miércoles, 16 de diciembre de 2015

¿Para qué tantos arriolas y moragas, Rajoy?

     


       UN BUEN REGALO PARA ESTAS NAVIDADES . 10 E
   Y estoy convencido también de que, si te gusta escribir, aunque sea sin mayores pretensiones, mis HISTORIAS DE UN BOBO CON ÍNFULAS te servirán de inspiración y te aportarán ideas, modelos, motivos, recursos  y maneras concretas para que también tú –o a quien pudieras regalarle mi obra- te atrevas a emprender la aventura de escribir un libro.
10 E por correo ordinario. Personalmente dedicadas. Solicítamelas en  josemp1961@yahoo.es




    Que Sánchez iba a tirarse navaja en mano a la yugular de Rajoy, tras los datos últimos del CIS, era, más que previsible, elemental. Que le iba, de la peor manera posible, a arrojar los sonrojantes sms presidenciales a Bárcenas era de cajón de madera pesoísta. Es posible, vale,  que sorprendiera un poco el maleducado makarrismo-populismo de Sánchez, que con la anuencia del moderador (¿?) apenas dejaba a Rajoy, más torpón y descentrado en el regate corto de lo habitual, enhebrar la réplica.
    Pero se sabe de sobra también que los prebostes socialistas en campaña se lanzan de bruces a la más extrema crispación, crispación, crispación, recuérdense sólo los aúlicos susurros gabilondos y los míticos pasotes de Míster Guerra. Con el vértigo próximo a la histeria que a los socialistas, no digamos a su Líder de hogaño, recorre ante el fantasma de -¡vaya por Marx!- otro Pablo Iglesias, eran esperables esas bad manners. Y se vio, sin embargo, a Rajoy por momentos desbordado, dubitativo y sin una movilizadora respuesta preparada. ¿Para qué tantos y tan bien pagados asesores entonces? ¿Ni siquiera han visto los más básicos videos que sobre debates electorales las teles han espolvoreado estos días?
     Qué hubiera costado ante la avalancha insultona del borroka Sánchez conservar la calma y por ejemplo espetarle algo parecido a lo que con tono pausado Sarkozy devolvió a Segoléne Royal ante la furia agresiva de ésta: “Veo que pierde los nervios fácilmente. Para ser Presidente hay que conservar la calma… ¿Por qué cuando alguien no piensa como usted lo trata con sarcasmo y desprecio? Así neutralizó esas bravatas. Como cuando Giscard le respondió a Miterrand, “ustedes no tienen el monopolio del corazón, ¿sabe?”. O simplemente, sin irnos tan lejos, con frío autocontrol replicarle, qué talante, señor Sánchez, qué talante, sin acritud, por favor, sin acritud, removiéndole de paso los demonios familiares.
   ¡El dato crucial de los 1500 empleos que diariamente se perdían al final del zetapeísmo y los mismos 1500 empleos que cada día hoy se crean, debió ser setenta veces siete nítidamente enarbolado! En fin, una vez más resultan verdaderamente desesperantes la impericia y el desprecio con el que los líderes de la derecha española abordan las pautas elementales de la comunicación política en las sociedades modernas, más decisivas que la propia gestión de los asuntos del gobierno, que si no se sabe vender, vale nada.   

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