Es verdad, porque las canciones que nos gustan las escuchamos no una, cien, quinientas veces, y cada vez esa música nos va gustando más y más, qué importa que de sobra la conozcamos, si es este y no otro su principal aliciente, el irla deletreando, así la degustamos a placer, nosotros mismos la cantamos, es decir, participamos de su hechura nueva cada vez y no la olvidamos ya jamás, nos conmociona y se incorpora al cañamazo más hondo de nuestra sensibilidad para siempre, nos cala a perpetuidad, se entromete y penetra hasta el centro vivo de nuestro sentir, y por eso nos remueve tantísimos recuerdos la música, por la intensidad expresiva e invasiva que posee, mientras los textos apenas aguantan una segunda lectura, y son ya para entonces como grandes moscas aplastadas y patas arriba que por conocidos pierden su valía, su eficacia comunicativa, y piden pero ya el irse a otra cosa, mariposa.
Compones una canción y, si a quien va dirigida le gusta, consigues para siempre quedarte a vivir dentro de esa sensibilidad. Para siempre: la victoria sobre la montaña del Tiempo y sobre la flaca memoria que eso significa. Escribes un texto, consigues como mucho un cabeceo de acuerdo y a la mañana siguiente no vale ya nada, tienes que levantar otro armatoste de letras y palabras que será muy pronto olvidado -no digamos en estos tiempos del tweet and shout-, que por bueno que sea jamás acariciará el alma de quien lo lea en la manera en que la música logra. Las canciones nos impulsan a cerrar los ojos cuando las canturreamos y de esa penumbra se valen para expandirse y allanar nuestra interior morada.
La música se enhebra y se hilvana sobre la pulpa misma del alma de quien la sigue, mientras la palabra escrita apenas roza el artilugio frío del razonar. Así, sale un cantante al escenario y antes de nada le reclama su público encendido que les cante lo ya conocido, con la misma desmedida pasión con que le gusta al niño escuchar el mismo cuento cada noche en la voz cantarina de sus padres. Mientras, ha de devanarse el articulista los sesos cada mañana en pos de un imposible: cómo sorprender y agradar a quien te lee. Es tan distinta la disposición que, muy elocuentemente, a menudo abrimos un periódico, buscamos a nuestro predilecto escritor con un ánimo que en palabras vendría a traducirse como un… bueno, a ver que se cuenta hoy este cantamañanas. Mientras que la mano invisible de la música directamente nos instala en el reino del goce.
Cuando la música se me mete en el corazón....ya permanece en él porque hay feeling...si no, ni vuelvo a oirla....Buen domingo Jose Antonio Un beso
ResponderEliminarA mí me gustan mucho todas las manifestaciones artísticas, las de la palabra, las del sonido, las del cuerpo, las de la pintura, la interpretación...pero si tuviera que elegir una, la más mágica de todas, elegiría sin lugar a dudas LA MÚSICA porque solo ella nos hace volar hacia donde queramos, sin barreras de tiempo ni de espacio, ni de situaciones...La música es como la varita mágica de las hadas...ja,ja,ja
ResponderEliminar¡Ah! Me gusta la foto de Simon y Garfunkel, son de mi tiempo...ja,ja,ja
Un abrazo
Enhorabuena por este canto a la mendacidad de la palabra. Justo, por lo demás.
ResponderEliminar"Por sus hechos los conoceréis" y no por lo que digan o dejen de decir, casi siempre anfibológico, conveniente, inconveniente, no correspondido, no comprendido o simplemente susceptible del peripatético Planeta.
Saludos.
Una canción impagable. Saludos y un fuerte abrazo después de un tiempo sin aparecer por aquí.
ResponderEliminarLos sonidos del silencio siempre ha sido una de mis canciones favoritas. ¡Grandes Simon&Garfunkel!
ResponderEliminarLos sonidos del silencio siempre ha sido una de mis canciones favoritas. ¡Grandes Simon&Garfunkel!
ResponderEliminarSimon ha escrito canciones maravillosas y la voz de Garfunkel les dio vida.
ResponderEliminarHace muchos años que escuché por primera vez una determinada canción de Bon Jovi y me encantó.
ResponderEliminarLo peculiar es que es la única canción que cada vez que la oigo despierta en mí las mismas emociones que cuando la escuché por primera vez. Cada día me gusta más.
El tema es something to believe in.
un saludo
Pues no me queda más remedio que cabecear ante tu escrito, porque es así: la música toca las emociones y nos envuelve enteros, somos capaces de tararear una canción miles de veces sin cansarnos de ella y se nos cuela por rendijas ignoradas del espíritu.
ResponderEliminarOjalá la literatura fuera igual para muchos, ojalá, que son bien pocos los que citan párrafos de los autores que aman o de sus poetas predilectos.
Un fuerte abrazo, estimado José Antonio, y gracias por Simon & Garfunkel (los adoro).
Dentro de la literatura, la lírica es lo más musical. Sí hay poemas que recordaremos de por vida, pues es música sin notas, melodía vocálica, ritmo puro.
ResponderEliminarFugisaludoS
Sin embargo hay poemas, o fragmentos de una novela, o escenas literarias inolvidables y que volvemos a leer varias veces. Pocas, claro, como pocas canciones hay realmente buenas, pero las hay
ResponderEliminarEs increíble, da igual el tema, la poesía fluye de tus dedos...
ResponderEliminarOjalá pudiera escribir como tú y ojalá tuviera más tiempo para venir a visitarte con más frecuencia...
Cest la vie...
Yo aporto “ Kathy's song" ...y me planto porque no hay sitio suficiente en la ciberesfera.
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