Niña triste, apura ya tu pena y escúchame, anda. Verás, érase una vez una niña muy dulce y muy bella, que se llamaba Sara Carbonero, igualita que tú pero sin el bucle de armonía e ingravidez en el que tú te deslizas, no tan guapa entonces como tú, aún así tan dulce y tan bella que sus hermanastras, mayores que Sara y no tan bonitas, pues no es la Naturaleza progresista a la hora de repartir los corporales dones, no dejaban todo el día de murmurar de ella, tan grande era la envidia que la guardaban.
Una de las hermanastras, que por Rosa María Calaf atendía, había llegado y todo a ser muy principal periodista. Algo de Sara seguía aún por dentro reconcomiéndole. Dijo con mala espina de ella un día que “flaco favor hace Sara a la mujer y al periodismo, pues frivoliza la imagen de la mujer y contribuye a que la apariencia sea más importante que el contenido”. Pues, si el estilizado físico de Sara puede estar detrás de su meteórico salto en el escalafón, en menoscabo de quien no lo tiene pese a que pueda ese alguien reunir más íntimas cualidades, andaba últimamente Sara bien calladita y aplicándose en lo suyo, por lo que parecía el pinchazo de la Calaf desmesurada focalización en su persona, al hacerla responsable nada menos que del perjuicio general de la Mujer y del Periodismo, ahí es nada, si miramos, niña, otros mucho peores y más palmarios ejemplos.
Por eso, la Calaf, que de lista que es melenas multicolores gasta, añadía a su desdén carbonero que “es mejor dedicarse al espectáculo o a hacer mamarrachadas en la tele que a la información”, lo que era más un tremendo aguijonazo al comportarse de la otra hermanastra (gran hermanastra ésta), que por Mercedes Milá atendía, que un razonamiento en sí, pues tú misma puedes decirme, niña guapa, si el dedicarse al espectáculo en algo disculpa el daño a la imagen y a los valores que de las mujeres se difundan.
Y es que esta gran hermanastra, verás, no te lo vas a creer, niña, pero en uno de sus últimos programas, como en los cuentos más penosos que te puedas imaginar, primero le preguntó al concursante por el “paquete”, como lo oyes, se le arrimó, y como la Madrastra de Blancanieves ante el espejo, le espetó “a que estoy buena, eh, si quieres toca, toca, sin ningún problema, son naturales”, y se dejó sobetear las milás por el del paquete, que estaba el pobre pasmado, y al fin, como la más chabacana vedette del Moulin Rouge, de espaldas a todos, se levantó el can-can y allí mismo… ¡a el mundo entero le enseñó todo el zambombo!
Cómo comparar, niña, la gracia alada y patinadora de tus líneas con el bullaque de esta dantesca granhermanastra. Cómo comparar quién hace entonces mayor afrenta al valor de las mujeres, Carbonero y su champú, o Milá y su fus-fús. Por esa herida sin duda respiraba la Calaf pero, no atreviéndose con la Milá, la emprendía con Sara Cenicienta Carbonero. Sara entonces, ante la pública habladuría nada dijo, e hizo pero que muy bien. ¿Y qué creerás, niña, que hizo la muy ladina Milá? Defender en público a Sara, devolviéndole de paso el aguijón a la Calaf, que mucho te den por el ese, que entre líneas vino a decirle.
Debió entonces, como en el cuento, niña, comparecer en la escena el Príncipe, vestido de guardameta futbolero, Príncipe Iker, y besar otra vez como entonces a su chica, para chincha y rabiña de las pícaras hermanastras, y para que tú y yo, niña patinadora, les aplaudiéramos de nuevo, y ya de tu caída nada en ti quedara.
Post/post: gracias a Mercedes Pinto, a Xesús López, a Myriam, a Juante, a Juan Carlos, a JOSÉ, a Winnie0, a Maribeluca, a NVBallesteros, a Lobo Solitario, por hacer conmigo il mío blog ayer. Gracias a Iván román, a Izaskun, a Javier, nuevos seguidores del blog. Oxígeno puro todos para continuar escribiendo. GRACIAS
Respecto a la foto de la entrada anterior, creo, sólo creo, que mi encuadre en mi bitácora ha sido mejor.
ResponderEliminarUn saludo
Y digo yo que de nada le servirá a Iker ser guapo para parar las pelotas. Tal vez sí para ampararlas.
ResponderEliminarSara Carbonero con patinazos y todo (el periodista que no haya metido la pata hasta el corvejón alguna vez en su vida que tire la primera piedra) es una mujer que se gana la vida trabajando en periodismo deportivo bastante antes de su relación con Casillas. No necesita de la periclitada Milá para defenderla y Calaf a saber en qué estaría pensando cuando se metió con ella. Tampoco es tan mediática aparte su trabajo; un par de anuncios, creo. En fin, que muy mala la envidia, ya se sabe: Si la endibia fuera tiña la de verduleros que habría ¿no es así?
ResponderEliminarSalu2
¡Pero qué envidiosas y víboras que son entre ellas mismas estas cualificadas odiadoras del vaginato zapatétrico, joderrrr! Lástima por los machistas que siempre idealizaron al poder de la génera, como algo alternativo: no pensaron en que no se soportan.
ResponderEliminarSaludos
Me encanta José Antonio....ah y la parejita....me hacen gracias....ricos y famosos y guapos....jaja Besos
ResponderEliminarUff, el mundo femenino y sus entresijos es así, Jose Antonio. Me quedo con la Carbonero.
ResponderEliminarMuy bueno.
Saludos
La sra. Calaf ha quedado retratada. Buena oportunidad perdió de permanecer calladita.
ResponderEliminarEnvidia cochina.
ResponderEliminarReconozco José Antonio que me gusta más su niña que la de Rajoy, Garzón o la de Rubalcaba. Tiene más valor.
ResponderEliminarMi apoyo total a Carbonero, hace su trabajo calladamente y quien tiene la culpa de tener un novio tan mediático? Se le ha dado una opuortunidad, pero ella a demostrado que también sabe trabajar. Envidia cochina la de las otras dos mayorcitas. Calladas están más guapas. Saludos
Bonito cuento José Antonio.El periodismo de Sara no será para ganar el Pullizter pero esa no es razón para darla hasta en el cielo de la boca.
ResponderEliminarUn abrazo para usted y otro para Don Juante
No puedo opinar, como madurito con tallos verdes y muy verdes esta ñiña me tiene el.... comido.
ResponderEliminarLas otras hace tiempo que ni....
Bueno pues eso, que me cae bien la chica.
Saluditos.
Primera vez que visito tu casa y me gusta :)
ResponderEliminarUn saludo desde NYC
Tu post me recuerda una frase: Entre mujeres podemos despedazarnos pero jamas nos haremos daño....
ResponderEliminarBesos