Podría llamársele también El baile de los vampiros, o El baile de la Victoria (etarra),
incluso Bailando con lobos
filoetarras, pero como la cosa tuvo su pasión y todo, mejor lo de Bertolucci. Ya brindaron hace meses
ante las cámaras –chin-chin- los del nuevo PP vasco con los filoetarras
de Bildu. Ayer, un pasito más en el rebozarse hasta las trancas por el légamo
de la indignidad: una rumbosa concejala del PP donostiarra, Mª José Usandizaga, toda sonrisas, se
echó un bailecito en los brazos del regidor filoetarra Izaguirre. ¡Qué derroche de amor, cuánta locura allí mismo, en la
ciudad de Gregorio Ordóñez! ¡Cuánta
vileza también! ¿Para ese siniestro bailoteo se dejaron vidas y haciendas,
sangre, sudor y lágrimas las gentes mejores que tiene el Partido Popular?
Vale, Izaguirre no es Brando, ni Usandizaga la Schneider, ni por asomo ambos dos, ¿pero acaso en la
abrazada danza no les une, como a las criaturas bertoluccianas, unas similares
antípodas, una opuesta memoria, unos antitéticos principios, una diferente
valía? ¿A qué ese arrastrarse del valor corajudo ante la esencial cobardía? Para
poder perpetrar ese baile, como Brando y
Schneider, ambos figurantes han de renunciar a su nombre, es decir, a su
memoria, a lo que les constituye, el ser testaferro de los criminales en un
caso, el recoger el testigo de cuántos resistieron el horror etarra, en el
otro.
En El último tango en París es
el hombre, Brando, desde su locura
posesiva, el que marca con su violencia verbal y sexual la relación de
dominación con la corderita, fascinada en su beatífica estupidez buenrrollista
por la jerga y la puesta en escena de esa turbia coacción. ¿En qué otra cosa
consiste la sistemática inmersión separatista?
Si como sabemos por la antropología es
el baile un sucedáneo, una metáfora del propio ayuntamiento carnal, en este
paulatino descenso a las simas de la indignidad que el nuevo PP vasco nos procura –no me imagino a María
San Gil protagonizando numerito tan pornográfico- ¿cuál será ya la próxima
entrega? ¿Un morreo entre concejala y regidor filoetarra? ¿Un haciéndose el
amor acaso? O mejor, como diría directamente Pablo Iglesias, que a la perfección lee la Mugre de estos tiempos, ¿el verles tranquilamente… fornicando?
(él dice lo otro).
Pues que vaya provisto Izaguirre para
el caso con una mantequilla marca Parabellum,
que le haga y le diga también lo mismito que Brando a la Schneider
entonces: “… ¿hablamos de la familia?...
Yo te hablaré de la familia… donde los niños son torturados hasta que confiesan
su primera mentira… maldita familia… me cago en todos vosotros… me dais asco…
maldita familia”. Al batasuno este parlamento, oiga, como que le pega
mucho. Último tango, pues,…en la ciudad de Gregorio
Ordóñez. Qué náusea más grande el contemplarlo.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
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“No soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones
del mundo” (Pessoa)
PP vuelve a las andadas… el PP vuelve a ser ETA.
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