Al parecer, la jamónica modelo,
Monique Motta a la sazón, 30 agostos
sobre sus sinuosas caderas, hizo público su idilio con un mozalbete de 13 años,
con suculentas pruebas de efusión amatoria por ambos añadidos al desaguadero de
las redes sociales. “Amor
da minha vida”, subtitula la modélica brasileira, a modo de comentario sobre
alguna de esas sabrosonas imágenes. Salvado el hecho de la minoría de edad del figura, con independencia de que sea o
no, con vaya usted a saber qué fenicias intenciones, un falso
escándalo, me parece que el truculento episodio si nos habla mucho del desorden
amoroso que vivimos, ese
campo sembrado de minas y desconcierto de las relaciones inter hombres y mujeres.
Es lo que hay, es lo que se lleva ahora. Cualquiera, a poco que se
adentre en cualquier antro de nuestro país hoy, no especialmente
cochambroso además, lo puede observar: Como se ha convertido el sexo –omnipresente en las pantallas- en
la verdadera cifra que afirma y sanciona hoy el sentirse vivo o el sentirse
muerto de las personas ante los demás y, ojito, ante su propio fuero
íntimo, a menudo, con el mismo derecho que los varones castigadores y hasta con cierta dosis de simbólico desquite hacia el secular machismo en el lance,
convenientemente maqueadas, numerosas mujeres maduras de lo lindo se
ligotean y en público se filetean, porque pueden ellas y
porque ellas lo valen, con jovencitos de
muy buen ver anhelantes por descargar la tolvanera hirviente de sus
gónadas, para escándalo de los amargados cincuentones, que, almas en pena, por
las esquinas de los antros van derramando su contrariedad en términos no
publicables aquí. Siempre al fondo el vacío y la soledad, me parece.
Nada que alegar, por supuesto. Es el mundo que vivimos, y punto pelotas. Igualdad, igualdad, igualdad…
en la casquería y en la chusquería. En fin, acaso el verdadero progreso
consistiría –resabios de moralista ultramontano, han de ser- en que plagiaran
los toscos varones las mejores cualidades femeninas, su mayor sensibilidad y
autocontrol, por ejemplo. Me sirvió a mí la cosa para enhebrar aquí (27-1-2016) un, creo, bien tragicómico relato:
Así es que no sé si ante el caso
de la modela jamona y el chavalín que ahora nos ocupa, nos reste sólo por
añadir… ánimo, chaval, que sí se puede,
sí se puede, sí se puede.
(Alfredo Urdaci valorando en su Telediario mi libro, pínchalo, please)
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¡Qué bueno! Mucha suerte, José Antonio. Yo ya hice los deberes...jeje
ResponderEliminarRespecto a la noticia...pffffffffffff (sin palabras).
Gracias, Campu. Es verdad, tú me diste tu impulso generoso. Gracias. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué pena más grande Señor Del Pozo! Que se lo digo de verdad que estas cosas me deprimen mucho, muchísimo...ni en la literatura más atrevidamente naturalista el mundo se había despojado de la humanidad del alma de los seres pensantes...¿a qué santo vamos persiguiendo un Apocalipsis zombi o vampírico o vírico? Hace tiempo que los ejércitos de monstruos del espíritu han vaciado nuestros cuerpos del soplo divino que nos destacó un día de la carnaza y los nervios y músculos sanguinolentos...No tenemos salvación.
ResponderEliminarMientras, espero con impaciencia su próximo libro.
Saludos
Buenas lineas! Muchas gracias, amigo
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