A veces, ciego de rabia y de fracaso,
hubiera deseado vivir en uno de esos países luteranos de las Escandinavias que
no ven el sol ni en las pinturas de Van Gogh. No puede allí nadie salir a
la calle casi durante todo el año, y enciérranse así en sus casas, todos como suecos
venga a leerse libros y libros, y cuanto más malditos y anónimos aún con más
ardor leídos en la penumbra de sus cuartos. En los países meridionales del
hemisferio Norte, like Spain, durante las cuatro quintas partes del año el
astro rey derrama, providencial maná que otorgara la vida misma, sus rayos
hechiceros sobre la ciudadanía, absorbiéndoles por completo el seso. Son ellos
súbditos del Sol más que de ningún otro gobernante, y a su reclamo acuden
jubilosos, atestando playas y plazas, cuadras y galpones, por muchas quemaduras
en el lomo con que aquel como todo premio les pague. La tropa agarra la
bicicleta y se larga eufórica a… ¡vivir
la vida!, no te jode, total, si son todo esto cuatro días. Sobreviene así il
dolce far niente, ese celestial racimo de palabras que designa el
tumbotearse bajo alguna sombra para desganadamente tocarse el cimbel. ¿Cómo
competir con sólo palabras contra el aluvión de imágenes sensacionales que el
Sol, con el desenvolverse de las parábolas propias de su Imperio, procura? Pero
un buen libro puede acercar a tu corazón la aún más sustancial textura íntima
que late tras las postales veraniegas, esto es, un buen libro puede matarte de
belleza dulcemente con su canción, il
dolce far tutto entonces.
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111 ROSAS o EL LIBRO DE LAS AGRIDULZURAS. 301 pgs. 12 euros.
ARGUMENTO
La aventura y el itinerario cotidiano de un soñador irónico, de un sentimental cabal, de un solitario ilusionado, de un fabulador a ras de tierra, a la busca del tiempo ganado, a la búsqueda de los afectos perdidos, afanado a la tarea de como oro en paño anotar, recrear y rescatar lo mejor y más granado de sí y de cuanto le rodea, de ponerlo así a salvo del Tiempo voraz y del rudo Ruido. En círculos concéntricos, más desveladores que dantescos, la singladura irónica y emocionada de ese vivir, de ese sinvivir, de sus pasos y marcas: la amistad, la paternidad, el amor y el desamor, el mordisco de la soledad y los preliminares de la vejez, el mundo de la noche con sus mujeres fatales o magistrales, el deporte y la escritura, su duda y su ternura, el paso y la luz de la estaciones, todo lo que puede aprenderse en los viajes del Metro… la misma vida a chorros y a corros en los más vivos colores registrada. ¿Logrará mantener su lugar al sol?
CONTRA-REEMBOLSO, 15 E
A la dirección (PUEDE SER TAMBIÉN la del trabajo, o la de un establecimiento público que conozcas, una OFICINA DE CORREOS, por ejemplo) de España que desees. PÍDEMELO aquí, o en mi correo: josemp1961@yahoo.es
Adoro el sol. Qué quiere que le diga, señor del Pozo.
ResponderEliminarUn beso de sol contrariado.
Todo con mesura casi siempre es bueno, sol, libros...
ResponderEliminarUn abrazo de primavera
El Sol y yo somos así, Eva, ya lo sé. Gracias. Otro.
ResponderEliminarCiertamente, Anónimo. Gracias. Abrazo de otoño.