Ponzoñosa música italiana anterior al Diluvio Universale, sí, y bellísima, al mío parecer, pese a llevar sobre sí el estrago de tanto Tiempo encima. Bellísima quizás precisamente por ello, por acusar en su recreación el mordisco alevoso de los años. Frente a la reproducción pluscuamperfecta y sensurround que ofrece la High Fidelity, frente a la remasterización y la lujuriosa ultradefinición de tanto píxel de los modernos soportes, esas cataratas de paisajes edénicos que el tratamiento telemático permite al video-clip, la suprema Belleza de lo imperfecto. Rescatar así la ajada y escueta reproducción de aquel remoto San Remo tal como fue.
Es como si la total perfección de los medios reproductivos nos abrumara, nos aplastara con el peso de tanto acabado, apenas dejara un resquicio para nosotros y nos redujera al status de simple consumidor o mero terminal externo. No, este fragmento real aunque algo averiado de aquello, que se escucha mal, con interferencias, muy deficiente de sonido a ratos, que soporta un granulado de imágenes incómodo, como cualquier disco o video viejos, nos interpela directamente, exige nuestra participación, nos hace cómplices y coautores de su recreación. Tienes tú, si quieres participar de ese misterio, que poner de tu parte lo tuyo, tienes que sellar con tu aliento y tu memoria y tu imaginación esos fragmentos erosionados y triturados por el Tiempo, tienes que así restituir en su integridad y amplificar y completar esa música por dentro de ti para que vibre y reviva la misma contigo.
Sólo así, creo, consigues acceder a la emoción pura en directo –mejor aún, a la vez ahora con la distancia y el criterio que sólo el Tiempo otorga- y sin artificio que las grisáceas imágenes revelan: ha ganado Nicola, ese chico tan feote, el certamen, le brillan los ojos tras las gafotas, está a punto de desbordarle la propia emoción en medio de la alegría general tan contagiosa, pero aguanta el tipo, no es algo fabricado, es bien verdad todo eso, su sonrisa está viva, qué hermosa es esa sonrisa en el gafotas, va a volver a cantar su canción, apuntan las guitarras los acordes iniciales, esa leve cadencia como de pasos inaugurales sobre la arena de una playa, arranca la voz melodiosa que ya nos dibuja el arco valeno, entran ya los violines arrebatadores, las cantantes del coro que han de enjugarse a toda prisa las lágrimas, pues les llega su vez y no pueden derrumbarse, la voz grave y en susurro de Nicola, en un punto estremecida por el sentimiento, el perfume de las flores, la promesa y el recuerdo eternos de un tempo migliore, sí. Cántala otra vez, anda, Nicola.
Post/post: GRACIAS a Winnie, a Javir, a Mamuma, a Juante, a NV Ballesteros, a Eduardo (ánimos), a Papámba y a La Furia de Amberes, -que se han hecho seguidores oficiales de esto- que son para mí oxígeno puro para seguir escribiendo y que hacen más grande il mio, el vuestro, blog
José Antonio, gracias yo a tí por los post que publicas.
ResponderEliminarUn saludo
Sin duda un gran cantante, con un estilo peculiar se gano la admiración de muchos. Fue uno de los muchos cantantes italianos que fueron numero uno en nuestras listas en aquellos años.
ResponderEliminarSaludos.
Hoy mi corazón, gitano se ha vuelto a sentir, y quiere volar por siempre muy lejos de tiiiiiiii.
ResponderEliminarMe gusta esta suya canción.
Bonita foto la del post, José Antonio, te la robo. Bellísima para una pintura, a ver si me sale.
Saludos.
Eres único describiendo sentimiento. Gracias
ResponderEliminarEntre la fotografía y la canción me han puesto sensible, que recuerdos llegan a mi mente de otros tiempos no se si mejores...
ResponderEliminarBesos
¡Qué bonita canción! Un beso
ResponderEliminarMenudo post mas nostálgico, o así me ha sonado a mí. Una música impresionante.
ResponderEliminarBesos