le auxiliara, tampoco veíase rubia (Eva Maríe Saint) que al menos un poco lo acariciara. Al contrario, la rubia allí presente, Pilar Rahola, ¡era la que con más saña una y otra vez lo zahería! Trataba Rivera de defenderse y al punto Rahola lo emborrascaba, lo trababa, lo inmovilizaba con todas las malas artes de la marrullería que en ella brillan de bote. En su celo castigador, en su afán inquisidor, sólo por allí mismo abatirlo, contra todo elemental juicio  …¡nada menos que a los Primo de Rivera lo llegó a asimilar!

   
   Como Brando, puede que sangrante y maltrecho, pero entero, escapó como pudo Rivera del trance. Cuando le preguntaban cómo pudo hacer tan bien, hasta convertirlo en legendario, aquel caminar malherido y tambaleante tras la paliza hacia el trabajo, Brando se limitaba a mascullar: “Hacía un frío de la hostia. Había que hacerlo”. Y sí, hacer de democrático discrepante en el Oasis también ha de ser cosa que te cale los mismos huesos de puro frío.


LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)
  




5 comentarios:

  1. Pues he visto en TV a Rivera después de la paliza que según usted le dieron y tenía un aspecto estupendo. Pero si se refiere a que estaba en clamorosa minoría en el debate, no se preocupe tanto: un político tiene que bregarse en ambientes adversos, y eso que a mí no me gustan las tertulias desequilibradas, por lo que huyo de las que encontramos a diario en la mayoría de los medios conservadores donde el espectro ideológico suele ir de la derecha a la extrema derecha. Y estoy seguro de que a usted le pasa lo mismo.

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  2. Pues he visto en TV a Rivera después de la paliza que según usted le dieron y tenía un aspecto estupendo. Pero si se refiere a que estaba en clamorosa minoría en el debate, no se preocupe tanto: un político tiene que bregarse en ambientes adversos, y eso que a mí no me gustan las tertulias desequilibradas, por lo que huyo de las que encontramos a diario en la mayoría de los medios conservadores donde el espectro ideológico suele ir de la derecha a la extrema derecha. Y estoy seguro de que a usted le pasa lo mismo.

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  3. Pues he visto en TV a Rivera después de la paliza que según usted le dieron y tenía un aspecto estupendo. Pero si se refiere a que estaba en clamorosa minoría en el debate, no se preocupe tanto: un político tiene que bregarse en ambientes adversos, y eso que a mí no me gustan las tertulias desequilibradas, por lo que huyo de las que encontramos a diario en la mayoría de los medios conservadores, donde el espectro ideológico suele ir de la derecha a la extrema derecha. Y estoy seguro de que a usted le pasa lo mismo.

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  4. Lo siento, he repetido el mensaje inadvertidamente.

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  5. -Antonio: a mí eso no me pareció una tertulia, me pareció una encerrona. Y gracias por su participación. Saludos

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