sábado, 19 de enero de 2019

Duele



   Tendemos a representarnos el amor como una maravillosa enajenación mental transitoria. Es mucho más que eso, por supuesto. Es una forma de ser y de estar en el mundo ante la Persona escogida. Por eso cuando la persona amada, la que entre todas de todas elegimos como nuestra, tras aceptarnos, nos rechaza, nos duele el alma y nos querríamos morir. Somos ese dolor. Consistimos en ese dolor. Somos una persona a ese dolor pegados. Derribados por el hachazo en el centro mismo del ser, que es el manar de ese sentir, maltrechos los sueños, insomnes, inconsolables, a tumbos, nos muerde por todos lados el clamoroso vacío que abre esa ausencia. Qué triste nos parecen entonces la vida y el mundo, que penosa y sin sentido toda esta infinita confabulación de astros aciagos. Qué amargo hasta el respirar. Entonces sí que somos de verdad almas en pena, que lleváramos el corazón colgante y fuera del cuerpo, a trompicones arrastrado por los suelos, una y otra vez contra las piedras de punta malhiriéndose. Bon jour, tristesse. 



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