Resulta del todo inconcebible la
extraordinaria facilidad con que este podrido y ultrarrepresor Sistema
Capitalista (¿?) encumbra y hace de oro a impresentables y tóxicos majaderos
uno detrás de otro. Te sientas cualquier noche delante del prime time de cualquier televisión convencional y te das de bruces
con engendros nauseabundos, denigrantes de la más básica dignidad de lo humano,
como la película (¿?) Funny Games
del requetelaureado Michael Haneke.
En Cannes cada tres por dos
es que arrasa el Señor. “En 2012 –dice la Wikipedia- Europa se rinde ante el
director, otorgándole cuatro premios en la gala del Cine Europeo”. Si el otro
día, por lanzarle desde la grada un plátano a un futbolista millonario, en
horas veinticuatro el anónimo autor de la hazaña
estaba ya en la trena, de haber justicia en el mundo, por lanzarnos a la
cara Funny Games, ese excremento que
acaso les habrá hecho ricos, a esos directivos televisivos y a Haneke habría que aherrojarlos en
gruesas cadenas con bola de hierro al pie de por vida en Sing-Sing, digo yo.
Voilá el argumento (¿?): una prototípica familia pequeñoburguesa –pareja
de clase media con niño-, símbolo por excelencia, pues, a ultrajar por todo artista moderno que se precie -de haber
recreado el légamo de sus mórbidas obsesiones con una familia obrera, a Haneke ni en el barrio lo conocerían-
se ve sometida en su propia casa a las más perversas humillaciones y torturas
físicas y psíquicas que una mente es capaz de concebir a cargo de dos jóvenes y
atildados psicópatas. Haneke coge
por los pelos a los cretinos criminales de Kubrick
en La naranja mecánica para, a
cuenta de nada, epatar un ratito al personal. Con cara de palo, ni uno solo de
los más extremos registros de lo desagradable deja el señor por revolver, a una
fría distancia tan inmoral y precisa como repugnante.
Dijo luego Haneke que es que
quería él hacer “una crítica a las películas que hacen de la violencia un
espectáculo, así como a los espectadores que disfrutan de este tipo de
películas”. Es falso radicalmente: sólo hay morbosa complacencia, y de la peor,
en su vomitiva provocación. Anduvo muy atento el transgresor artista, eso
sí, ¡diez años después!, a fotocopiar un calcado remake de esa misma puta ful, al
superburgués Hollywood destinado ahora. ¡La tan bella como boba Naomi Watts ofreciósele al punto como
productora y actriz principal!
No, no merecen las desalmadas truculencias de Haneke en Funny Games ni la consideración de un pormenorizado
análisis. Concluir, en todo caso, que hay que andar pero que muy mal de la
cabeza para emplearse –entre todas las que podrían hacerse- en exudar una
película así de macabra, o para que siquiera como espectador te interese la
estupidez y la brutalidad mayúsculas de esos divertidos jueguecitos que
Haneke se trae.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
A mi todas estas sórdidas mezclas (le llaman cine) me recuerda al anuncio, de hace unos años, donde Georgie Dann con un viejo vestido de comunión conducen en un Galloper al polo Sur, cantando la barbacoa.
ResponderEliminarCualquiera que se pone a "empalmar" celuloide lo llaman director de cine. Y si hay lluvia dorada hasta lo hacen hijo predilecto. Sin ir más lejos, a peeeeedro (así lo llama la bardem política) almodovar le pasó.
Realmente absurdo todo, el director, los actores, los que le dieron los premios, el público por aplaudir... Decadente España, decadente Europa. Lo del 98, 1898 español, una broma al ladito de lo que tenemos encima.
misael.
Certera entrada.La película en cuestión es repugnante y enfermiza, y el creador de la misma un excelente ejemplo de lo que es una mente trastornada.
ResponderEliminarUn saludo.
Gran crítica, sí señor.
ResponderEliminarAhora en serio, ¿podría usted escribir una crítica cinematográfica seria, en lugar de limitarse a manifestar el hecho evidente de que a usted no le gustó nada la peli? Y, a ser posible, ¿podría usted redactarla de tal manera que fuera comprensible para los que hablamos español?
Misael, Canino, Nana: gracias por vuestra aportación. Nana: Ya lo siento lo mío. No se preocupe mucho: por eso haneke es Haneke y múa soy nada. Gracias
ResponderEliminarCon todos los respetos, no comparto sus palabras. En primer lugar, no ha hecho una reflexión razonada acerca de la película de Michael Haneke. Simplemente se ha dedicado a soltar exabruptos completamente viscerales. A mí no me ha convencido sus comentarios completamente ajenos a la propia materialidad fílmica. Se puede discutir sobre su validez discursiva a partir de los recursos expresivos (montaje, efectos de distanciamiento, puesta en escena, interpretación, etc), pero vomitar con insultos no creo que sea una buena manera de cuestionar la propuesta que tanto le ha cabreado...
ResponderEliminarCon todos los respetos, Pablo, no quería hacer ahí una crítica cinematográfica. Es sólo un comentario sobre lo que la obra me parece en tanto que discurso. Gracias
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