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Se las saben todas sobre comunicación
política, es decir, en lo que se refiere a, ANTES DE LAS ELECCIONES, colocar
a través de estampitas todo un haz de cálidas connotaciones emocionales
positivas en las conciencias de los suyos… y de los indecisos. Camuflando el
discurso duro y los ceños airados
–retomados al minuto siguiente de terminar las elecciones- mientras Pedro gritaba y gritaba,
deliberadamente optaron los Podemos
por proponer una imagen afectiva y cordial a todos, una suerte de sonrisas, paz y amor que cimente de
forma duradera un lazo emocional hondo entre los suyos y que a la vez les
atrajera la voluntad naif de sectores
más moderados.
Así los teníamos ahí, en el Día
mismo de Reflexión, componiendo para este
país de innegable raigambre católica, una suerte de navideña postal alternativa: ¿no resuenan acaso con alegría, en la entrañable imagen propuesta en vísperas
de la Nochebuena, atávicas reminiscencias
de la bíblica escena del Portal de Belén?
¿No parecemos hallarnos en este austero marco
ante un humilde San José sonriente, de un muy amable aura poseedor, condescendiente
y como embriagado ante la buena nueva del
bebé, por vez primera abandonada la
pose de pistolero, beatíficamente unidas las manos y casi diríase a punto de
rezar en acción de gracias a las alturas?
Qué decir entonces del pudor
emocionado y cuasi virginal de Bescansa,
con el blanco rorro entoquillado en brazos -ah, esa pureza del blanco- que
ni a la cámara mira, a punto, diríase, de amamantar al Nacido? En fin, como Bescansa algunos añitos le lleva a este San José, ahí tenemos además a la juvenil Irene Montero, a la derecha del Santo, en reservada actitud
también, paje conmovida, acaso a la vez proponiendo una síntesis de edades,
habida cuenta de que prácticamente, entre todos los Líderes de Podemos, es Bescansa la única que niños tiene. Y
detrás, casi aéreos, rematando el cuadro, juguetones y festivos, chico y chica,
como angelitos de Murillo. Y bueno, luego Bescansa,
delante de todos los paparazzos le pasó
la criatura al Santo, que con indecible ternura lo acunó, adorándolo unos
instantes –para toda la España de cristianos
de la base- entre los brazos. Se echa en falta sólo a Zapata y al nº 1 por Jaén, por lo del establo, digo. Por lo demás,
unos genios, ya te digo.
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