“Te contratan para enfrentarte con el
bicho sin casi material de protección, ahí que te lanzas, te contagias casi
seguro, claro, y en cuanto baja un poco la marea, zasca, no te renuevan el
contrato, van y te mandan a la p casa”.
No decía la palabrota, no, sólo la insinuaba muy bien en la boca, con
elegancia admirable, muy superior a la de cualquier grosera Celebritie del
momento –más celebrities cuántas más vulgaridades escupen-, y ello a pesar de
estar ella misma afectada por el despido, imbuida de esta manera su persona de
una dignidad envidiable y emocionante. Así
más o menos, acaso mejor que lo que yo transcribo, lo contaba una enfermera, o
ayudante, no sé, en el telediario de ayer o antes de ayer, con indignación justa
y mirada abatida, y dolía el escucharla y ver cómo toda su razón valía para
nada. ¿Cómo no se le remueven las entrañas a los Políticos –a unos y otros-
ante estas cosas? ¿Es que no tienen corazón? ¿Qué ejemplo de renuncia verdadera
han dado ellos? ¿A cuántos paniaguados asesores han mandado a trabajar en algo
productivo? ¿Cuántos Altos Cargos se han rebajado el sueldo? ¿Cuántos liberados
sindicales se han presentado al trabajo y han dejado de lado la sopa boba, no,
la Mariscada gansa? Daba mucha rabia escuchar a esa mujer, la verdad. Chupones.
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