Se demuestra bien y por sí mismo el retroceso cultural que como sociedad vivimos cuando cualquier badulaque, sin encomendarse más que a su burricie, a la mínima como reproche sumo te espeta en tu Muro que ya, que vale, que tú-lo-que-quieres-es-vender-tu-libro. ¿Acaso no lo digo yo mismo? ¿Qué delito cometí contra vosotros escribiendo? ¿Qué hay de malo en ello? ¿No merece siquiera respeto un tío que, con la que está cayendo, sin Contactos ni Enchufes, arriesga su dinero –sin aún haber llegado a cubrir costes- en un más que digno producto cultural? ¿En tan poco se estima ya el mérito y el esfuerzo que hay detrás de escribir un libro? ¿No merece consideración la lucha contra Todo de un escritor sin Nombre por poder seguir escribiendo libros? Pues cada tres por dos, zasca, ese escupitajo me lanzan. Moito obrigado, oiga.
(No hace tanto, las personas que no habían podido estudiar, estaban deseosas de aprender, de leer, de llenar esa carencia, de mejorarse. Han enseñado ahora a la gente a sentirse orgullosa de su burricie).
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