viernes, 27 de marzo de 2020

Aquel flan




  Esta mañana bajé de nuevo a por el pan… y a por un flan. Tuve, en medio de esta ciénaga, ese antojo, yo que sé, me dio por ahí. Como si anduviera el muá, tú fíjate, embarazado, embarazado de ti, mujer. Me asaltó de golpe, vete a saber por qué,  el imbatible olor al flan casero que hacía mi abuela de pascuas a ramos en mi remota niñez. Venía, con un chino mandarín sonriente con sus finos y blancos bigotes más la perilla, pintado allí, dentro de un sobre que ya por sí solo lo aromatizaba todo con una primicia irrefutable de su maravilla, Flan Chino Mandarín. Hmmm, cerré los ojos y me relamí a fondo los labios, haciendo bien real aquella justa dulzura, aquel olor embriagador, su precisa textura, su flamante color, el del sol, el del oro, los mismos, sólo que mejor, en temblor vivo, todo ello por fusión multiplicado, más aquel dorado tiempo. Así es que terminado el éxtasis me dije, ya está, va, tengo para hoy plan: un flan.  

2 comentarios:

  1. Hola escritor:

    Aquel flan...y cuántas otras cosas, aromas, sabores, colores, sonidos. Ahí los guardamos, en la memoria que se convierte en revuelo de recuerdos y forman el caleidoscopio de una vida.

    Encantada de leerte y comprobar que estás bien, que tu escritura sigue fluyendo por la red, que tu balandro sigue a flote.

    Cuídate mucho.

    Un abrazo.

    E.

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  2. Muchas gracias, E. Muchas gracias por tus palabras. Cierto, cuantísimos recuerdos en el caleidoscopio de la vida. Me alegra mucho saber que estás bien. Un fuerte abrazo, E.

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