No, no son las victorias ni los éxitos, su número y palmarés, siendo
cuantiosos y principales los que Alberto
Contador reúne, los que nos descubren al genuino Campeón. No importa tanto
el ganar-y-ganar-y-volver-a-ganar-y-ganar-y-volver-a-ganar, cuanto el ser
valiente para dar la batalla siempre, el atesorar y desplegar sin cálculo
egoísta esa bravura, ese coraje, esa voluntad, épicas por descomunales, entre
montañas ciclópeas y en proeza desenvueltas, a cielo azul y a tumba abierta
sobre la bicicleta descubiertas. Sin necesidad alguna, pues ya todo lo tenía
ganado, en el más dorado culmen para su carrera que pudiera imaginarse, ha brindado Alberto Contador en su postrera Vuelta a España una gesta inolvidable,
con arrojo, combatividad y genio a raudales y titánicos compuesta. Como nos
gusta a los escritores –incluso a los sin Nombre- decir, ha escrito Contador una página gloriosa y ejemplar para la Historia
del deporte español y mundial. Quizás por eso, día tras día, aficionados
humildes, al borde de las carreteras que él a golpe de pedal sobrevolaba, en
menestrales pancartas por ellos mismos hechas, por eso mismo más valiosas, sin
duda nacidas del corazón, con emoción daban las GRACIAS por TANTO que a su vez les/nos había él dado, a este
verdadero CAMPEÓN, ALBERTO CONTADOR.
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