sábado, 22 de febrero de 2014

Kafka y los libros de autoayuda

     


   El otro día fui al teatro, a ver y escuchar el “Kafka enamorado”. Mañana te contaré aquí, lector mío,  la fantástica historia que durante la representación allí nos ocurrió. Quiero hoy sólo hacerme –hacerte- una minimalista –lo que hoy se lleva- reflexión: si el tan grandioso como infeliz Franz Kafka, de haberlo tenido al alcance en su época, hubiera leído con provecho un buen libro de autoayuda, es probable que su existencia podría haber, en el orden práctico de la vida, algo mejorado, que hubiera sido quizás menor su infortunio, y que quienes lo rodearon hubieran a lo mejor tratado más y mejor a una personalidad tan atribulada como la suya, pero es también posible que en ese caso unos y otros, quienes con él convivieron y quienes con él en sus libros “convivimos”, en ese trueque hubiéramos perdido a Kafka.

   
   Si Kafka (“yo no tengo que comunicar nunca nada a nadie… tómame… tejido como estoy de necedad y de dolor… tómame, será la profundidad… “) hubiera sido sólo un intercambiable individuo más entre la inmensa mayoría, sólo un anodino –y modestamente feliz- ciudadano más, uno de tantos como nosotros mismos somos, habría sido a lo mejor más dichoso, sí, pero no hubiera sido Kafka. ¿Y a qué arduas interrogantes sobre fines y medios, sobre felicidades e infelicidades, sobre normalidades y singularidades nos remite esta consideración? Hum, me temo que al minimalismo reinante sólo el plantearlo ya le aburra. Lector, mañana te espero.




LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
(Resumen y análisis de la obra en estos enlaces)
154 pgs, formato de 210x150 mm, cubiertas a color brillo, con solapas. Precio del libro: 15 Euros. Gastos de envío por correo certificado incluidos en España. Los interesados en adquirirlo escribidme por favor a josemp1961@yahoo.es
“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

2 comentarios:

  1. La cuestión, Jose Antonio, es que ser infeliz no garantiza ser Kafka.

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  2. por supuesto, en eso estoy de acuerdo, desgraciadamente ser Kafka no es una elección, y además, una felicidad corriente y moliente no es pequeña cosa. Sólo que ser Kafka, algo parecido... uff, la leche. Creo q era Bernard Shaw el q decía: no soy feliz, ni falta que me hace.

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