martes, 1 de mayo de 2012

Yo tenía una empresa en la Argentina


   
    Todo lo humano tiene su haz y su envés, claro, -excepto las construcciones imaginarias de los totalitarios- y no van a ser las empresas multinacionales la excepción, pero en conjunto, la mejora increíble de las condiciones de la vida para la inmensa mayoría de la gente guarda relación con las enormes posibilidades que la economía privada ha abierto en su expansión y desarrollo. Habrá de todo, ya digo, y deben, para ser benéficas, convivir en competencia entre sí y con las medianas y pequeñas firmas, pero las empresas multinacionales son en conjunto el resultado de una acumulación de organización y saberes impresionantes que han proporcionado a las personas servicios y prosperidad en una forma insólita en la Historia de la Humanidad. 
   A veces las grandes multinacionales vienen a ser como esas gigantescas y deslumbrantes catedrales góticas, que, teniendo su antecedente en las escuetas naves románicas –a menudo, por simples, mucho más cautivadoras- sobrepasan la medida humana y no dejan de maravillar. En la variedad está, suele decir también el tópico, el gusto.
   Sigue también sosteniendo de forma paradójica la leyenda de las sociedades abiertas –cuyas cualidades intrínsecas arrojaron al basurero de la Historia a los experimentos totalitarios del siglo XX, aunque no dejan nunca de cautivar oscuramente desde allí la necesidad de absolutos de los humanos- el repetitivo mantra de que el Dinero lo puede todo. Gobierna... quien gobierna, viene a la pata la llana a decirse, como una de esos axiomas que no necesitan demostración. ¿Rajoy, Zapatero? Bah, el mismo excremento, simples mandados del Capital, se insiste machaconamente una y otra vez, pese a vivir en sociedades cada vez más imprevisibles y caracterizadas por una creciente y acelerada complejidad.
     Bueno, pues el odioso Capitalismo es a menudo en realidad... un simple tigre de papel, -como Mao, aquel bárbaro genocida revolucionario, dixit- de papel, digo, no como los felinos que cazaba en África la baronesa… Thyssen, iba a escribir. Los tiranos y los revolucionarios profesionales –tales para cuales- saben esto de sobra. Lo tenemos delante de la mirilla: cuántos años, esfuerzos, vidas, proyectos, ingenios, riesgos, inversiones, cálculos, inteligencias, previsiones no habrán costado el conseguir edificar y mantener una nave tan colosal como Repsol para que, en un abrir y cerrar de labios inflamados, la Kirchner, es decir, lo Político, ordene desalojarla y apropiársela, que es que se  pide ella un repsol para cenar esta noche.
     Coja, pues, Brufau la pluma, cojámosla todos en la medida en que éramos partícipes de las ventajas de contar para nuestro país con una firma de esa dimensión, y empecemos: “Yo tenía una empresa en Argentina…  y en éstas llegó la Kirchner”. 



Post/post: gracias a Cincinato, a Winnie0, a Kayla, a Ana Gregorio, a jescriban, por su extrema amabilidad de hacer el blog junto a mí, incluso cuando lo dejé hecho a medias, GRACIAS.

3 comentarios:

  1. "Yo no he tenido nunca una empresa en Argentina, pero cada vez me queda menos de lo poco que tuve en unas cercanías tan próximas como el páramo donde nací...". Esto es lo que escribiría mi pluma, amigo José Antonio; y luego, tras un levantar la vista y perder la miranda no sé dónde, seguiría, "Todo por culpa del sistema diseñado por los políticos...". Pararía otra vez, releería y, después de tachar lo escrito, pondría definitivamente: "Todo por culpa de las personas, no del sistema, de las personas que nos gobiernan en España, en Europa, en el mundo. El sistema lo diseñan los hombres y mujeres que elegimos, supuestamente lo mejor que tenemos. Si los más cualificados hacen las cosas tan mal, tan chapuceramente, tendremos que cambiar la sustancia de la sociedad actual, la forma de pensar y el objetivo final".

    Ese cambio requiere una tarea urgente y eficaz, si no queremos que tantas reformas sean inútiles para salvar esa empresa que no tuvimos en Argentina o la colmena que nos queda en la viña que secaron las subvenciones agotadas.

    Un abrazo a todos.

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  3. Puede que borre usted mi comentario, pero igualmente le diré que usted en su artículo está obviando,entre otras muchas cosas, nada menos que las condiciones en las que se realizaron las privatizaciones salvajes en latinoamérica, en lo que fue prácticamente un robo a mano armada, una caída en picado de buitres trasnacionales que arrancaron trozos de patrimonios nacionales a precios irrisorios.
    Se solidariza usted hasta la lágrima con el presidente de Repsol como si de su patrimonio se tratara, es curioso.
    Del esfuerzo de QUIENES, me habla usted? Saludos cordiales.

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