Personalmente dedicadas. Escríbeme a josemp1961@yahoo.es Es muy sencillo. 10 E por correo ordinario a la dirección de España que me digas, no
tiene por qué ser la de tu domicilio, la de cualquier local público que
conozcas, el que sea.)
Aunque, es verdad, un poco Évole en
las preguntas le apretó, lo decisivo de su interviú
con el filoetarra Otegui radicó
en el haz de cálidas y favorables connotaciones y resonancias afectivas que
para ambos artistas las imágenes de
la misma –esa tan cuidadosa como entrañable
escenificación- desprendieron. ¿Habría presentado en idéntica amanerada forma Évole una interviú con un
Líder de extrema derecha? No, nunca, jamás.
Así podíamos verlos de entrada, hermanados en gesto e indumentaria casual –salvo curiosamente en el detalle
de la capucha, que mientras en Évole es recurso arquetípico para fijar
su imagen de juglar del Pueblo, en
sitio en el que tanto llueve, en Otegui se liquida, sin duda para salvar
las cruentas asociaciones terroristas (a lo Sauron) que la prenda
tras la cabeza del Líder podría despertar-, cercanos, próximos en aspecto a la gente, enmarcados y plantados con aplomada
naturalidad sobre el atávico paisaje, sobre esa Tierra ancestral, amigables
criaturas del Bosque diríase, amables hobbits
en la Mítica Comarca Filoetarra de las eternas brumas, delante de un
robusto árbol –no hace falta insistir
en la mítica simbología que en la cultura vasca el Árbol encierra- al que,
anótese, primaverales brotes de esperanza
le nacen ya.
Y el resto de la interviú
–editada, muy editada- transcurriría ya, cafelito
a cafelito, ante el magnífico ventanal con vistas al valle del soberbio
salón del Caserío, arquitectónica
construcción por excelencia de la idiosincrasia vasca, imbricada a la
perfección por tanto en esa memoria colectiva y en ese secular marco natural.
Hablaba por sí mismo ese interior primoroso y sobrio a la vez, dominado por
labradas y recias maderas oscuras, en el que no faltaba una chimenea crepitante
de leños, hasta configurar un escenario atiborrado de connotaciones de una muy
humana y acogedora nobleza.
Ese, agradable hasta lo idílico, marco natural, objetual y personal, que
con el prestigio sensorial de lo
telúrico a chorros entraba por los ojos y por el inconsciente de los
espectadores, fue en el que Évole envolvió a Otegui para un poco inquirirle. Claro, casi consiguió vendernos así
el ex –etarra su, por golosa, venenosa
mercancía: la Paz se debe sobre todo a la
izquierda abertzale y a Zapatero… para nada me considero un terrorista…
nosotros no somos como ellos.
El icónico fondo entrañable
–lo saben de sobra los expertos en persuasión comunicativa- , con el que se
rodea, hasta aureolarlo, al personaje, cuenta mucho más –no digamos ya hoy en
día- que las palabras en curso que
éste suelte. En contraste, en la interviú
con el presidente Rajoy, la imponente producción follonera resaltó espectacularmente los,
antipáticos hasta inhumanos, resortes de los engranajes del frío Poder: los
teléfonos, las pantallas, las carpetas, la mesa oficial, la gélida estancia. En
el previo tete a tete de pie, en el
que se remarcaba en imagen el duro asfalto frente a los jardines, muy otra,
esquiva, inquieta, escorada, fue la disposición gestual y corporal del Conductor hacia el entrevistado, que así
resultaba cuestionado.
Y es que -la realidad, la realidad- tanto y tantísimo aborrece Otegui la violencia que… ¡al día siguiente! corrió a prestar su
querida presencia a una Marcha en favor de los más sanguinarios criminales
etarras NO arrepentidos.
Manipulas, deja esa insana obsesion y sal a la calle a que te de el aire
ResponderEliminar
ResponderEliminarLa verdad es que se concedió un tiempo precioso de tv a alguien que en absoluto lo merece y cuya opinión, en la mía humilde, a bien pocos interesa.
http://nuncaestardesilachicallega.blogspot.com.es/2016/04/a-quien-favorece.html
Gracias por tus palabras, por tu aportación, César, cordiales saludos
ResponderEliminar