Qué le queda entonces al escritor sin Nombre ni
Contactos salvo insistir e insistir -resistir y resistir- en las redes
sociales, que son lo único con que cuenta, en los amigos que las mismas le
procuran, aun a riesgo de ser incomprendido y de resultar pesado, qué le queda
salvo perseverar esperanzado y confiar en que poco a poco quienes aprecian y valoran su afán le soliciten, y
lean y regalen su libro, el fruto de sus más inspirados desvelos, de cuanto
tiene lo mejor que pudiera jamás darles.
LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS
A Armando, un cuarentón de
clase media, un buen día su mujer le señala la puerta de salida de casa. Ella
ha encontrado a otro más alto, más fuerte y más guapo que él. “Aprende a
quererte y los demás te querrán”, le sentencia. Descubre entonces Armando, de golpe, su minusvalía
emocional: un paria en la tierra de los afectos. Ha de salir y abrirse al
mundo. A un mundo que, por temperamento, le es ancho y ajeno. Cómo superar su
desconcierto, cómo sobrellevar esa zozobra, cómo suturar la herida… Cómo
aprender a re-armarse como persona. En las asombrosas peripecias humorísticas,
librescas y sentimentales que le suceden -discotecas dudosas, fatales mujeres,
rollizas peluqueras, un sofá misterioso y abrazador, un cartel de Comisiones,
un buzón en el que ya no figura tu nombre, la dentadura perfecta de Burt
Lancaster, el fiasco de una noche de verano, una chinita que hace como que toca
el violonchelo en el metro, una niña que juega en el patio a la rayuela
mientras otro niño la observa tras las cortinas y un tercero enchufa triples
como un descosido, una tía y su sobrino en la sagrada edad de la iniciación
erótica de éste, Nocheviejas agridulces, risas y humo, ginebra y música, un
amigo fiel, una mujer solitaria, otra mujer bella y propagandista, los
malentendidos en que consiste a veces la existencia, alguien del pasado que
reaparece para bien y para mal, un héroe local, el lío de un sms enviado por
error, unas navidades tristes, una Venecia imaginaria, un vikingo fenomenal, la
memoria de la emigración, un juego de dardos al límite, un padre y un hijo
paseantes y ofuscados, un ascensor y una comunidad de vecinos estrafalarios, un
cumpleaños insólito cantando a lo Sabina entre polacos…- en ese cúmulo de
emocionantes encuentros y desencuentros… ¿hallará siquiera a medias Armando su lugar al sol?
Lo primero que debe hacer un escritor para que le lean es escribir; tengo dedicado tu libro desde los primeros ejemplares y me encantó; sigue y te leeremos.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Jaime, gracias por su impulso. Un abrazo!
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