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Cuando muere un Dictador –y Castro lo fue, Dictadorísimo entre
todos los dictadores, y con récord de permanencia ilegítima en el Poder- hay
que acordarse… sobre todo de sus víctimas, de cuantos, por miles, blandiendo
ideas democráticas fueron perseguidos, encarcelados o fusilados por ese Tirano
Banderas.
Como buen izquierdista orwelliano
siempre se mostró Castro
especialmente obsesionado por el dominio y el
control de las palabras y sus significaciones, pues son ellas las que para
la mayoría fijan luego la percepción de la realidad. Así, se escucha hoy,
incluso a los más críticos con él, que ignorantes muerden el anzuelo, hablar de
la Revolución pacá-y-pallá, que es vocablo de resonantes connotaciones positivas,
y que sobre todo encubre la realidad de opresión
y miseria en que esta consiste, y que oculta que es de Dictadura, es decir, de uso y abuso
ilegítimo del Poder, de lo que deberíamos siempre hablar. Así se mostró también
siempre preocupado Castro por posar
y auto-enjuiciarse olímpicamente ante la Historia, como demuestra aquel estentóreo ¡La
Historia me absolverá!, con el que grotescamente una vez él mismo,
Señor y Juez de la Historia Universal, se autosentenciara.
Y como es el tinglado izquierdista el que sobre todo escribe el presente y
la Historia –el mundillo liberal-conservador, Líderes y bases, en general
desprecia la palabra, los escritores y los libros- acaso puede ser muy cierto
que la Historia con todo recubrirá a Castro
de un halo difusamente humanista, rebelde y filántropo. Nunca podré olvidar en La Habana, a mediados de los 80, bajo
el régimen especial, es decir, bajo
el racionamiento, en medio de las estanterías de tiendas y almacenes escandalosamente vacías, y
del cruel apartheid que impedía allí
a los propios cubanos entrar más allá del hall de los hoteles, aquellos
delirantes y colosales muros propagandísticos por las calles en los que,
idealizadamente pintado el Gran Barbudo, con imprevisto sarcasmo rezaba y se
leía... TODO SE LO DEBEMOS A ÉL.
Muere Fidel Castro, que descanse
en paz: sigue la Dictadura, personalizada en su Pequeño Hermano Raúl.
Veremos. 57 años de Dictadura a los Castrones y a los cubanos contemplan ya,
que se dicen pronto.
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euros, envío incluido. 165 pgs de SENTIMIENTOS,
HUMOR Y AVENTURAS acerca de la condición humana enamorada… y desenamorada,
en muchas de sus vertientes, cimas y simas, con la emocionante recreación de
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Buenas noches escritor.
ResponderEliminarQue tus lectores busquen en las etiquetas del blog tus entradas sobre Castro. No digo nada más. Doy la palabra a quien no pudo hablar.
Introducción del símbolo de la fe - Poemas de Reinaldo Arenas
Sé que más allá de la muerte
está la muerte,
sé que más acá de la vida
está la estafa.
Sé que no existe el consuelo
que no existe
la anhelada tierra de mis sueños
ni la desgarrada visión de nuestros héroes.
Pero
te seguimos buscando, patria,
en las traiciones del recién llegado
y en las mentiras del primer cronista.
Sé que no existe el refugio del abrazo
y que Dios es un estruendo de hojalata.
Pero
te seguimos buscando, patria,
en las amenazas del nuevo impostor
y en las palmas que revientan buldoceadas.
Sé que no existe la visión
del que siempre parece entre las llamas
que no existe la tierra presentida.
Pero
te seguimos buscando, tierra,
en el roer incesante de las aguas,
en el reventar de mangos y mameyes,
en el tecleteo de las estaciones
y en la confusión de todos los gritos.
Sé que no existe la zona del descanso
que faltan alimentos para el sueño,
que no hay puertas en medio del espanto
Pero
te seguimos, buscando, puerta,
en las costas usurpadas de metralla,
en la caligrafía de los delincuentes,
en el insustancial delirio de una conga.
Sé
que hay un enorme torrente de ofensas aún guardadas
y arsenales de armas estratégicas,
que hay palabras malditas, que hay presiones
y que en ningún sitio está el árbol que no existe.
Pero
te seguimos buscando, árbol,
en las madrugadas de cola para el pan
y en las noches de colas para el sueño.
Te seguimos buscando, sueño,
en las contradicciones de la historia
en los silbidos de las perseguidoras
y en las paredes atestadas de blasfemias.
Sé
que no hallaremos tiempo
que no hay tiempo ya para gritar,
que nos falta la memoria,
que olvidamos el poema, que, aturdidos,
acudimos a la última llamada
(El agua, la cola del cigarro).
Pero
te seguimos buscando, tiempo,
en nuestro obligatorio concurrir a mítines,
funerales y triunfos oficiales,
y en las interminables jornadas en el campo.
Te seguimos buscando, palabra,
por sobre las charlas de las cacatúas
y el que vendió su voz por un paseo,
por sobre el cobarde que reconoce el llanto
pero tiene familias... y horas de recreo.
Te seguimos trabajando, poema,
por sobre la histeria de las multitudes
y tras la consigna de los altavoces,
más allá del ficticio esplendor y las promesas.
Que es ridículo invocar la dicha
que no existe 'la tierra tan deseada'
que no hallarán calma nuestras furias.
Todo eso lo sé.
Pero te seguimos buscando, dicha,
en la memoria de un gran latigazo
y tras el escozor de la última patada.
Te seguimos buscando, tierra,
en el fatigado ademán de nuestros padres
y en el obligatorio trotar de nuestras piernas.
Te seguimos buscando, calma,
en el infinito gravitar de nuestras furias
en el sitio donde confluyen nuestros huesos
en los mosquitos que comparten nuestros cuerpos
en el acoso por sueños y aceras
en el aullido del mar
en el sabor que perdieron los helados
en el olor del galán de noche
en la idea convertida en interjecciones ahogadas
en las noches de abstinencia
en la lujuria elemental
en el hambre de ayer que hoy hambrientos condenamos
en la pasada humillación que hoy humillados denunciamos.
En la censura de ayer que hoy amordazados señalamos
en el día que estalla
en los épicos suicidios
en el timo colectivo
en el chantaje internacional
en el pueril aplauso de las multitudes
en el reventar de cuerpos contra el muro
en las mañanas ametralladas
en la perenne infamia
en el impublicable ademán de los adolescentes
en nuestra voracidad impostergable
en el insolente estruendo de la primavera
en la ausencia de dios
en la soledad perpetua
y en el desesperado rodar hacia la muerte
Te seguimos buscando
te seguimos
te seguimos.
Central 'Manuel Sanguily'
Consolación del Norte, Pinar del Río.
Mayo de 1970.
Hola, E: muchas gracias, gracias por el poema de Reinaldo Arenas, impresionante, sobrecogedor, magnífico
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