Le dieron ayer el Nobel de Literatura a Peter Handke. A sus 76 años, de qué no habría de estar de vuelta ya
el escritor. Se arremolinaron, claro, los periodistas en su torno. No hace
tanto sostenía Handke “que habría
que suprimir el Nobel… es una falsa canonización”. Olé, Mr Handke, así se habla. Así se hablaba, pues ayer, que en toda la
chola el Nobel le cayó a él, dijo… “sentir alegría… estoy emocionado… me siento
libre… hay que estar agradecido… cuando critiqué el premio, no hablaba como
autor, sino como lector…”. ¡Libre! Por supuesto, por supuesto que
acudirá él a recoger el Premio… y el pastizal que le va anejo. Y, por si fuera
poco, la hedionda guinda de la impostura: se atrevió a decir precisamente lo
que debió haber dicho de haber mantenido una mínima coherencia: “Hay
que continuar como si nada”. Si así se comporta un ya archipremiado
humanista, qué reclamarle luego a los demás. Nos recuerda, por supuesto, esta
desvergüenza a la del venerado Cela con
su “enmerdado
Cervantes” tan cercana. ¿Es o no el CINISMO puro y duro el lenguaje y la moneda dominante en esta
desdichada época? ¿Dónde quedan, por citar dos, los ejemplos de Woody Allen (ante el Oscar) o de Sartre ignorando el Gran Premio? ¿No es
el Éxito como sea, esto es, el
Triunfo por el Triunfo, la estulta brújula que confunde nuestros días? Al fondo
del fondo, el verso de Machado que a
buen seguro Handke conoce… Nunca
perseguí la Gloria…
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Hay que ser un poco cínico, pero en el sentido original del término, que es lo contrario de como se suele usar ahora.
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