Dicen los Académicos nuestros del celuloide aborrecer hasta la náusea truebiana los modos y maneras yanquis, mas luego les fusilan sin recato un remake de rebajas a los Oscar a cuenta de los Goya. Este año por demás el Evento celebrábase en el Teatro Real, a la vera misma de la solemne fachada del Palacio Real, y la catarata de connotaciones versallescas chisporroteaban por sí solas. Eran de verse y no creerse el boato y el esplendor elistista y marquesón del Establishment peliculero. Qué derroche de ricachones, qué inmunda cosificación en mujeres tan avanzadas.
Llegaban uno tras otro los espléndidos carruajes con sus chóferes, brillaban las sedas lujosas de los fruncidos modelitos, lucían los traseros engualdrapados las actrices punteras delante de la canallesca bajo el fanal resplandeciente. Ah, qué torrenteras de luz cegadora desde magníficas arañas, qué dorado mundo de premios y privilegio, qué aristocracia del dulce vivir sobre la roja moqueta. Reciben estos bellos seres –cuántos trasuntos por allí de bellas María Antonietas, de Vizcondes de la Ceja, de Obispones laicos de las indulgencias, de Trujimanes emperifollados por venidos a más, de Principales mandamases del zetapeísmo- más subvención a cargo de todos que los ingresos que por sí generan, exentos, pues, de pechar los más como el común. Con qué bonachona naturalidad encajan ellos esos códigos dominantes en la élite, ellos, que son tan… pero que tan transgresores como solidarios. No faltó tampoco este año lo más plus, el perrito, con modelo de Versace atalajado. Ese cánido enjoyado, posando altivo al lado de su actriz ama, bien pudiera ser el emblema de la cosa.
¿El contexto del festín? Millones de parados, ruina general y crisis de subsistencias, magras cosechas y desesperanza por doquier. Un gobierno que se pirra por prohibir, por incrementarle los diezmos hasta al propio Viento, si tal fuera posible. Y por un momento, según iban acudiendo, escoltados por solícitos edecanes, los figurones nominados al éxito, la estampa del banquete versallesco iba adquiriendo visajes revolucionarios, esos que tanto dicen gustarle a la Izquierdorra truebiana. Una tropa anónima y menestral, de hormiguitas globeras y blogueras, simple morralla internáutica, populacho del hoy, sans-culottes del fracaso, encapuchados del ostracismo, abroncábanle la fama y las sinecuras a los elegidos por la diosa Fortuna. Portaban extrañas caretas que a todos les igualaban en misterio y afán de revancha. Como si aquella turba rebelde reclamara también un papel en la función. Motín contra el festín.
Pedíanle la dimisión a la Ministra, que a la vez guionista de “Mentiras y gordas” habíase acumulado con la misma –con esa patochada- un muy bonito capital. Clamaban tal vez también por la densa oscuridad de telarañas que sobre ellos se abate. Soportando lluvia y frío, sobre la intemperie del asfalto nocturno –faltaba Sabina, qué pena, con todo lo que nos había jurado él que iba ahora a pisar la calle- silbaban, chiflaban, increpaban, agitaban pasquines y murales escolares con sus quejas, desahogaban un poco la propia rabia secular. Veinticinco años ya venga a darse Goyas –más el caché que el Premio añade- los mismos a los mismos. Por un momento se temió que toda aquella gallofa internáutica tomara al asalto aquellos reales salones. Pero, a Dios gracias, las fuerzas del Orden protegieron y blindaron el normal discurrir de aquella interminable concesión de honores entre la flor y nata de la sociedad. No hubo que lamentar , por fortuna, desmán alguno, como en Egipto, donde ha sabídose ahora que una rubia corresponsal yanqui de la CBS fue con brutalidad agredida sexualmente durante la celebración de la caida de Mubarak.
Fuera, en la calle, el Pueblo –que hubieran dicho ellos- bramaba su cólera. Dentro, claro, nada de aquella bronca se oía: eran todo cumplidos y plácemes, bromitas festivas, sonrisas sin lágrimas, batallitas tártaras de una posguerra de hace mil años, con malos malísimos y buenos tanto como los allí presentes. El bufón de la barretina hizo incluso su número ganso habitual. En primera fila, el primer gran Actor, flanqueado por su señora Madre, que nombre a una calle en Sevilla ya da, bendecía el sarao con ese medio afeitao que tan bien le queda. Sólo el mismo Goya en piedra conservaba allí dentro el ceño fruncido.
(Post-post: en este año del 2011, a diferencia del pasado, -dime, lector mío, si le has leido esto a alguien que no sea tu escribidor favorito- los ganadores, que yo sepa, no se han precipitado al mismo día siguiente a brindar en ofrenda y con significativa foto de familia incluida el Premio al Señor de la Moncloa, esa luz que –al parecer de hoy- agoniza)
Me pregunto si "el glamour" es consustancial a toda sociedad establecida (occidental), si el mismo es dictado por los mas poderosos (Óscar/ Cesar. ..), si lleva implícita una carga de decadencia que se intenta enmascarar con los faustos del terciopelo ( v. g. Maria Antonieta), si el cine y política son el equivalente a la alta nobleza y corte ( ver blog de Felipe Benítez), y por ultimo, si como siempre es el vulgo, el pueblo, quien no entra en las grandes ceremonias y se queda fuera pidiendo pan y libertad.
ResponderEliminarY pues parece que la historia se repite, aun con distintos collares, me pregunto también si no estaremos condenados al circulo vicioso del poder ... con la pequeña ventaja de que a veces se acaba dando vuelta a la tortilla.
J. A, Criticas con sorna, gracia y fina ironía a través de tu prosa fluida, elegante y ágil, por eso seguimos por aquí: no para complacerte sino para complacernos.
Que no falte. Un abrazo de seguidora. A.
Recordemos también a la Pe y al nene Bardem, siempre de solidarios, recordemos como han ido a dar a luz a uno de los más exclusivos y caros hospitales americanos. No se porque no han usado nuestro sistema sanitario, o el tan cacareado por esa izquierda sistema sanitario cubano.
ResponderEliminarYo soy partidario de que esos premios no se llamen Goya, es un insulto al personaje. Se deberían llamar premios Zote, premios Zopilote o mejor, premios Sanguijuelas.
En el fondo, son unos horteras; con dinero, creídos, pero unos horteras de barrio que intentan tapar su incultura con trajes y "arte". Pero no engañan a nadie, el rey está desnudo y ya se canta a los 4 vientos.
Permite, amigo del Pozo, que añada una nota sobre el paseillo goyesco: nuestros próceres del celuloide, cual asador marbellí, han claudicado, han echado el culo `patrás´ y han teñido de rojo, en un mutis de su rebelde grito antiyanky, la alfombra que lucían verde. Todo ello, me barrunto, en un intento de parecerse menos a ellos mismos y más a quien más vende.
ResponderEliminarY es que las rebeldías tienen un límite...¡¡money, money!!
Un abrazo
Premios "Melollevoporlacara" debieran llamarse.
ResponderEliminarLa bella señorita que luce tan orgullosa su perrito tan lujosamente ataviado es una hortera nueva rica con un comportamiento de querida de narcotraficante.
Que hayas hecho un escrito hasta hermoso con toda esa bazofia humana es de un mérito que yo no sé dar y que, espero, habrá gente más capacitada que sepa loarlo, publicitarlo, divulgarlo o algo joder!!. Que uno ya está hasta los c....s de ver a la mediocridad (siendo muy generoso) instalada y recontrainstalada en este puto contrapaís. Cagoentó
ResponderEliminarSi es que la cultura se ha vuelto elitista, ya no hay que dársela al pueblo, ¿para que?, si lo que se necesita es un pueblo inculto al que poder mangonear al antojo y así afianzar poder, su poder el mayor tiempo posible. La cultura es suya y esta es su fiesta.
ResponderEliminarUn saludo
¡Hola José Antonio!
ResponderEliminarAcabas de ganar un seguidor.
Fíjate si me importa la entrega de los Premios Goya, que ni la vi, ni la presté atención, y lo más que me ha "calado" de ella es el discurso que dió Alex de la Iglesia, y sólo por artículos en periódicos.
Esta gala es un "quiero y no puedo"
Tampoco tengo ni pajolera idea de la película que ha ganado 9 Goyas.
¡Feliz fin de semana!
Miguel Ángel de Mòstoles
(http://anapedraza.blogspot.com/)
Genial la foto que has elegido para ilustrar lo del festín de marras... y marranadas mil. ¡Qué linda parejita!
ResponderEliminarHasta la alfombra roja -cómo no- de la lotería estalinista, contribuye a enfatizar esa atmósfera de cenicientas cejijuntas en busca de su zapatito falso de charol.
-Ángeles:sí, la estratificación social es dato de todas las sociedades,y los interrogantes que abres son de mucha enjundia, nada más humano que ser un desgraciado y envidiar a los que manejan,otra cosa es que sea o no justo, que habrá de todo, ahora ser rico y progre tiene que ser el non plus de SATISFACTION. Gracias, de verdad, por tus palabras.
ResponderEliminar-Señor Ogro: ¡Premios Zote! Buena idea. Gracias
-Javir: ¡gravitan sobre la alfombra de la lotería estatal, que el zetapeísmo se apresta a privatizar! Un abrazo
-Aspirante: soberbia esa equiparación al querindonga de narco. Un saludo amigo
-Carlos: gracias, colega, eso, eso, difundirlo, que uno quiere que a uno le escuche alguien más que el cuello de su camisa, muchas gracias
-40añera: muy cierto, a menos cultura, a más telebasura, más súbditos, menos ciudadanos
-Miguel Angel:¡gracias! por cada seguidor nuevo doy cinco saltos de alegría, porque encuentro en ello un eco a lo mío, una recompensa a mi afán, una claridad a mi negrura. Feliz fin de semana para vosotros también.
-Juante: muy bueno... buscaban el zapatito falso, o a quien hace los malos zapatos, la zapafiesta de la zapatiesta. Un abrazo