Me llamó la atención ese tuit… ¡de la mano de Rosa Montero! Guardo un dorado recuerdo de su mítica novela, Crónica del desamor, cuajada la misma de un sugestivo laberinto
sentimental. Una vez fue ella a la Facul a darnos una charla, invitada por
una profe nuestra, y se nos mostró allí muy sencilla y encantadora. Hum, aquel
Tiempo. Me gusta también Rosa porque, formando parte indudable de las huestes de la Progresía, a mi juicio ha demostrado ella
un criterio propio, alejado de los hurones del sectarismo.
Era un tuit de la escritora… sin palabra alguna: sólo un típico montaje
de imágenes que, sobre las cabezas de dos aparecidas,
las dos niñas aterradoras y góticas de El resplandor, colocaba las de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, así deformadas y
horripilantes, para miedo y solaz de la grey progresista y asociados, que mucho
se lo retuiteaban. En parte por ese cúmulo de recuerdos atraídos, en parte
porque me hacía ilusión dirigirme a ella, allá que interpelé a Rosa:
-Demasiado facilón, Rosa. No pensaba que Ud hacía esas
cosas. Imagine lo que podríamos hacer cualquiera con los Gabilondos.
Pues al poco, como a través del tiempo confirmando su humana amabilidad
y cercanía -¡y qué grata sorpresa fué-
allí que se me apareció Rosa
Montero, tan tranquila contestándome:
-Pues hazlo, por favor!!! Si es bueno, me reiré.
Me desarmó Rosa así. No me lo
esperaba, y no tenía la bala preparada, era eso. Más los nervios, pues debía yo
responder a Rosa Montero pero ya,
antes de que la gaseosa del tuiteo súbito se disipase y perdiese todo sentido.
Y además, que yo no sé trajinar en internet esos montajes de imágenes. Tuiteé
entonces lo que pude.
-Vale, va: si Iñaki presumió de
arrear de niño muchas “hostias” a sus hermanos, eslogan para don Ángel: POR UN
PUÑADO DE HOSTIAS.
Lo que luego pasó, lector, mañana CONTINUARÁ
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
A Armando, un cuarentón de
clase media, un buen día su mujer le señala la puerta de salida de casa. Ella
ha encontrado a otro más alto, más fuerte y más guapo que él. “Aprende a
quererte y los demás te querrán”, le sentencia. Descubre entonces Armando, de golpe, su minusvalía
emocional: un paria en la tierra de los afectos. Ha de salir al mundo; a un
mundo, que por temperamento, le es ancho y ajeno. Cómo superar su desconcierto,
cómo sobrellevar esa zozobra, cómo suturar la herida… Cómo aprender a
re-armarse. En las peripecias humorísticas, librescas y sentimentales que le
suceden, en ese cúmulo de emocionantes encuentros y desencuentros… ¿hallará siquiera
a medias Armando su lugar al sol?
Me encantará dedicártelo
Me parece que a la novela de Rosa Montero que se refiere no era "La función del desamor", sino "Crónica del desamor". Puede que se trate de novelas diferentes, aunque a mí no me suena a la que usted alude. Yo leí en su tiempo "Crónica del desamor" y me pareció una gran novela. Un saludo escribe usted muy bien.
ResponderEliminarD. José Antonio a mí no me consta como novela de Rosa Montero la que usted señala como " La función del desamor",
ResponderEliminarsi me consta " Crónica del desamor" que me parece que fue su primera novela, por cierto muy buena. a no ser que sean novelas diferentes.
Me gusta mucho su blog, escribe usted muy bien. Un saludo,
-Odugra: ¡Es verdad! Gracias por corregirme el yerro en el título, que inmediatamente corrijo. No sé por qué me dió por poner "La función del". Gracias por su ayuda. Tengo también un libro escrito que creo merece la pena. Saludos. Muchas gracias
ResponderEliminar