En reciente justa parlamentaria, a cuenta de una nueva inquisición del popular Gil Lázaro sobre el Faisanesco asunto de las Bermudas etarra, el heroico Rubalcaba, el hombre que más Poder sobre una sola persona acumula en los últimos treinta años, en medio de las ostentosas risotadas de la parrandera bancada socialista, choteóse de lo lindo del tal Gil, recomendándole y todo en el lance una muy romántica canción de Eva Amaral que, aunque en su boca sonó algo impropia –diríamos a priori que él es más de Víctor y Ana y Sabina y tal- según confesó es de su agrado – ya veo que comparte uno con el Heroico al menos una misma esencia de hortera de bolera-. Le volvió además a espetar de nuevo a Gil la gadaffiana consigna de las tertulias nocturnas de la EXTREMA DERECHA, en enésima demostración de la asentada doctrina rubalcabiana de que una patraña repetida mil veces, y no digamos si es propalada a través de los altavoces del Poder, conviértese en muy progresista verdad. Repitamos entonces una vez más las generales de la ley rubalcabona: Uno: los filoetarras son la izquierda abertzale. Dos: Veo Tv, Intereconomía, Popular Tv, Libertad Digital son la extrema derecha. Tres: Rubalcaba es el Héroe que no sabe lo que es mentir. Sí, bwana.
Convirtió de esta manera el heroico Rubalcaba el acto de control al gobierno en sede parlamentaria por parte de un representante popular y acerca de una crucial querella para la ciudadanía –nada menos que la de dilucidar, al hilo de nuevas pesquisas, si altas instancias gubernamentales colaboraron con los etarras para evitar su detención, que se dice pronto- en personalísima ridiculización del oponente, queriendo acaso salvar así las plumas el Vicetodo de la quema del fondo del cacao. Tampoco es que fuera la treta una histórica novedad, pues tiene Rubalcaba más conchas sobre sí que el archipiélago entero de las Galápagos, pero Gil no pudo ya replicar y quedósele sin duda el rostro algo corrido, cual amaral novicia, por la burla sufrida a lenguas rubalcabas. Sin mí no eres nada, vino a escupirle nuestro Héroe a Gil, sin atender a la razón o no de su demanda.
Yo creo que debieran los mandatarios japoneses, cuésteles lo que les cueste, proponerle a Rubalcaba la Jefatura indiscutible de los ya legendarios Cincuenta de Fukushima, que aun en vilo se afanan por desactivar el tremendo potencial radiactivo de la dichosa central. Pues si continúa siendo altísimo el peligro letal de contaminación radioactiva allí, es bien seguro que ni plutonio, ni uranio, ni wolframio, ni leche nuclear en polvo alguno, nada, no existe en el mundo sustancia que pueda a nuestro incombustible Héroe salpicar. Así lo prueba de forma irrefutable la legendaria supervivencia política de la Rubalcabidad después de más de treinta años de perenne exposición a las más espantosas y contaminantes corrupciones e irradaciones imaginables: indemne tanto a la guerra sucia, al saqueo de los fondos reservados, a la gestación de la bomba de la Logse, a la negociación con la ETA, a la compasión por De Juana cuando su huelga, al cerco a las sedes populares, a las redadas de inmigrantes por cupos, todo, lo más corrompido del felipismo y lo más traidor del zetapeísmo pasaron a su través y , oh prodigio fukushimo, ni una sola mácula dejaron esas implosiones en él que no sean encima las de concentrar más y más prerrogativas de poderío sobre su formidable calavera. Es en eso él el Único. Dígaseme otro nombre, plis. Sin duda que es a todos los cianuros resistente el Cardenal Faisán.
Por eso la otra tarde, si Gil Lázaro fuera algo menos romo y hubiese tenido la chispa necesaria, lejos de ruborizarse, hubiera debido sacarse entonces del escaño un negro pelucón y unos tacones como los de Luz Casal en este video, apearse del escaño y ganar el centro del hemiciclo, e igual que le hace Luz a las sucesivos Rubalcabas que alevosos le salen al paso, allí mismo bien suelto de cuerpo, mirándole a los ojos sin pestañear, haberle bailoteado con ese arte que ella gasta, e imitándole esa voz de almendras haberle tarareado eso mismo al Héroe… “y no me importa nada/ tú juegas a engañarme/ yo juego a que te creas que te creo/ escucho tus bobadas… acerca del amor y del deseo/ y no me importa nada, nada/ que rías o sueñes/ que digas o que hagas/ por mucho que me empeñe/ estoy jugando y no me importa nada/ tu juegas a tenerme/ yo juego a que te creas que me tienes/ serena y confiada/ invento las palabras que te hieren/ y no me importa nada…/ conozco la jugada/ sé manejarme en las distancias cortas/ para acabar, claro, espoleando a coro a sus propios followers, “vamos, todos a una, tú también Mariano… Y-NO-ME-IMPORTA-NADA-QUE-DIGAS-O-QUE-HAGAS-Y-NO-ME-IMPORTA-NAAADA-NAAADA”.
Hubiera emergido así una contraimagen que oponerle a Rubalcaba, y siempre que en lo sucesivo le viéramos parpadear y amansar el aire con gesto de arbitrista frailuno, hubiera quedado ya para siempre asociado a este canto, y-no-me-importa-naaaada…