lunes, 21 de noviembre de 2016

Sobre "La chica de ayer"


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  Nos hallamos ante una extraordinaria y envolvente composición -con uno de los más felices arranques de guitarra eléctrica que yo conozco, una suerte de rítmica y doliente llamada a la confidencia que se abre-, cuya obscura y desoladora letra revela, diríamos, los contornos de un enamoramiento esquizofrénico, un sentir escindido que parece afirmarse y negarse a cada paso. Veámoslo.

 “Un día cualquiera no sabes qué hora es, te acuestas a mi lado sin saber por qué” (anótese la indeterminación, la gratuidad, la pura contingencia, la ausencia de motivación o autodominio con que aparece caracterizada la experiencia sexual, que pareciera aquí como dictada a sus partícipes por el simple capricho, por el ambiente que les rodea, aunque es a la vez ya muy poética y delicada esa litote, “te acuestas a mi lado”, con que se resume el ayuntamiento de los cuerpos). “Las calles mojadas te han visto crecer y con tu corazón estás llorando otra vez” (es patente la disociación que establecen ya esas explícitas y reiteradas lágrimas, expresión de un sentimiento muy hondo, con la aparente eventualidad en que parecía basarse al principio todo, en la que esas calles mojadas parecen referirnos un barrio compartido por los dos, no dos extraños in the night, no, más la deliberada ambigüedad de no poder con certeza determinar a quién corresponde el llanto, quién otra vez llora, él, ella, ¿ambos?, colmando de intensidad emocional lo que parecía sólo un pasatiempo).
“Me asomo a la ventana, eres la chica de ayer, jugando con las flores de mi jardín. Demasiado para tarde para comprender, chica, vete a tu casa, no podemos jugar” (de nuevo una tajante dicotomía entre lo que se expresa como simple juego y a la vez experiencia profunda y peligrosa -¿son acaso esas flores de él las flores del mal, con las que ella, enamorada, juguetea?- que atrae y destruye a la vez, y otra vez ese oscilante rol en él, que, pasivo, consiente primero el acostarse, el juego, y ordena después, imperativo, acaso asustado ante el vértigo del amor que por ella empieza a sentir, ante el peligro quizás también que para ella puedan suponer esas flores de su jardín).
 “La luz de la mañana entra en mi habitación, tus cabellos dorados parecen el sol. Luego por la noche al Penta a escuchar canciones que consiguen que te pueda amar” (una vez más constatamos el abrupto contraste sin solución de continuidad entre el mágico y rendido enamoramiento –maravillosa elipsis del acto sexual cifrada en esa mirada matutina, preciosos esos cabellos dorados que parecen el Sol- y la parálisis afectiva presente en la necesidad posterior del lugar y las canciones fetiche que “consigan” que te pueda amar, como si de una fiebre intermitente se hablara.
  Vivencia fragmentada, inconclusa, esquizoide, como experimentada ya desde los umbrales de un infierno al que no se ve salida, abismo que desde la razón y la voluntad no puede ya franquearse, “demasiado tarde para comprender”, ante el que apenas resta ya sino la letanía obsesiva y vertiginosa de la imagen de ella, “mi cabeza da vueltas persiguiéndote, mi cabeza da vueltas persiguiéndote… “.

SOY ESCRITOR 

“VEINTE RELATOS DE AMOR Y UNA POESÍA INESPERADA”. 12 euros, envío incluido. 165 pgs de SENTIMIENTOS, HUMOR Y AVENTURAS acerca de la condición humana enamorada… y desenamorada, en muchas de sus vertientes, cimas y simas, con la emocionante recreación de las más perturbadoras encrucijadas a que nos arrojan los sentimientos inevitables. Personalmente dedicados. Pídemelos aquí o escríbeme a josemp1961@yahoo.es Es muy sencillo. 12 E por correo ordinario a la dirección de España que desees; 15 E por correo certificado. Escríbeme aquí y te informo sin compromiso.

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