miércoles, 2 de marzo de 2016

Anguita y sus palabrotas, palabrotas, palabrotas

   


   Que los modos y paradigmas viscosos y soeces de la Telebasura, que es el relato dominante hoy, contaminan los discursos sociales, incluso los que en principio demandarían mayor altura y respeto para con una ciudadanía que se quiera digna, es cosa ya indudable.  Ese misma regresión cultural, ese vertiginoso descenso hacia lo rastrero y rufianesco, lo observamos, además de en los actos, también en el lenguaje de los elegidos del Pueblo, los políticos, que acaso debieran dar ejemplo.
   Así  en tan sólo una semana escuchamos a un alcalde socialista del Sur aseverar que él concedía a no sé quién no sé qué contrato por la poderosa razón de que “me sale de la polla, ¿vale?”, a un responsable (¿?) de los populares vascos espetarle al Presidente del Gobierno en oficial discurso que “estamos hasta los cojones de los casos de corrupción”, en fin, el consuetudinariamente por su magistral estilo alabado Julio Anguita se despacha en estelar entrevista para El Mundo (21-2-2016) reiterando, sin más ni más, que “le gustaría volver a ser diputado sólo por un día para subir al estrado y decir: ¿Y ahora qué, hijos de puta?”.
     Oiga, ¿Y esto a qué viene? ¿Así habla un Califa rojo o un Orate rojo? Por supuesto, le dirán todos ellos que si en el Quijote, que si en Quevedo, que si el diccionario y la calle, las coartadas habituales para la creciente gañanía. Ya quisieran hablar todos ellos como escribían Cervantes o Quevedo, ya. ¿También a Anguita habrá que recordarle a Wittgenstein (los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo)? ¿Habrá que recordarle a don Julio al mismo Marx (la lengua es cultura en estado vivo)? 

    Pues de eso se trata, de que,  con ese malablaje tan a la moda hoy, peor que el de carreteros, peor que el de los peores lupanares, mucho peor que el de los más necesitados inmigrantes, propio sólo de cafres y cafiches recalcitrantes, se refleja y a la vez se propone un modelo de ciudadano que es la negación del mismo, que es el homo gañanis, la prototípica y bajuna criatura surgida de la fusión entre la mugre de la Telebasura y la anónima instantaneidad de las redes sociales. Diríase que hoy si no sueltas cada tres por dos un exabrupto es que no eres nada. Bien claro hasta en el maestro Anguita se ve: ha pasado del programa, programa, programa a palabrota, palabrota, palabrota. 


   Aquí, si lo pulsas, el video con Alfredo Urdaci valorando en su Telediario mi obra: “Son las historias de Armando, un cuarentón al que le ponen la maleta en la puerta de casa y tiene que recorrer de nuevo el camino de lo sentimental. Descubre que es un minusválido del sentimiento, un hombre al que todo le sale mal, un paria del afecto, un hombre patético al que todo le sale al revés. En lo que le pasa hay también una gran carga de ironía y de crítica hacia el mercado de los sentimientos, hasta el punto que uno acaba sintiendo una piedad desternillante por este antihéroe que tiene en estos relatos una voz auténtica. Se van a reír hasta llorar con este libro, llorar de piedad por este hombre perdido, este bobo con ínfulas”.
   
   "Disfruté mucho con las Historias. Sigue escribiendo", me dijo Urdaci también.
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LAS HISTORIAS DE UN BOBO CON INFULAS
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1 comentario:

  1. me alegro mucho por el exito del libro respccto al articulo lo ha clavado don jose antonio saludos cordiales ygracias por el blog hormias

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