Cuando, a propósito de Las historias de un bobo con ínfulas, me preguntaban
en la radio que qué más planes literarios tenía, me salía del alma a mí
decirles entonces que… para los
escritores sin Nombre ese de tener planes es un lujo que no nos podemos permitir, que si conseguíamos
interesar –interesar también en el
sentido de traspasar, de alcanzar, como cuando en prosa forense o romántica
leemos que ese disparo o ese beso le interesaron a una persona el corazón- a
un número mínimo de amigos lectores habría, dos o tres años mediante, nueva
criatura, es decir, nuevo libro, y si no, pues acabóse lo que se daba, tontalaba (el muá).
Bueno, me cabe la humilde pero profunda alegría de reconocer que a
trancas y barrancas -cómo si no habría de ser- mi Bobo con ínfulas, -aunque
me quedan aún ejemplares- ha conseguido eso, y con él y gracias a él he podido
conocer en las redes a un racimo de bien sensibles personas en las que se
adivina un precioso fondo humano. Gracias
a cada una de esas buenas almas mi
Bobo no se ha perdido del todo entre
las amargas neblinas del olvido. Gracias,
amigos.
Así es que, de nuevo empeñados ahora en ella los magros réditos del Bobo, nueva criatura habemus: mis Veinte relatos de amor y una poesía inesperada, que inician ya su andadura, que es singladura, que es aventura en
la que se convoca, toma que dale, a la hermosura. ¿Planes literarios ahora? Los
justos, vale decir, los mismos: si
consigo interesar en estos relatos a un número mínimo de amigas y amigos
lectores, pues, andiamo, es
decir, la emprenderemos, dos o tres años mediante, con otro libro. Y si no,
pues eso, que sacabó lo que se daba,
tontolaba (el muá). Voilá pues esos planes, esos panes, esos
flanes. Y HOY, como entonces, con Pessoa:
“No
soy nada, no quiero ser nada, pero conmigo van todas las ilusiones del mundo”.
In
Love we trust, en el Amor nosotros confiamos. ¡Sea!
No, no!!! Después de los relatos queremos más!! Mucho más! Saludos, A.
ResponderEliminarGracias, A.
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