Llorará y llorará Moratinos, río que no cesa, las penas de su derrota –a la espera de la superembajada de campanillas que le espera- pero a cambio Rubalcaba, ese trueno nazareno, es que está que pártese el alma el tío. Sonrisas y lágrimas, cambio de institutriz incluido, en la casa común gubernamental. A resultas de la reciente remodelación zetapeica ha acumulado el héroe de Balaclava tanto poder sobre su cardenalicia persona que hasta la célebre erótica del poder ha posado su húmeda lengua incluso sobre su efigie y no sería de extrañar que –Bono mediante- hasta empezara cualquier día a brotarle insólita mata de pelo sobre el occipucio y como al famoso reverendo protagonista de El pájaro espino –que no daba a féminas abasto el pobre- hayamos en lo sucesivo de nombrarle. Sí, Cesar, fetiche cegador, pero también afrodisíaca arma de seducción irresistible el bebedizo del Poder.
Dice a sus años entre pucheritos Moratinos, y ahora entendemos que es que el desvarío por la pérdida no le suelta, que “el que más ha aprendido de política exterior he sido yo, por los consejos y la orientación del presidente del Gobierno”. Toma ya. La verdad, no se imagina uno semejante gansada en boca del Faisán espino: no se merece España un ex-canciller que vaya dejando tras sí ese tufo trastornado.
Así que, le voilá el Hombre de moda: Rubalcaba, el tri-ministro. Tres en uno, experimentado lubricante que todo lo consigue encajar. Vicepresidente primero (es decir, la acción política y legislativa), Ministro del Interior (la acción represiva) y Portavoz (la acción propagandística). Átense los machos la oposición, el Rey y hasta el propio ZP, que los afilados espolones del Tri-Ministro pueden hacer papilla en horas veinticuatro al más pintado. Sencillamente, ZP se ha rendido ante Rubalcaba.
Decíamos ayer que la política postmoderna, basada sobre todo en el indigerible alud instantáneo de información epidérmica sobre las pantallas, propicia la desaparición de toda instancia mediadora que valores como la memoria o el respeto a la palabra dada puedan limitarla. A esa moderna e incesante catarata icónica, que apenas deja espacio para la reflexión, paradójicamente se adaptan mucho mejor los más maquiavélicos (siglo XV) de los políticos, es decir, aquellos a quienes los frenos éticos detienen menos.
Y en la cresta del rompiente de esa ola luminosísima encontramos hoy a nuestro Hombre: superviviente por antonomasia a cuantas glaciaciones han sacudido el Poder desde hace treinta años, eslabón nunca perdido del felipismo más mendaz y corrupto, ha aplicado sus –reconozcámoslo- brillantes artes a las causas más opuestas y, en mi opinión, ninguna de ellas buena al interés general: la degradación de la educación en nuestro país, el constituirse en portavoz de un gobierno azotado por los más terribles episodios de corrupción conocidos, a cuyo ocultamiento y manipulación se entregó de lleno, para defender con no menos arrojo luego en otro gobierno el indigno descosido de la negociación política con ETA, con humanitarísima preocupación por la suerte de De Juana Chaos incluida, verdadera nota abracadabrante en el superior de un Ministerio de que ha visto despanzurrados por bombas a centenares de anónimos uniformados a su mando.
En 2004, con las sedes del PP cercadas, entre otros por cargos públicos de su partido, elaboró la frase definitiva para mover las decisivas voluntades. Que fuera precisamente él, perito eminentísimo en patrañas de la peor ralea, quien la enarbolara, que insista ahora en personificar el meollo de los valores democráticos, cuando jamás le tembló la voz en criminalizar a la oposición,-que no hace tanto, bajo su férula, se ordenó esposar como asesinos a presuntos corruptos- muestra mejor que nada la resplandeciente ciénaga en que chapoteamos.
Todo estas pesadísímas consideraciones –que tú, lector mío, has tenido la impagable cortesía de hasta aquí seguir- acaso poco importen hoy. Rubalcaba ríe y ríe. Como si en su codigo genético llevara él inscrito el a toda costa sobrenadar en el Poder.
Umm, escritor mío, ese cúmulo de virtudes que emanan de la persona del Cardenal Rubalcaba, se convierten en sus sabias palabras en defectos imperdonables. Pero sin duda lo más imperdonable es que le haya llamado usted calvo. Por todos los viejos socialistas! De todas los defectos, será sin duda ese el que más le incomode. Jamás podrá tener el reconocimiento de las damas, que son las que más votan y más ven la televisión. Acaba usted de localizar la hoja en el tendón, que impedirá la total inmunidad del candidato a todo y a nada. Debo ser sincero con usted y confesarle que ha de ser el tal Cardenal más listo que todos nosotros-y que todos ellos- para permanecer en pie a pesar de la andanada de balas y metralla que siempre ha silvado a su derredor.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
He oído que el Genil del Mal ha declarado que minetras hubiera fútbol no sonarían sus teléfonos.
ResponderEliminarReivindico 24 horas de fútbol diarias, aunque yo no sea aficionado.
Si se ríe así Rasputín, los demás ya podemos llorar...
ResponderEliminarRubalcabra siempre tira al monte.
ResponderEliminarCielos Santo si este encima tuviera pelo estariamos perdidos, que a las feminas de hoy les parecía guapo hasta Ronaldiño, y con el poder de Rasputin, ¡perdidos! caballero se lo digo yo
ResponderEliminarUn saludo y gracias por dejar su fiebre del martes tarde en mi blog.
Jo, tiemblo... que a mí me ponen los calvos y los hombres que ríen, apártate de mi vista, Vade retro Satanás!... ah, calla, que tengo un gran antídoto, los políticos no me ponen nadita nada.
ResponderEliminarMenudo susto me habéis dado, por el amor de un Dios.
Aunque la política dejó de interesarme hace tiempo, no puedo evitar tener una mínima opinión (en casa hay alguien que pone los informativos): me pregunto, entre la población política española, que es amplia, ¿hay algún ejemplar al que verdaderamente le quite el sueño el pueblo español? Hace años que lo busco.
ResponderEliminarMe gusta cómo nos cuentas la actualidad, se te entiende todo.
Hasta la próxima.
Amigo José Antonio, administre bien la munición, sobre todo con Fredo, que nos queda un año, o algo más, delirante.
ResponderEliminarCesar:ok, listo es un rato
ResponderEliminarAspirante: ¿el Genil del Mal? y olé
Maribel: mejor que siga llorando Moratinos, ¿no?
Neo: al monte del Poder, querrás decir. Gracias, Neo, por venir
40añera:gracias a vos, por dejar su gentileza en mi bló, suyo también
Empar: eso, vade retro
Mercedes: gracias miles por dejarte leer aquí
Reinhard: amigo, es verdad, tiene razón, pero cuando ya lo haya dicho tó... pues ná. Un saludo