En días como el de hoy en España (qué extraño esto de las redes transnacionales, debe recordar siempre uno que está escribiendo para el mundo entero, por más que todo ese universo mundo lo constituyan en realidad cuatro gatos, bien amables, por cierto) la mitad de los nacionales está de parranda en la fiesta de su pueblo del alma (es día festivo en todos) y la otra mitad anda broceándose de lo lindo, jubilosos al viento y al sol marineros de las infinitas playas del litoral.
Pero también en días como hoy (día crítico en el calendario, junto al Día de Fin de Año) hay miles de personas, apenas visibles, por miles de razones a su vez que malamente pueden resumirse en una esencial inadaptación al monstruo de los mecanismos sociales, que sienten más que nunca el mordisco rabioso de la soledad. De la soledad no escogida, hablo. Todo a su alrededor les remarca y les recuerda hoy su estricta soledad, esa sombra tan acerva. No la pueden hoy siquiera difuminar en el tráfago corriente de un día habitual. Duele más hoy, en el inmediato contexto de una climatología paradisíaca que es en sí una clamorosa invitación a la vida, la herida de esa dolorosa inadaptación más que nunca.
No, no toda las personan se ponen felices por decreto. Pues que sepan cada uno de ellos, a todos a quienes pueda mi débil voz alcanzar, que soy yo uno de ellos, (los años peores eran cuando ni siquiera podía uno escribir la soledad) y que aquí está mi mano, y este pobre cuaderno, y mis libros, lo mejor de mí que yo pudiera darles, por si de algo les pudiera valer. Habla, lee, canta, salta, baila conmigo, amigo, si tú quieres. Aquí me tienes, nadie me manda, excepto tú.
No, no toda las personan se ponen felices por decreto. Pues que sepan cada uno de ellos, a todos a quienes pueda mi débil voz alcanzar, que soy yo uno de ellos, (los años peores eran cuando ni siquiera podía uno escribir la soledad) y que aquí está mi mano, y este pobre cuaderno, y mis libros, lo mejor de mí que yo pudiera darles, por si de algo les pudiera valer. Habla, lee, canta, salta, baila conmigo, amigo, si tú quieres. Aquí me tienes, nadie me manda, excepto tú.
gran articulo d jose antonio
ResponderEliminarhormias mil gracias por su blog
Hola escritor.
ResponderEliminarPreciosa entrada.
¡Esos gatos amables!
¡Qué buenos escritos la última semana!
E
Gracias, E. La del 15 de agosto es de las pocas entradas fijas, como sabes. Gracias por tu aliento, por tu presencia, Un abrazo
ResponderEliminarHormias: Gracias. Va. Pues anímese y pídame un ejemplar. Le gustará.
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