martes, 25 de marzo de 2014

Inmigrantes al asalto en Melilla


   Las imágenes de las continuas avalanchas violentas de inmigrantes indocumentados –indocumentación adrede buscada y mantenida- sobre la frontera de Melilla, su propia textura de onírica pesadilla en escópico continuum, ofrecen el escenario ideal para que cada uno proyecte sobre las mismas las sombras de sus propias obsesiones, es decir, que vea allí los absolutos que previamente desee ver: invasión o desesperación, miedo o injusticia, pánico o racismo, negocio de las mafias o apocalíptico grito de la famélica legión. ¿Qué sabemos en realidad del verdadero trasfondo de lo que allí ocurre? Poquísimo. Importa sobre todo a los opinantes, como a los toreros efectistas en la plaza, retratarse grandiosos y nobles en el lance.
     
   No parece, desde luego, que los que consiguen asaltar la valla, y se adornan luego con trapecistas mortales de festejo en serie, se hallen ni de lejos cercanos a la desnutrición.  Hace dos años fue, no en Melilla, sino en las costas canarias donde sobrevino la crisis de los cayucos, otro en apariencia espontáneo estallido de la incontenible desesperación de las muchedumbres famélicas africanas. Pues, tras las bambalinas, el gobierno español puso más tarde buen dinero sobre la mesa y, como por ensalmo, los cayucos -y con ellos ese inaplazable Hambre- desaparecieron. Crecen así las sospechas de que Marruecos –y otros países- utiliza a la carta como llave a abrir o cerrar según convenga el asunto, en periódico chantaje económico a la mala conciencia de las élites occidentales.

     
   No acaba de entenderse bien por qué marabuntas de inmigrantes se desviven por alcanzar –jubilosos, si lo consiguen- los desalmados países capitalistas, esos en los que –so capa de democracia- sólo mandan el Dinero, su dictadura, y la cruda explotación del hombre del hombre. No estaría de más que los Cayo Lara y Ana Pastor La Sexta de turno indicaran a todas esas masas en aluvión que existen países y modelos más progresistas, más a la medida del corazón altruista de lo humano, a los que con más lógica deberían todos ellos dirigirse, sobre todo porque en ellos, sabido es, comida, sanidad y educación, la sal de la vida, están garantizadas: Venezuela, Cuba, Bolivia, Argentina, Corea y por ahí.  


LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo” (Pessoa)

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