Lo milagroso es que aún queden personas hoy, oh, Bienestar del Estado, con la torturante y absurda y carísima maraña de trabas y exigencias burocráticas y de todo tipo que asfixian y amargan y abortan cualquier iniciativa, que decidan arriesgar su tiempo, su ilusión y su dinero abriendo un pequeño negocio.
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