Detesto el sentimentalismo
blandengue, claro, pero más aún abomino del dirty realism, del
cinismo sucio tan en boga hoy que lleva sólo a proferir –en las redes
asociales, en los libros, en las pelis- elementaladas excrementicias que pasan
encima como las más prodigiosas escrituras. Defiendo la noble excelencia del
sentimiento, cuando es genuino y acierta a expresarse bien.
Por eso mismo me parece que la
Navidad estuviera ideada para los niños, para los más pequeños. Sólo en
ellos, mientras los adultos hemos de impostar una alegría que ya no tenemos, se
encarna con plenitud natural la dicha que la Navidad lleva dentro. Tengo ahora una sobrina de tres años, un
diablillo incansable de rubiales bucles que, tiempo tendrá de crecer y hacerse
luego larguirucha y hosca, pues en eso consiste la adolescencia, mas por el
momento todo en ella reboza chispa, donaire y dinámica armonía. Reflejemos toda
esa gracia, atrapémosla, tratemos de fijarla antes de que el Tiempo la disuelva
en sombra, en humo, en polvo, en nada.
Nada la detiene en sus correrías por la casa de los abuelos, en sus razzias
incruentas de pequeña walkiria alborozada, todo lo desbarata y lo
trastueca a su paso, a todas las cosas les impone el desorden de su júbilo para
aparente disgusto de los mayores, que un poco a ese turbión dorado quieren
reconvenir. Nos cautiva en ella, claro, la pureza sin cálculo y desorbitada de
sus expresiones, sea su risa incontenible, sus mohínes, su contrariedad, el
sueño súbito que la asalta, la estela de cometas chisporroteantes que parecen
perseguirla, el juego perpetuo que se trae con la vida, la belleza reciente y
no premeditada, y por lo mismo más intensa, con que esos sentires se reflejan
en los gestos de su cara, de sus ojos y de su boca, en la pizarra de su frente
tan limpia, que se moldean ante nosotros como arcilla novísima y pasmosa.
La prueba del nueve de todo eso está en que cuando la infantita se va,
porque sus padres, muerta de batallar y de sueño, han de llevársela en brazos a
la casa propia, en un primer momento, mayorzotes nosotros ya, respiramos casi
aliviados ante el fin de las inclementes turbulencias que la niña produjo, pero
al instante… lo notamos, lo respiramos, lo palpamos… qué vacía y triste la Casa sin la niña se queda, qué
sombría de golpe a pesar de las mil luces, qué yerto parece todo… y sobre todo
qué amargos y dickensianos viejos nos vuelve la ausencia de la niña, qué
huérfanos de ella, qué secretamente esperanzados en volver a ver pronto ese
escándalo de gracia y ocurrencia en el que el espíritu de la zarabanda
ilusionante de la Navidad no puede
condensarse mejor. Te queremos mucho, sobrinita mía.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm,
cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en
España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
ResponderEliminar“·Nada la detiene en sus correrías por la casa de los abuelos, en sus razzias incruentas de pequeña walkiria alborozada, todo lo desbarata y lo trastueca a su paso, a todas las cosas les impone el desorden de su júbilo para aparente disgusto de los mayores, que un poco a ese turbión dorado quieren reconvenir. Nos cautiva en ella, claro, la pureza sin cálculo y desorbitada de sus expresiones, sea su risa incontenible, sus mohínes, su contrariedad, el sueño súbito que la asalta, la estela de cometas chisporroteantes que parecen perseguirla, el juego perpetuo que se trae con la vida, la belleza reciente y no premeditada, y por lo mismo más intensa, con que esos sentires se reflejan en los gestos de su cara, de sus ojos y de su boca, en la pizarra de su frente tan limpia, que se moldean ante nosotros como arcilla novísima y pasmosa. “
Qué envidia de letras y que envidia de sobrina. Yo crié a dos y nunca he sido tan feliz. Ahora sólo soy para ellas....$$$$
Eso es lo que yo digo siempre, que la Navidad está ideada para los niños, y a los que se quejan con todos los tópicos negativos de la Navidad, les digo que no se han enterado de nada, que es tan estúpido como ir al cine a ver una de dibujos y salir criticándola porque los animales hablan.
ResponderEliminarQue no es para vosotros, que me da igual que os guste o no, que es para los niños, y a ellos tenemos que dedicarnos.