Es un asunto privado, y de lo
privado se habla en privado, vino a decir ante la prensa muy suelto de cuerpo Hollande, pretendiendo así cerrar del
todo las cuitas sobre sus desmadradas correrías. Oiga, señor Hollande, que no hablamos del concejal
de un pueblajo, ni de un rey decorativo y ocioso, que se trata del Presidente de la Republique, uno de los
5 países principales del mundo, un Cargo
con formidables poderes ejecutivos a cuestas, con un maletín atómico a la espalda
entre otros, dando decenas de peligrosos y clandestinos tumbos por ahí, en
bolas en un picadero de gentes a las que relacionan con la Mafia Corsa. ¿No cabe entonces ni siquiera una reflexión
moral sobre la conducta de los Poderosos? Qué tiempos éstos. ¿Le callarían hoy
la boca al pensar sobre el asunto de Séneca,
de Platón, de Maquiavelo, de cuantos en la Historia del Pensamiento –casi todos
los principales- han abundado sobre los valores que subyacen a las conductas,
privadas y públicas, no digamos si de las de los Príncipes se trata?
Es que Hollande, cuando en la prensa salpicaron los
devaneos de Sarkozy con la Bruni, con quien acabó casándose, con severa acritud los censuró. Es que prometió que
sería su comportamiento ejemplar. Es que la mujer con la que convivía en el
Elíseo –desde hace también poco tiempo- se halla hospitalizada del dolor. Es
que al parecer “colocó” a su favorita actriz en una oficial
prebenda. Es que ésta podría andar embarazada. Es que es el ejemplo que a los
ciudadanos, quiérase o no, se les proporciona, Hollande.
¿Qué subyace a mi parecer entonces tras el affaire
Holande, sólo uno más en el marasmo de chabacanas procacidades y
estultas gansadas que nos rodea? El comportarse de Hollande, de una irresponsabilidad supina, es la propia de un
concursante del Gran Hermano, prueba
de cargo por tanto de las Sociedades de
la Telebasura bajo las que vivimos. Sería así Hollande, bajo su anodino rostro, un ejemplar más del Homo
gañanis que estas sociedades de desperdicios procuran, caracterizadas
por el más descarado de los cinismos y por un exacerbado hedonismo, por el imperio del capricho banal que apenas
oculta el profundo sopor que sigue a esas burdas y momentáneas exaltaciones
sensoriales. La Telebasura ha conseguido que las infidelidades, es decir, la
deslealtad, nos parezcan no ya algo banal, sino la propia sal de la vida. ¡Basura!
Dudo mucho que, pese a todas las leyendas habidas, se alcanzasen en
épocas pasadas cotas de espantosa vacuidad insensata equiparables a las de ahora.
Mientras antes esas conductas merecían general censura, hoy son muchos
–ciudadanos y élites- los que afirman envidiar esos pasotes presidenciales,
que se han convertido en muy claro modelo de deseo para la mayoría. ¿Suena
entonces a estrafalario sermón de predicador ultramontano el sostener que la
conducta de Hollande , en cerdito
babeante, es la de un miserable? ¡Y a mí qué! ¡Ultramontanos predicadores
entonces la casi totalidad de los grandes pensadores y moralistas de la
Historia!
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
Pero cómo Hollande, con la cara de boniato que tiene, puede ser un macho, qué pueden ver en él las mujeres? Bueno, creo que un hombre incapaz de pensar en la familia, algo que está en el credo sociata.
ResponderEliminarSaludos.
ResponderEliminarOtra prueba inequívoca de la falta de clase en la casta gobernante (sociatas o no) de la falta de altura de miras, al anteponer su yo al nosotros. Una falta absoluta de responsabilidad al colocarse al servicio de la bragueta en lugar de al servicio de la nación. Quien alcanza el honor de presidir un país debe saber que durante el período que gobierne su tiempo no es suyo. Lo menos que se le puede pedir es responsabilidad y prudencia. Porque dicen que mantener una amante quita mucho tiempo y es estresante.
P.d., con su permiso.
D. Xesús, hombre de Dios, que tener amantes no es patrimonio de los sociatas. Antes bien, no hace mucho, no era un hombre de derechas que se preciase quien no tuviese una querida. La diferencia radica simplemente en las apariencias.