Acostumbran los líderes políticos en las noches de la Victoria electoral a dejarse mecer en la oleada de una suerte de omnipotencia divina que, como un maná providencial, con el Triunfo sobre la crisma les hubiera sobrevenido y suéltanse así, embargados de honesta emoción, a prometernos el oro y el moro a los ciudadanos, como si su sola palabra bastara para hacer realidad los mejores sueños colectivos. En realidad, los Discursos de la Victoria suelen ser el punto crítico de saturación de la Política demagógica, entendida ésta como la pretensión total de ignorar y aun despreciar la realidad, necesariamente compleja y conflictiva, inacabada y problemática siempre, en aras de una Utopía total de imposible cumplimiento.
Pues bien, a este respecto, a esta nada interbloguera le sorprendió gratamente en la noche del 20-N el discurso escrito con que Rajoy se dirigió a la nación, antes de asomarse a la balconada genovesa. Me pareció un texto bien medido y realista, de contenido vuelo y con aplomo interpretado, sin dejarse embriagar por el aroma de las tentaciones mesiánicas y milenaristas que en esas ocasiones embeben, hasta hacerlo levitar, las narices del Vencedor. ¡Es que gran parte de los males de la Política arrancan, a mi juicio, de ahí, de pedirle a ésta lo que es imposible de toda imposibilidad que pueda jamás dar!
Es un lugar común, y casi una obligada convención, el que exprese entonces el vencedor su propósito de ser el Presidente de todos y con todos y para todos. Vale, está en el guión, algo así como devolver el saludo a quien te saluda. Registró bien Rajoy la delicada situación sobre la que habrá de gobernar y a pesar de su moderación propositiva no pudo evitar deslizarse entre las arenas movedizas del populismo, y tras nombrar a los parados, autónomos quebrados, pensionistas pobres, y “a quienes sufren cualquier forma de infortunio, a todos ellos digo, que nadie dude que TODO lo que HUMANAMENTE se pueda hacer por mejorar su situación, lo vamos a hacer, y que pensaremos en ellos antes que en nadie a la hora de tomar decisiones”. Eso es demasiado decir, creo.
Pero ese resbalón sentimental de tan difícil cumplimiento no emborrona el global contenido del discurso que resultó a mi juicio sensato, moderado y cabal. Así lo sintetizó expresamente Rajoy hacia el final de su discurso: “No va a haber milagros. No los hemos prometido. Pero ya hemos visto otras veces que cuando se hacen bien las cosas, los resultados llegan”. Nada más, pero nada menos. Queden los milagros, a pesar de guardar fama como descreídos en asuntos de religión, para otros.
A mi me pareció un discurso correcto!!!! Un abrazo
ResponderEliminarSi uno vuelve la vista atrás, descubrirá un importante motivo de alegría: Rajoy no es Zapatero.
ResponderEliminarUn cordial saludo bloguero.
Básicamente de acuerdo con lo que escribes y describes J.A.
ResponderEliminarBuen comienzo, en mi opinión, de Rajoy y muy malo aunque no sorprendente de los demás.
Que use su mayoría, que no se desinfle, que no intente hacerse querer por los otros y que 'diosleayude'.
Incluso; si quiere endurecerse un poco más, tiene mi permiso :-)
saludos
Que Dios nos ayude. Sólo espero, que como él mismo dice, se sirva del sentido común y la justicia.
ResponderEliminarUn abrazo.
No es como se empieza, si no como se termina.
ResponderEliminarMás bien crucificado y en quiebra.
Que mire la fuga de capitales que es lo que tiene que hacer que parece que se le a olvidado, ¿porque será?.
Saludos.
Yo creo que dadas las circunstancias el discurso fue de lo mas correcto y prudente acorde con el sentir ciudadano que esta de la casta politica hasta el mismisimo!! Te sigo!!
ResponderEliminar¡ Yo amigo Jose Antonio soy pesimista !
ResponderEliminarya veremos cuando lleguen los meses de esfuerzo verdadero marzo , abril ....ya veremos
un saludo
No menciono ni a ETA ni a Amaiur ni las Autonomias,Toma del frasco Carrasco.un saludo.
ResponderEliminar...no va a haber milagros...¡joder, si es que ya no hay fe!
ResponderEliminarUn abrazo
Esto es lo que necesitamos:políticos realistas y estasistas con visión de futuro; honestos consigo mismos y con los demás. Ahora veremos si con el paso del tiempo no coge el "complejo de la Moncloa" o se deja llevar por el juego de intercambio de crmos que es la "política" española.
ResponderEliminarApretemos el trasero y recemos para que salgan bien las cosas pero mientras ¡anda que no nos vamos a empobrecer! En fin, mientras tanto Carpe diem así que ¡FELICES PASCUAS!, José Antonio.
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