miércoles, 7 de mayo de 2014

Pablo Iglesias sí tiene quien le escriba: Tom Wolfe

     

   Las aportaciones intelectuales del profesor Pablo Iglesias, ese Líder emergente de la izquierda prochavista y filobatasuna al que tanto invitan las televisiones de este podrido Sistema capitalista, no tienen desperdicio. Conviene, pues, divulgarlas, para mejor redondear y conocer el fondo de su confuciana y popularísima figura, a la que sólo el jerárquico espíritu de chusqueros que la nomenklatura de Izquierda Unida posee -tan celosos ellos de los quinquenios gastados por cada uno en esa milicia a la hora de los cargos-, impide integrarse en puestos punteros de sus listas, como por su brillo mediático indubitable debiera.
   
   Ésta que ahora paso a glosar –en La Tuerka- me la trajo a la memoria un pasaje de la espléndida Miami Blood del magistral Tom Wolfe. Disertaba Pablo Iglesias, en su clásica línea leninista, sobre la deserción de dos representantes socialistas a la hora de investir, tras el pacto con IU, a Simancas como presidente de la CAM. Se trata el asunto, por supuesto, “de un golpe de Estado de los poderes reales que gobernaban en Madrid”. Lo que sobresale es la deslumbrante introducción que a la cosa le mete el profesor Iglesias:
   “Una amiga me confesó que, cuando supo que un diputado y una diputada del PSOE se habían ausentado del pleno, pensó sencillamente que estarían follando en los servicios de la Cámara de Representantes, al fin y al cabo la cosa podía tener su morbo… Qué ingenuos éramos”.
   
   Pues, el florido pensar de su amiga mucho debió impresionar al profesor Iglesias, pues al final de su corto speech retoma él el burdo motivo… hasta convertirlo en leitmotiv, incluso moderna moraleja:
   “Decían los estudiantes del 68 hagamos el amor y no la guerra. Para mi generación eso de hacer el amor es una cursilada. Mi generación prefiera follar. Y más nos valdría aprender a hacer la guerra, para que no nos sigan follando”.
     
   Anótese, pues, el programa, programa, programa de Iglesias: áspero rechazo del romanticismo idealista y naif del sesentaiochismo, adecuación a la Mugre connection reinante, chabacana… ¿y machista-leninista?, y desnuda invitación al aprendizaje de la guerra, es decir, SÍ A LA GUERRA. ¿Mi generación, dice Iglesias? ¡Sí! Me acordé de Tom Wolfe, que con su fina perspicacia, anota en su novelón esa idéntica costumbre… ¡en las más elitistas patricias yanquis!:
     
  “Es algo fascinante, la verdad –dijo Marilynn Carr, asesora artística de multimillonarios- … ¡algo increíble! Bueno, fuese como fuese, Doggs hace que un fotógrafo le tome una serie de fotos… es decir, follándosela viva -últimamente resultaba osadamente chic que las mujeres utilizaran follar en la conversación-“.

   ¿Hacer el amor? Una cursilada. El planazo social de Pablo Iglesias es, aquí está, aprender la guerra y follar. Traducido al román cursilongo, cañones y mantequilla. 





LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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