Desapego, ea, desapego

  Los sentimientos, hoy, son un lastre. Para la posmoderna forma de vida, el contener, expresar, no digamos ya conservar, sentimientos profundos resulta un fardo molestísimo y muy agobiante de sobrellevar. Uff, demasiado intenso, en clave de burla decimos –nos dicen, ay- de alguien que manifiesta un afecto radical.  Como hoy en día lo es todo la situación y el punto, según te da o te dé, es decir, un difuso hedonismo pragmático (que asombrosamente casa muy bien con ese budismo de todo a cien y su teoría del desapego tan en boga ahora), ante eso, los vínculos duraderos y las sinceras lealtades que suponen los más nobles sentires hacen de ellos una carga insoportable. ¡Cuánto más cómoda la existencia dejándote llevar! En el mundo de las relaciones personales muchas personas –hombres y mujeres- explícitamente, casi a gala ahora te lo espetan: hoy a nadie le interesa la aventura de conocer a alguien, eso nadie lo quiere, lo que casi angustiosamente unos y otras buscan –maquiavélicos/as de rebajas- es eso, un picoteo, un fileteo, un ratito “agustito”, si puede ser con el más guapo o la más guapa de la reunión, que, a modo de los cánones triunfantes de la Telebasura, reflejen y te devuelvan la certidumbre de tu poderío seductor, esa ful.  (Con todo, no dejes que te engañen, jamás sientas vergüenza de haberte sentido y de seguir enamorado/a, esa clarísima pureza, esa sustancia esencial, esa dimensión sagrada e ilusionada de la existencia que a estos acomodaticios de ocasión les está naturalmente vedada, y que en el fondo de su falta de fondo te envidian, que lo sepas).

SOY escritor. Valora mi trabajo. Te gustaría mi libro, estoy seguro.

111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. 301 pgs. 12 euros. 

ARGUMENTO

La aventura y el itinerario cotidiano de un soñador irónico, de un sentimental cabal, de un solitario ilusionado, de un fabulador a ras de tierra, a la busca del tiempo ganado, a la búsqueda de los afectos perdidos, afanado a la tarea de como oro en paño anotar, recrear y rescatar lo mejor y más granado de sí y de cuanto le rodea, de ponerlo así a salvo del Tiempo voraz y del rudo Ruido. En círculos concéntricos, más desveladores que dantescos, la singladura irónica y emocionada de ese vivir, de ese sinvivir, de sus pasos y marcas: la amistad, la paternidad, el amor y el desamor, el mordisco de la soledad y los preliminares de la vejez, el mundo de la noche con sus mujeres fatales o magistrales, el deporte y la escritura, su duda y su ternura, el paso y la luz de la estaciones, todo lo que puede aprenderse en los viajes del Metro… la misma vida a chorros y a corros en los más vivos colores registrada. ¿Logrará mantener su lugar al sol?

CONTRA-REEMBOLSO, 15 E

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