A ver, que son chistes, con pose
teatral chasqueaba el pionero Monedero en
la Sexta, tratando de explicar los vomitivos tuits de los
ediles podemitas a sus pechos
amamantados. ¿Qué pensaría Chávez de
esos tuits? Exprópiense, quizás. Qué
teatrillo más convencional desarrollaba Monedero
en la pantalla tratando de minimizar las nítidas incitaciones al odio de sus pupilos. El pedrestre y maníaco
hermeneuta de El Rey León y Aladino quería que
pasáramos por alto ahora la fina
sabiduría de sus ediles. Sólo son
chistes.
Por eso precisamente son importantes, oiga, porque son chistes. Desde Freud conocemos de sobra (“El chiste y
su relación con el inconsciente”) la relevancia que atesoran los chistes como inconsciente manifestación de lo reprimido,
como nítida revelación de las íntimas pulsiones que, so capa de unas risas, de
otro modo nos resultaría socialmente incorrecto
el mantener y argumentar. Empalar,
torturar, holocausto, víctimas de ETA, jóvenes violadas y asesinadas, esas
son las obsesivas y violentísimas imágenes primordiales que chapotean en la
mugre cerebral de los ediles podemitas y que los chistosos tuits entre
risotadas destapan.
Escuche a Freud, Monedero, escuche:
“En el chiste tendencioso surge el placer ante la satisfacción de una
tendencia que sin el chiste hubiera
permanecido incumplida… La técnica peculiar y exclusiva del chiste se hallará
en su procedimiento de proteger el empleo de estos medios productores de placer
contra las exigencias de la crítica… En la tendencia agresiva de algunos
chistes transforma al oyente,
imparcial al principio, en un secuaz de
su odio o su desprecio y hace surgir contra el enemigo un poderoso ejército
allí donde no existía sino un solo combatiente… el chiste tendencioso fortifica las tendencias a cuyo servicio se
coloca, apartándoles auxilios procedentes de sentimientos reprimidos o entra
abiertamente al servicio de tendencias reprimidas.”
Es decir los desalmados chistecitos
podemitas constituyen la coherente continuación, sólo que por otros medios, los
del supuesto humor, del cañamazo básico del leit-motiv podemita: la explotación y exacerbación del odio como
pulsión básica, la conversión del adversario en enemigo, la remoción de los
instintos más rastreros y primitivos: el miedo, el odio y la
venganza. Quizás por eso no casualmente
encargaron a Zapata el chistoso nada
menos que el negociado de la Cultura: la kultura del Odio.
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Al payaso cruel, apodado guayomin, se le podria atribuir parte de el (de)merito de haber conseguido a través de la socarranería que casi nada importante importe. Las victimas del terrorismo... unos chistecitos... y no es para tanto. La bandera de España... que vaya colores tan chillones... no sé. En cambio, la real politik emanada desde el olimpo socialista... eso ni tocarlo.
ResponderEliminarPasamos en horas 24 del no nos representan, y mira que pinta de caciques, tienen a estos si que nos representan y ademas son gente como nosotros.
Gracias Guayomin. Por tus 21 pisos, habrá merecido la pena.
misael