Iba yo la otra mañana, antes de entrar al tajo, con las manos en los bolsillos y haciéndole a pie cara al relente con muy arduas cavilaciones, que al cabo algo le encienden a uno, acerca, claro, de Juan José Millás, ganador del Premio Planeta, y a su teatral interrogación en el periódico más importante de España, acerca de si no deberíamos todos TOMAR LAS ARMAS contra los responsables de la crisis: imaginábame pistolas, metralletas, bombas, que imagino que de cositas como esas había de estar el insigne Escritor y no menos ilustre Intelectual hablando. Por supuesto que con un gobierno “facha” (que dirían Bardem et altri) bajo cuya administración hubiera casi cinco millones de parados, y los estándares de miseria y de angustia crecientes que se conocen en nuestro país, las barricadas y la sangre dominarían las calles hasta derribar al gobierno, hasta tal punto teledirige y controla los resortes últimos del Poder y la fuerza bruta la izquierda hegemónica. La famosa “Huelga general” es sólo el periódico recordatorio de ello, y de entre sus defensores principales salen, como vemos, los Ministros posteriores.
Con un gobierno “progresista”, en cambio, como veíamos hace poco, los sindicalistas liberados dánse con gozo… a las mariscadas, que fotos y todo del sarao se hacen. De esta manera, el marasmo del descontento y del rencor sordo de tantos se diluye, se disipa, se fracciona y no hace masa, sin nadie que lo aglutine y catapulte, cuestión ésta que a los Ricoshombres de siempre, que podrían ver sus muchísimas riquezas en peligro, debe tranquilizar sobremanera. Y nada tiene uno, claro, contra el que de forma legítima gana pasta a espuertas y crea de paso riqueza, como, entre otros, face el adorable sobrinito del señor Polanco q.e.p.d. Ese machihembrado perfecto de oligarquías económicas e ideológicas, contrarias ambas a las virtudes de una sociedad abierta y en competencia, que consiguen que el rebaño entero nos apacentemos tan entretenidos con La Noria es un mecanismo diabólicamente eficaz.
Y claro, atribulado como iba uno por tan peregrinas cogitaciones, que hacían la pesadez de las mismas cabizbajo el mío caminar, al final con notable estruendo acabé por toparme de frente contra la vertical gris de una farola, que podía al menos la graciosa haber encendido su luz en lo alto, como lúcida respuesta a mi frontal embestida, y haberme así dado al menos pie para haber escrito yo luego con el castañazo un relatillo molón, con guiño simbólico y todo. Pues no. Hube, como pude, de disimular allí mismo, con gestos apaciguadores hacia los viandantes que por mí al momento se interesaron, el picante escozor que laceraba sin piedad mi melón ya casi de invierno. “Nada, nada, no es nada”, decíales yo a todos, muy suelto de una risa floja, mientras por dentro querría allí mismo haberme rascado y rascado hasta el trigémino mismo en busca de apaciguamiento, tal era la mortificante picazón que sentía.
Entre quienes por mí inquirieron, estaba León, el cristalero de mi barrio, que era de quien yo hoy venía a hablarte, lector mío, pero ahora creo que con tantas disquisiciones he abusado ya bastante por hoy de tu cortesía, lector, que en el internete lo extenso nefando pecado es que por nada se perdona, que hasta espantará dentro de poco todo lo que por más allá de dos frases transcurra, y va todo lo que de un vistazo no se abarca contraindicado a las prisas que llevamos hoy todos y al fugaz parpadeo que dedicamos a las cosas, y así de ralo me luce a mí el pelo cibernético, achichonado encima ahora, y por nada del mundo querría yo que por mi culpa te dieras tú, nobilísimo lector que ahí sigues, un coscorrón de hartura mía, y que por latoso me mandaras a vacilarle a las farolas esas que tanto atraen las quimeras de mi frente ardiente, así que, carísimo lector, no te robo ya un segundo más, y mañana sin falta te hablo de León, esto es, como dicen los modelnos, mañana de León te cuento, o te comento, como tú prefieras.
Un efecto colateral de la crisis es el encontronazo con farolas y otro mobiliario urbano, que para ahorrar no las encienden y vamos a oscuras por la calle.
ResponderEliminarGracias a la prensa progresista, ampliamente dominante, y apaciguadora ZP se va de rositas a pesar de la magnitud de la crisis.
Lo peor no es el daño ocasionado por una farola pública.
ResponderEliminarDuele más un farolero en la vida política.
No sabe usted como siento el percance, D. José Antonio. No alcanzo a comprender quien demonios colocó, justo en mitad de sus pensamientos, esa verticalidad metálica con la que impactó. No se pueden permitir hechos como esos, máxime siendo usted un probo ciudadano,con trabajo y todo! Descuide que elevaré por usted mis quejas para que mi grito se oiga alto y claro a través de la red y llegue a donde fuese menester: MALDITO ZAPATERO!
ResponderEliminarGracias por dejarnos participar de sus aventuras y desventuras.
-Aspirante:sí, bien visto, lo mío es un daño colateral. Gracias
ResponderEliminar-Neo:también es verdad
-Cesar: gracias a usted por participar en las mismas.Pero recuerde que la culpa de mi farolazo fue de Millás, sí, la-culpa-fue-de-Millás-sí-fue-de-Millas... ¿habría por ahí un abogado con el que podría yo pedirle una indemnización literaria, of course, que dinero es de mal gusto, hablamos aquí de publicar, que si Welles tenía sed de mal, la tengo yo de publicarrr
Usted, si quiere triunfar, haga lo que le he dicho. Pídase vez en Telecinco y comience a despotricar de todo lo que se mueve, especialmente si es conocido. Diga que ha sido usted el negro de la chica esa que sale en la tele, como se llama, como se llama...que su ex-marido es también un lenguaraz que quizás se encuentre usted por la tele. Eso, leches, la Ana Rosa! Invéntese usted una amante; creo que vuelve a estar libre ese chico/a, como se llama...ese algo rellenito-obeso en realidad- con aires de mujer..no, hombre no, no es cañita Brava. No me sale el nombre, pero usted seguro que sabe de quién le hablo. Pues eso, amáncebase aunque sea de boquilla. Es el camino más recto para triunfar. Triunfa el recto, no lo dude!
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