Eso es, hagamos algo más que repicar el simple eslogan, hablemos, a ver
si en este jardín de la alegría que son las redes no me sale una novia de la
muerte como la que el otro día, a propósito de querer hablar el muá del Ché, pedía ajusticiarme. Hablemos de
los recientes incendios, va.
Pavorosos, terroríficos, lo que se escriba es poco. Arrasaron sobre todo
buena parte de los bosques de Galicia,
aunque también de León y Asturias. Casi
nadie ignora lo que en realidad ha pasado, la Santa Compaña moderna, sólo que
queremos mirar a otra parte. Fueron, en un altísimo porcentaje, incendios
milimétrica y concienzudamente provocados. Con empaque casi de compleja
operación militar, diríamos, que incluso pudo írseles a sus cerebritos
un poco la cosa de las manos. Cuatro muertos. Más de cien violentísimos focos
estallando a la misma vez, incluso en el perímetro urbano de Vigo. Desatados cuando
mayor era el daño que se podía hacer, en pleno puente festivo y cuando más el
viento podía expandirlos, cuando más desprevenida podía pillarse a la Administración,
que casi nunca se entera de nada. Se habían cumplido en días anteriores –la
mayoría en Galicia, también en León y Asturias- los contratos estivales de
muchos de los que conforman las brigadas contra el fuego. Simple casualidad,
por supuesto.
Dada su magnitud, alguna
televisión les puso pantalla. Las redes sociales, que son hoy las principales
pantallas en las que se ventila todo, por supuesto a su vez ardían de espanto.
Curiosamente, o no tanto, los indignados oficiales no clamaron en
ellas esta vez con el célebre quién-ha-sido,
es decir, con tratar de saber quién fue el autor y, por tanto, principal responsable del criminal desastre,
como si de un Fatum se tratara; ni siquiera esta vez agitaron tanto el
fantasma de los malvados empresarios codiciosos como, desde primera hora, cerrando
el círculo, el de la pérfida y miserable administración que nada hizo, ni
hacía, ni hará, junto a la estampa de la honda solidaridad que el genuino
Pueblo entre sí siempre se guarda. ¡Necesitamos otro gobierno!, se despotricaba
en las redes con las llamas en su cénit.
Las devastadoras imágenes que los incendios ofrecen, que tanto permiten
los clips
lacrimógenos y movilizadores a la vez, redondearon la jugada perfecta de, yaque alguien había
quemado Galicia, tratar de levantar
una suerte de nuevo Prestige, a ver
si así esta vez sí que sí. Por un momento pensé que los Separatistas/Golpistas de Puigdemont serían capaces de montar unos
autocares con voluntarios ardientes por en la tragedia ayudar y hermanarse con
el Pueblo gallego. Al fin y al cabo, de Grandes Mentiras en un caso y otro se
trata. Cómo de transparente será la cosa horrible, que incluso los aprovechateguis
del Desastre han levantado un poco el pie de la santa ira
antigubernamental.
Por supuesto, el gobierno autónomo y el
central, lejos de afrontar de verdad los hechos, la cruda batalla ideológica
que ello supondría, se conforman con que todo se pase. Si por casualidad
detuviera la policía a alguno de esos terroristas incendiarios, y en su
descargo dijese que lo hicieron todo en
protesta contra el odioso Gobierno español, no lo dudes: muchos, explícita
o implícitamente, les apoyarían. Entonces, el horror y el terror pánicos y
Universales, los ayes y los apocalípticos clamores ante estos incendios
perfectos, como que en un tono más bajito, ¿no?
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